Militarizar la policía para sembrar terror y muerte

15/08/2014
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Con ocasión de la muerte de Michael Brown en Ferguson, Missouri (EEUU), las fuerzas policiales de ese país tuvieron una oportunidad más de mostrar su “militarización” para efectivizar la lucha contra disturbios, protestas, manifestaciones públicas y todo aquello que pueda encajar dentro del propósito de “velar por la seguridad ciudadana”. Propósito que, de un tiempo a esta parte, se arrogan como exclusividad las fuerzas “del orden”, no sólo en ese país sino en todos los que se consideran “amigos”.
 
Ciertamente, nada más distante del propósito de brindar seguridad que las acciones que desarrollan las fuerzas policiales en EEUU contra negros, chicanos, “sudacas” y árabes. Igual que en cualquiera de los países de su “patrio trasero”, o de otras latitudes, que reciben armas, entrenamiento, equipamiento y acogen, agradecidos, sus bases militares y centros de operaciones estratégicas.
 
En cualquier sitio donde las fuerzas armadas y policiales actúan con total impunidad y al margen de cualquier impedimento legal, su accionar nada tiene que ver con proteger la vida, garantizar la seguridad, velar por la tranquilidad.
 
Hace algún tiempo, el judío-sionista de origen polaco, Zbigniew Brzezinski considerado el mentor más importante de la estrategia de seguridad nacional estadounidense (que se extiende a todos sus satélites del viejo y el nuevo mundo, de Oriente Medio, África y Oceanía), fundador de La Trilateral por encargo de David Rockefeller, decía:
 
Los métodos que se emplean para enfrentar los conflictos internacionales empiezan a parecerse a los que se utilizan para enfrentar los disturbios urbanos. Un rasgo típico de la concentración de las poblaciones lo encontramos en las características rutinarias que asumen los conflictos. La violencia directa está cada vez más regulada y restringida, y en última instancia pasa por ser una desviación respecto de la norma. Se crean mecanismos organizados, en forma de personal uniformado y asalariado, para circunscribir la violencia a límites socialmente tolerables. Se acepta que es inevitable un cierto grado de criminalidad: en consecuencia, en aras del orden, el delito organizado es generalmente preferible a la violencia anárquica, y se convierte, indirecta e informalmente, en una prolongación del orden. (La Era Tecnotrónica. Paidos Bs.As.1979. pág 28. El título del libro en inglés es Between Two Ages).
 
Sería es ingenuos suponer que el control policial militarizado de nuestras sociedades es para defendernos de la delincuencia organizada, de los enajenados que transfieren sus juegos de internet a la realidad, de los drogadictos y narcotraficantes, de los “terroristas” que se niegan a aceptar que el imperialismo militar empresarial, financiero, comercial, mediático, laboral, deprede y usurpe territorios; se apropie de nuestros recursos energéticos, acuíferos mineros, forestales. Imponga modelos de crecimiento económico que incrementan la pobreza y hacen inevitable la desigualdad.
 
 
https://www.alainet.org/de/node/102498
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