Comercio mundial injusto: Los dobles raseros de países ricos

26/05/2002
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La expansión del comercio mundial ha arrojado resultados decepcionantes para la reducción de la pobreza. En medio de la creciente riqueza generada por el comercio, hay 1100 millones de personas condenadas a sobrevivir con menos de un dólar por día, el mismo número que a mediados de los ochenta.

 

Los países de renta alta, con solo el 14 por ciento de la población mundial, acaparan el 75 por ciento del PIB mundial, la misma proporción que en 1990, señala Oxfam Internacional, una confederación de 12 agencias de desarrollo que trabaja en 120 países.

 

“El aumento de la prosperidad de los países industrializados ha ido de la mano de un predominio de las masas de pobreza en otras zonas: las desigualdades entre países ricos y pobres, ya inmorales antes de que comenzara en serio la liberalización, se están profundizando aún más”, asegura Oxfam en su Informe 'Cambiar las reglas, comercio, globalización y lucha contra la pobreza' presentado en Ginebra.

 

 El estudio de 270 páginas señala las contradicciones entre lo que dicen y hacen los países ricos. Mientras hablan de “compromiso con la reducción de la pobreza”, al mismo tiempo utilizan sus políticas comerciales para llevar a cabo lo que viene a ser un robo: Saquear a los pobres para dárselo a los ricos. “Cuando los países en desarrollo exportan a los países ricos, se enfrentan a barreras arancelarias cuatro veces superiores a los que se encuentran en los países ricos. Esas barreras cuestan a los países en desarrollo 100.000 millones de dólares anuales, el doble de lo que reciben en concepto de ayuda”.

 

Así mismo, el documento cuestiona los dobles raseros de los países ricos que mientras predican la adhesión a los principios del libre comercio mantienen prácticas proteccionistas, de las cuales ningún país industrializado queda bien parado, pero la Unión Europea lleva la peor parte, seguido por los Estados Unidos. Estos dobles raseros son más evidentes en los productos agrarios y en los textiles que utilizan mano de obra intensiva. Los subsidios que reciben los agricultores de los países desarrollados ascienden a más 1000 millones de dólares diarios. Estos subsidios, dirigidos a los agricultores más ricos, no solo causan un enorme daño ambiental sino generan sobreproducción. “'Los excedentes resultantes inundan los mercados mundiales con la ayuda de nuevos subsidios, financiados por los impuestos de los ciudadanos y los consumidores”, agrega.

 

 El documento 'Cambiar las reglas' también pone énfasis en el dumping a las exportaciones que realizan la Unión Europea y Estados Unidos. Las dos superpotencias agrarias exportan a precios inferiores a un tercio del coste de la producción.

 

“Estos subsidios a la exportación de los países ricos están empujando a la baja los precios para los exportadores de los países en desarrollo que no reciben subsidios, y devastando las perspectivas de una agricultura de pequeños productores. En países como Haití, México y Jamaica, las importaciones fuertemente subsidiadas de alimentos baratos están destruyendo los mercados locales. Algunos de los agricultores más pobres del mundo están compitiendo con las más ricas haciendas”, asegura.

 

La situación de los países pobres se agrava aún más por la inestabilidad y los bajos precios de las materias primas. Muchos países en desarrollo, y especialmente los más pobres, son altamente dependientes de tres o menos materias primas y sus economías se han visto devastadas por una prolongada caída de los precios.

 

El caso más ilustrativo de esta situación es el del café. Desde 1997, los precios han caído en un 70 por ciento, provocando pérdidas de ingreso de divisas por unos 8.000 millones de dólares para los países exportadores. Paradójicamente, mientras las familias de los productores de café arruinados -de Tanzania, el sur de México y Haití- han tenido que reducir su consumo general, sacar a los hijos de la escuela y afrontar dificultades extremas para cubrir los costes sanitarios, transnacionales como la Nestlé, afincada en Suiza, se ha aprovechado "de los ruinosos precios del café para conseguir altos márgenes de beneficios".

 

 Un capítulo aparte se dedica en el Informe a las fuertes condicionalidades que imponen el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y los gobiernos del Norte para conceder los préstamos. Con bastante frecuencia, éstos últimos obligan a los gobiernos del Sur a levantar las barreras arancelarias. Como resultado de estas presiones los países pobres han abierto sus economías mucho más rápidamente que los países ricos.

 

En muchos países la rápida liberalización ha ido acompañada con el aumento de las desigualdades: en Perú, por ejemplo, los pequeños agricultores de las tierras altas trabajan en desventaja con respecto a la agricultura comercial, y en México, los Estados del "cinturón de la pobreza" del sur se están empobreciendo en comparación con los Estados del norte del país.

 

La política de "puertas abiertas" a las inversiones extranjeras, que han adoptado muchos gobiernos de países en desarrollo, para fomentar las exportaciones está demostrando que es una estrategia equivocada. En lugar de proporcionar acceso a nuevos recursos financieros, tecnologías y mercados, los inversores están obteniendo niveles de rentabilidad exagerados. Por cada dólar de inversión, unos 30 céntimos son repatriados mediante la transferencia de beneficios.

 

A la inversión extranjera directa (IED) poco le importa impulsar el desarrollo de los países receptores mediante la transferencia tecnología, formación de recursos humanos, usos de materias primas locales y potenciación de las empresas locales

 

. "En América Latina, el aumento de la IED ha ido acompañado por una reducción de la capacidad de investigación y desarrollo, y por una creciente dependencia de la importación de tecnología. Las zonas francas parecen atraer a la IED de la peor calidad. En muchos casos -como en Bangladesh y México- estas zonas funcionan como enclaves prácticamente aislados de la economía nacional. La IED, dirigida a la extracción de recursos minerales tiene un historial específicamente negativo en cuanto a desarrollo. Con frecuencia ha intensificado los conflictos, ha causado graves daños ambientales y ha provocado el desplazamiento de las comunidades locales".

 

Oxfam por último critica tanto a los "globófilos" (FMI, Banco Mundial, etc.) como a los "globófobos" y se sitúa en una tercera posición respeto a estos dos grandes grupos que están "dominados por un diálogo de sordos".

 

Pese a que este informe critica severamente al "mundo globalizado del siglo XXI", la organización internacional con asiento en los países desarrollados plantea que se puede cambiar las normas del comercio mundial, que ahora están concebidas para favorecer a los ricos, y que el comercio mundial "ofrece el potencial de actuar como una poderosa fuerza para reducir la pobreza".

 

https://www.alainet.org/de/node/105942?language=en
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