Globalización o imperialismo
Luces y sombras del Foro Mundial Social de Argentina
27/08/2002
- Opinión
Ø Lo mejor, la participación de le gente y el claro repudio al ALCA y a la
política militarista de los Estados Unidos.
Ø Sin embargo, cierto sectarismo y el pensamiento postmodernista de izquierda
desvían los ejes fundamentales de la lucha antiimperialista.
Ø Las falacias de Toni Negri.
Ø Las incomprensibles despreocupaciones de Noam Chomsky.
Ø Al eludir la cuestión del poder se insiste en fracasadas fórmulas
posibilistas y reformistas
Lo sobresaliente, lo más positivo del reciente Foro Social Mundial que se
realizó en Argentina fue la cantidad de gente que movilizó. Miles de personas
concurrieron a las distintas mesas, debates y conferencias que tuvieron lugar
en el marco del tema convocante: la crisis del neoliberalismo en la Argentina y
los desafíos del movimiento global.
Se trató de un público ávido de escuchar y confrontar ideas, de saber lo que se
está realizando en Argentina y en otros lugares del mundo en materia de lucha
contra el modelo dominante del imperialismo norteamericano.
Las actividades del Foro, más de 250 en casi tres días de deliberaciones,
tuvieron su epicentro en las aulas de la Facultad de Ciencias Sociales de la
Universidad de Buenos Aires; por consiguiente la inmensa mayoría del público
asistente y participante provino del sector estudiantil y académico.
Sin embargo, también participaron algunos de los movimientos sociales y de las
fuerzas políticas de izquierda, antiimperialistas y patrióticas. Por lo masivo
de su presencia en la marcha callejera inaugural del jueves 22 de agosto, por su
participación activa en distintas actividades, y hasta por la elección de ese
lugar como escenario para la realización de un plenario de delegados de todo el
país, la organización social que se destacó a lo largo de las cuatro jornadas
fue el Movimiento Barrios de Pie.
Barrios de Pie es uno de los movimientos territoriales argentinos con mayor
índice de crecimiento en los últimos meses y fue el única que aportó al Foro un
verdadero contingente de pobladores, luchadores y militantes de los barrios mas
empobrecidos de Buenos Aires y del interior del país.
Otros movimientos sociales, de asambleístas, de desocupados, sin vivienda y sin
tierras del país también su hicieron presentes pero sin movilización popular,
sobre todo aportando comentarios sobre sus experiencias en distintas mesas y
conferencias.
En el plano internacional sobresalieron los dirigentes políticos y sociales del
Brasil, casi todos explicando y sosteniendo la candidatura de Lula en las
próximas elecciones de octubre, el líder campesino boliviano Evo Morales y los
distintos representantes y dirigentes políticos vinculados al gobierno
constitucional y democrático del venezolano Hugo Chávez Frías.
Los temas que más concitaron la atención de panelistas y participantes del
Foro fueron el endeudamiento externo y sus catastróficas consecuencias
económicas, sociales y políticas, y los ejes fundamentales y complementarios de
la estrategia de dominación diseñada por Estados Unidos, el ALCA y su política
de injerencia militar en la región. En el marco de este último capítulo se
analizaron en profundidad y desde distintos punto de vista los alcances del Plan
Colombia.
Primeras observaciones
Dentro de pocos días, las entidades que le dieron vida al Foro darán a conocer
un documento con conclusiones y propuestas. Es lícito prever que se tratará de
una declaración consensuada de fuerte tono crítico contra el modelo neoliberal,
sobre todo porque en materia de diagnóstico fáctico poco es lo que queda por
agregar.
Sin embargo, no es necesario esperar la publicidad de ese documento para
intentar algunas observaciones sobre lo que el Foro de Buenos Aires ha dejado
como experiencia.
Ya señalamos en los primeros párrafos, y lo reiteramos porque encierra un enorme
significado positivo, el alto nivel de interés que el evento despertó entre un
sector importante y cada vez más masivo de la población. Ese interés se vio
reflejado incluso en la repercusión que el Foro tuvo en los medios de la prensa
corporativa y funcional al sistema de poder, ya que no pudieron silenciarlo del
todo.
Habiendo dejado entonces asentado que siempre es bueno que se ponga en tela de
juicio el papel del poder imperialista sobre nuestros pueblos y el rol que como
socios menores juegan sus agentes internos en cada país -partidos políticos y
organizaciones tradicionales y corporativizadas, conglomerados empresariales y
aparatos represivos-, también es saludable revisar cuáles fueron las
limitaciones del evento realizado en Buenos Aires.
En ese sentido, en primer lugar veamos algunos aspectos relacionados con su
organización. Teniendo en cuenta el punto de inflexión en el que se encuentran
Argentina y los demás países de la región -en el que se juegan su supervivencia
como pueblos soberanos e independientes- hubiese sido deseable un criterio de
organización más amplio, con mayores presencias políticas del campo popular y
no tan dependiente de la lucha por espacios de poder e influencia entre
capillas intelectuales y académicas.
Ese carácter en parte cerrado y sectario es el que ha hecho posible, como
también sucedió en Porto Alegre, sede central del Foro, que el discurso
imperante en las deliberaciones haya pasado por cierta lectura postmoderna del
fenómeno imperialista, el que por supuesto se encarga de obviar uno de los
puntos esenciales del desafío que tienen por delante los pueblos
latinoamericanos: el del acceso al poder para la transformación de éste en una
herramienta que impida el avasallamiento imperial y posibilite la construcción
de una sociedad de nuevo tipo.
En otras palabras, haciendo uso de la más completa batería de elipsis, los
sostenedores oficiales del Foro procuraron evitar el tratamiento de las
cuestiones relativas al poder, y cuando esto no fue posible aparecieron los
subterfugios semánticos.
Veamos a título de ejemplo algunas cuestiones básicas sobre la cuales debería
arrojarse cierta luz, o por lo menos ciertos elementos para el debate a fondo.
El concepto de globalización es engañoso. Se lo presenta como denominador de un
proceso supuestamente novedoso y atado a los avances tecnológicos de las últimas
décadas cuando en realidad desdibuja y encubre al fenómeno imperialista, que si
bien tiene características nuevas respecto de cuando fuera analizado por Lenin e
incluso respecto de cómo se manifestó durante la Guerra Fría, no por eso ha
desaparecido sino que, por el contrario, se ha acentuado y se ha vuelto más
descarnado aún.
Analicemos por ejemplo cómo desde la década del ´80 a esta parte, las dos
facciones dominantes de bloque imperialista en su estadio actual -que nosotros
denominamos Imperio Global Privatizado (IGP)-, Estados Unidos y la Unión
Europea, (UE) han desarrollado mecanismos políticos y militares distintos pero
orientados hacia un mismo objetivo, la hegemonía económica, política y
militar.
Cuando los elementos más agresivos -la nueva adminstración Bush- acceden al
poder de la facción dominante del IGP, éste opta por el concepto de Guerra
Infinita y lanza su estrategia, en este caso sí global, de lucha contra el
terrorismo. Es decir, pone sobre la mesa no ya sólo su solvencia económica -
Estados Unidos tiene un endeudamiento externo billonario en dólares- sino su
superioridad tecnológico-militar.
Sin embargo, a fines de la década del ´80, Francia y la UE trazan el nuevo
escenario ideológico internacional que le permite al IGP en bloque encaramarse
en las aventuras intervencionistas de Somalía, Ruanda, la ex Yugoslavia, Iraq,
Medio Oriente y Asia central -por mencionar algunos casos-, haciendo uso de
Naciones Unidas (ONU) y de la llamada doctrina de la intervención humanitaria.
El patrocinador de esa doctrina fue justamente el dirigente más importante que
tuvo la socialdemocracia en las últimas décadas, el ex presidente francés
Francois Miterrand, quien tuvo la habilidad de asociar en la empresa al
conservador ex jefe de gobierno alemán Helmut Kohl.
En el subsuelo de todos esos escenarios aparecen los mismos elementos: la
presencia del Banco Mundial y del FMI, la puja por el dominio de reservas
energéticas y el control de mecanismo financieros.
Es cierto que ambas facciones dominantes del IGP -Estados Unidos y la UE, o
visto desde otro ángulo los espacios de confrontación entre el dólar y el euro-
tienen diferencias entre sí -la guerra comercial y de proteccionismo agrícolas
son dos ejemplos-, pero por el momento, y para resguardar el dominio del modelo
capitalista-imperialista, respetan sus coincidencias estratégicas.
¿Cuáles fueron los dos únicos países que reconocieron de inmediato al abortado
régimen golpista de Venezuela el 11 de abril pasado? Estados Unidos y España,
siendo éste último el más comprometido de la UE con los recursos económicos
latinoamericanos. Cabe recordar aquí que Venezuela es una de la mayores reservas
petrolíferas del planeta.
Y recordemos también que lo que define al IGP como tal, como nuevo estadio del
imperialismo, es la creciente presencia de las corporaciones financieras y
económicas en el centro del poder político, ya no como factores de presión sino
como ejecutores directos del Estado. Este es un proceso en el cual Estados
Unidos aventaja a la UE, ya que lo comenzó justamente a principios de la década
del ´80, después del escándalo Iran-Contras en Centroamérica, y lo perfeccionó
con la llegada de George Bush (h) a la Casa Blanca.
¿Neoliberalismo o capitalismo imperialista?
El mismo programa del Foro utiliza el concepto de neoliberalismo para denominar
al enemigo del proyecto democrático y popular.
Si esa afirmación se consagra así como un valor absoluto en sí mismo se corre el
peligro de perder de vista cuál es el verdadero enemigo de los pueblos
latinoamericanos y del llamado mundo periférico. A ese concepto habría que
agregarle entonces que el neoliberalismo es efectivamente el enemigo pero en
tanto que estadio ideológico, político y económico actual, y no se sabe por
cuanto tiempo, dominante en el bloque imperialista, en el seno del poder del
IGP.
¿Ese énfasis en el concepto neoliberalismo y su descontextualización respecto
del fenómeno capitalista significa acaso un olvido o un descuido intelectual?
Entendemos que no. Consideramos que encierra una definición ideológica clara y
concreta de tono reformista, o dicho con expresiones más a la moda, de una
interpretación postmoderna de lo que debe ser una nueva izquierda, un
movimiento popular adecuado a las realidades impuestas por la fase actual del
modelo imperialista.
De esa absolutización del concepto neoliberalismo se desprenden opciones
políticas que pretenden desterrar lo que ellas entienden como deformaciones del
sistema de poder imperialista pero no se animan, o creen que no es posible,
apuntar sobre las bases mismas de sustentación de ese sistema.
Esa opción ideológica y política concluye, por ejemplo, que las organizaciones
revolucionarias derivadas del leninismo han quedado obsoletas y han demostrado
su ineficacia, lo que en parte es cierto, pero para su reemplazo proclaman la
necesidad de entidades de una horizontalidad y una dispersión tal que atentan
contra todo tipo de organización. En realidad confunden horizontalidad en el
funcionamiento democrático con inorganicidad.
Pero fundamentalmente eluden la cuestión del poder, recurriendo a instrumentos
periféricos y convalidadores del poder mismo, desconociendo la experiencia
histórica del Estado que en sentido técnico siempre funciona como organizador de
la sociedad. Lo curioso de este planteo es que, de cara a procesos
eleccionarios y en nombre de un indefinido contrapoder, le niegan vigencia
histórica a las instituciones (organizaciones) políticas populares o
revolucionarias, pero se la reconoce a las instituciones del sistema de poder.
Estas opciones reformistas desconocen que el bloque dominante jamás se organizó
tanto y mejor que durante el actual estadio neoliberal.
Hasta donde llegará la confusión reformista y postmoderna (neocolonialista en
lo cultural) que Toni Negri es consagrado como ideólogo del cambio cuando de un
lectura atenta de su libro Imperio se desprende con claridad que ve a la ONU,
por ejemplo, como espacio democrático cuando los hechos demuestran todo lo
contrario. Se hace muy difícil creer que Negri no haya leído la prensa de los
últimos años, por lo tanto es muy probable que su posición no obedezca a un
error metodológico sino a una clara opción ideológica y política.
Noam Chomsky es una personalidad de indudable trascendencia como científico y
de reconocida trayectoria antiimperialista. Sin embargo y de cara a la
experiencia histórica de los movimientos revolucionarios latinoamericanos sus
reflexiones políticas suelen ser de dudosa originalidad. Quizás sea por ello
que en un vídeo exhibido durante el Foro incurre en la superficialidad de no
importarle si al imperialismo se lo llama por su nombre o se lo denomina
globalización.
Chomsky pretende restarle importancia a la palabras, a las denominaciones y ese
puede ser un error fatal para el futuro de los millones de latinoamericanos
hambrientos que sufren el imperialismo real. Las dictaduras del pasado también
le restaron valor a las palabras, a las denominaciones. Por eso a muchos
"desaparecidos" los enterraron como NN.
La Otra Aldea
laotraaldea@hotmail.com
Boletín electrónico. Edición número 13
Buenos Aires, 28-agosto-2002
https://www.alainet.org/de/node/106305?language=es
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