Letras, fusil, espada y paz

El internacionalismo del tiempo

10/09/2014
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Gabriel García Márquez recibió el 21 de octubre de 1982 el premio Nóbel de Literatura, vestido de “liquiliqui” de lino blanco, como si hubiera estado en procesión, desde “aquel 9 de abril de 1948 (cuando) había empezado en Colombia el siglo XX”[1]. Ese día, el gran líder popular liberal Eliécer Gaitán fue asesinado en Bogotá y la guerra interminable se había inaugurado; el testimonio vivo del Gabo fue dramático: “tres días después, todavía las cenizas exhalaban la pestilencia de los cuerpos sin dueños, podridos en los escombros o apilados en andenes”[2]. Y el tufillo de muerte continuaría por décadas.  Quizás la verdadera Colombia del nuevo siglo XXI se inicie con la firma en Cuba, del Acuerdo de Paz entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia [3] FARC.
 
En esos días de vómitos de violencia del Estado colombiano, Fidel Castro y Gabriel García Márquez estarían en el mismo transepto mágico trágico de las calles de Bogotá para “vivir... para contarlo”[4]. Permítanme adelantar la reflexión de fondo que me convocó a contarles de este transepto histórico del tiempo y quizás las palabras de Fidel ayuden mucho a desencajarnos del despiste por todo lo vivido.  El estaba en Bogotá participando en la Conferencia de estudiantes universitarios de América en contraposición a la Conferencia Panamericana de Cancilleres que era la antesala de la OEA. Cuando asesinan a Gaitán se generaliza una insurrección popular contra el Gobierno Conservador de Colombia; el joven Fidel Castro Ruz describe su circunstancia así: “El 9 de abril almorzamos en el hotel y, cuando estábamos haciendo tiempo para reunirnos con Gaitán, vimos una agitación, gente corriendo por las calles, nos acercamos y escuchamos a la gente que gritaban: mataron a Gaitán, mataron a Gaitán, mataron a Gaitán”, y fue allí que Fidel decidió participar. Reflexionando sobre esos hechos, afirma que “todos los pueblos son iguales... se trató (su participación) mas propio de la idiosincrasia personal... no había rebasado totalmente mi mentalidad democrático-burguesa, si se quiere. Todavía no era cuestión de internacionalismo proletario”[5].  Son palabras mayores, pero sustentadas en las acciones. 
 
Un año antes de estar en el Bogotazo, siendo presidente del Comité Pro Democracia Dominicana, formó parte con los patriotas dominicanos de la fracasada invasión de Cayo Confites para la destitución del dictador dominicano Rafael Trujillo.[6] Quizás por humildad, quizás por prudencia política, el comandante Castro no dimensiona su rol solidario con los pueblos en ese periodo de la historia del continente, pero en sus conversaciones durante el 2010 para sus memorias con Katiuska Blanco Catiñeira, destacada periodista y escritora cubana, cuenta que para 1948 “yo pertenecía al Comité Pro Independencia de Puerto Rico, era presidente del Comité Pro Democracia de Santo Domingo, participaba de las luchas contra las colonias en América Latina, por la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas, contra la Conferencia Panamericana...”. Y el propio Fidel confesó a Katiuska:  “Fui un soldado del pueblo... Bueno hay que sacrificar la vida...En aquel momento tenía un grupo de hombres bajo mi mando, eran colombianos... Desde entonces he sentido más que cercana a Colombia, esa nación está en mi vida y en todo lo que hice después en la revolución”[7]
 
El Gabo y Fidel para ese día fatídico, tenían 21 años y eran estudiantes de derecho en sus países de origen, se podría decir que no se conocieron aunque caminaron las mismas calles y salieron de ese Bogota en guerra civil, el mismo día y desde el mismo aeropuerto; Gabo el hombre de las letras se fue a Barranquilla y Fidel el hombre del fusil regresó a la Habana, junto a otros cubanos en un DC4, que además transportaba toros de lidia para un evento especial en la Habana. 
 
En camino a Biran en Cuba el 14 de agosto de 1996, Gabriel García Márquez invitado por Fidel -ya convertido por los imponderables del destino en su gran amigo- para que conozca la tierra de sus padres y su infancia; le escuchó decir a Fidel que en ese 9 de abril de 1948 “ayudó a un hombre que intentaba romper a golpes una máquina de escribir y de súbito le preguntó “y tú ¿dónde estabas cuando el Bogotazo” y el Gabo le contestó “Yo era aquel hombre de la máquina de escribir”[8]. El antecedente de esta anécdota estaba lleno de condumio macondiano. Cuando el Gabo había decidido tomar en serio el deseo de su familia que estudie para abogado, viajó a la única ciudad del mundo famosa por los poetas vivientes – Bogotá – para inscribirse en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional. Al terminar de aprobar su primer año, su orgullosa madre no se lo ocurrió mejor homenaje, que enviarle con su otro hijo Luis Enrique como regalo una máquina de escribir de última generación, que sucumbió por doce pesos ese mismo día de febrero de 1948 en una casa de empeño, para completar la fiesta en la pensión donde vivía, por la llegada del hermano. La máquina de escribir terminó de desaparecer entre la Casa de Empeño y el mundo mágico del Gabo, ese 9 de abril de 1949 en que mataron a Gaitán[9], cuando se diluyeron las fronteras de la violencia entre la insurrección, la acción militar, los asaltos y el caos.
 
Los círculos del destino generan extrañas coincidencias; el atentado contra Gaitán fue a tres cuadras de la pensión de la calle Florián donde se alojaba Gabriel García Márquez y al frente del Café “El Gato Negro” – quizás el de la mala hora – donde “un grupo de hombres empapaban sus pañuelos en el charco de sangre caliente para guardarlos como reliquias históricas”. Entre las pertenencias que tenía Eliécer Gaitán en el escritorio de su oficina, estaba una agenda en donde había apuntado luego de reunirse con Fidel como líder universitario cubano, una nueva cita para dos días después: “9 de abril : Fidel Castro 2 p.m.” [10]. La parca agazapada se interpuso en el encuentro de Gaitán en la cúspide de su liderazgo, con un Fidel iniciando el camino hacia el liderazgo de su pueblo.
 
Regresó Fidel Castro a su patria, a liderar la lucha guerrillera por la segunda y definitiva independencia de Cuba. Pasó una década y se produjo el triunfo de la revolución cubana el 1 de enero de 1959 y la entrada de los “barbudos” a la Habana el 8 de enero del mismo año. El comandante Fidel Castro poco días después, el 23 de enero visitó Caracas invitado por la Junta Patriótica que gobernaba Venezuela, para los festejos del primer aniversario del derrocamiento del dictador Marcos Pérez Jiménez. Fidel ante treinta mil venezolanos, pronunció un discurso que hizo vibrar la Plaza de Los Silencios y habló del Libertador Simón Bolívar: “... Recordarán también que Bolívar no se olvidó de Cuba, recordarán también que entre sus planes estaba aquel que nunca llegó a realizarse —porque no pudo realizarlo, pero que no la dejó en el olvido— de libertar también a la isla de Cuba (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: "¡Viva Fidel!"). No pudo El Libertador unir aquella isla al racimo de pueblos que libertara, y nuestra isla permaneció casi un siglo más bajo el yugo de la opresión y de la colonización”.[11]
 
Fidedigno, la espada de Bolívar pudo haber recorrido las Antillas en el período heroico del internacionalismo fundacional a la luz de los principios republicanos de la Revolución Francesa, pero se opuso a ello el naciente expansionismo norteamericano y su influencia sobre la debilitada monarquía española. Pasemos la posta al testimonio de las acciones del Libertador. La oligarquía criolla cubana entre los que se destacaba la familia de la Casa de Iznaga, habían logrado conformar un organismo político separatista llamado “Rayos y Soles de Bolívar”, quienes a solicitud de Simón Bolívar habían obtenido una información altamente sensible sobre el estado de las fuerzas españolas, las estadísticas generales de la Isla de Cuba, y el cuadro total del numerario. Para principios de 1826 desde Chuquisaca en Bolivia, el Libertador Simón Bolívar confirmaba la ejecución de sus órdenes para que en Cartagena se concentren los barcos adquiridos por Bolívar y que servirían para transportar sus fuerzas para la gran empresa de independencia. La expedición a Cuba y también para Puerto Rico se preparaba meticulosamente, el ejército libertario estaba integrado principalmente por tropas venezolanas provenientes de Bolivia y Perú. Bolívar designó como jefe de este ejército al General Antonio José de Sucre[12]. Felipe Larrazábal biógrafo de Simón Bolívar, escribió en 1863 que la expedición “vino a quedar fustrada no tanto por la muerte prematura del Libertador, cuanto por la guerra de partidos que encendieron, para nuestra ruina, Santander y sus amigos, Páez y los suyos”[13] – se refería a los primeros dignatarios de Colombia y de Venezuela. Lazarrazábal en su libro pone al descubierto también el rol del gobierno de Estados Unidos de Norteamérica, registrando lo que su Secretario de Relaciones Exteriores manifestó “Nosotros estamos satisfechos con el actual estado de estas islas abiertas al comercio y a las empresas de sus ciudadanos... es mejor que España continué dominándolas”[14].
 
El internacionalismo del tiempo, nos ha permitido dimensionar a los posesionados de las Letras, la Espada, y el Fusil. El Gabo, Bolívar y Fidel en el transepto del tiempo del siglo XIX y XX confluyeron en la solidaridad de los pueblos o como diría Fidel en 1959 en la Plaza de Los Silencios en Caracas: “Vengo, en nombre del pueblo que hoy les pide ayuda y solidaridad, a decirles a los venezolanos que también pueden contar con nuestra ayuda y nuestra solidaridad incondicional y de cualquier forma cuando la necesiten”[15]. En la solidaridad confluyen muchas posiciones, desde el internacionalismo democrático-burgués y el internacionalismo proletario, como también ahora el internacionalismo humanista por la Paz. Por eso, en la segunda década del siglo XXI, cuando la exigibilidad de los derechos de los pueblos es atacada desde la barbarie y el cinismo guerrerista, el internacionalismo toma un nuevo referente de acción en donde la solidaridad internacional es para la construcción de la PAZ CON JUSTICIA. Lo exigen los pueblos de Palestina, Colombia, y muchos pueblos del mundo.
 
11 de septiembre de 2014


Fernando Garzón Orellana es de profesión Arquitecto-Urbanista y cursó estudios en Gerencia Política y Social. Consultor de Desarrollo de organismos internacionales y de Planificación Territorial de Gobiernos Autónomos Descentralizados de Ecuador. Ha sido Subsecretario de Gobierno, Secretario Técnico del Ministerio Coordinador de la Política, Asesor Nacional de la Defensoria del Pueblo, Asesor de la Vicepresidencia de la Asamblea Nacional del Ecuador. Docente-Consultor de la Universidad Católica Santiago de Guayaquil, Universidad Estatal de Guayaquil, Universidad Península de Santa Elena. Preside el Comité Ecuatoriano de Solidaridad con el Pueblo Palestino fundado el 15 noviembre 1980. 
 
CITAS
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[1] Gabriel García Márquez. “Vivir para contarlo.” Página 363. Grupo Editorial Norma. Bogota, Colombia. 2002
[2] Gabriel García Márquez. “Vivir para contarlo.” Página 358
[3]Blanco Castiñeira Katiuska. “Fidel Castro Ruiz GUERRILLERO DEL TIEMPO”. Pagina 446 Tomo 1, primera parte. 2011. Edición realizada por el Grupo Creativo del Comité Central del Partido Comunista Cubano.
[4]García Márquez, Gabriel. “Vivir para contarla” – título de su autobiografía – Bogota Editorial Norma.
[5]Blanco Castiñeira Katiuska. “Fidel Castro Ruiz GUERRILLERO DEL TIEMPO”. Pagina 505 Tomo 1, primera parte. 2011. Edición realizada por el Grupo Creativo del Comité Central del Partido Comunista Cubano.
[7]Blanco Castiñeira Katiuska. Página 505
[8]Blanco Castiñeira Katiuska. Página 451
[9] Gabriel García Márquez. “Vivir para contarlo.” Página 329 a 331
[10] Gabriel García Márquez. “Vivir para contarlo.” Página 339
[11] Fidel Castro Ruiz. Discurso pronunciado por el comandante Fidel Castro Ruiz, primer ministro del gobierno revolucionario, en la Plaza Aérea del Silencio, en Caracas, Venezuela, el 23 de enero de 1959. (versiones taquigráficas - Consejo de Estado). Ver http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1959/esp/f230159e.html
[12]Larrazábal Felipe. “Simón Bolívar, vida y escritos del Libertador”. Tomo III, Capitulo XLVII, Pág. 127. Ediciones de la Presidencia de la República. Caracas Venezuela_2008. (Edición original de mayo de 1865 publicada en Nueva Cork. Con modificación y prologo de Rufino Blanco Fondona en edición de 1901)
[13]Larrazábal Felipe. “Simón Bolívar, vida y escritos del Libertador”. Tomo III, Capitulo XLVII, pag. 128
[14]Larrazábal Felipe. “Simón Bolívar, vida y escritos del Libertador”. Tomo III, Capitulo XLVII, pag. 128
[15] Fidel Castro Ruiz. 23 de enero de 1959
 
 
https://www.alainet.org/de/node/103237
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