Y de repente el Cristo del Corcovado se estremeció y se animó. Lo que era cemento y piedra se hizo cuerpo y sangre. Levantando los ojos, vio multitudes que llenaban calles y plazas del mundo entero, cargando banderas blancas y clamando: queremos paz y nunca más la guerra. Entonces, lleno de ternura, abrió la boca y dijo: "Bienaventurados sean todos ustedes, actores de paz porque serán llamados hijos del Altísimo y amigos de la Tierra. Benditos sean ustedes porque guardan la memoria del arco-iris, la alianza que sellé con toda la vida para siempre". Y mirando más lejos vio ciudades milenarias destruidas, monumentos de la cultura humana reducidos a polvo, cuerpos despedazados, niños calcinados por el fuego, mujeres mutiladas por los fragmentos de bombas y sangre, mucha sangre por las paredes humeantes. Y lleno de ira sagrada, con voz cortante, habló y dijo: ¡Ay de vosotros, señores de la guerra, enemigos de la vida y de la naturaleza y asesinos de mis hermanos y hermanas del Islam!. Raza de víboras ponzoñosas, ¿por qué no escuchasteis el clamor de la humanidad suplicando diálogo, negociación y paz? Blasfemos, usáis el nombre del Dios de la vida para arrancar la vida de los otros. Hipócritas, despreciasteis las leyes que vosotros mismos criasteis para contener la voluntad de agredir y de matar. ¿Por qué deshonrasteis las normas internacionales que salvaguardan la justicia mínima y la elemental humanidad? ¿Por qué con sacos de dinero vil hicisteis todo para comprar las conciencias y extorsionar la licencia para atacar y matar? Cobardes, escogisteis un país sitiado, humillado y extenuado para mostrar vuestra capacidad de devastación como jamás se vio en la faz de la Tierra. ¡Ay de vosotros, terroristas del miedo, que a pretexto de desarmar un tirano que vosotros mismos armasteis con armas de destrucción masiva, mentisteis al pueblo, alegando peligro inminente de ataque!. Contra todo el sentido del derecho, anticipasteis una guerra sin proporción. Más que petróleo, queréis destruir a quien no se somete a vuestros intereses extendidos a todo el planeta. Maldita la guerra preventiva que os trajo el miedo preventivo. ¿No veis que hicisteis a vuestros pueblos rehenes del miedo, miedo de entrar en un avión, miedo de cartas, miedo de árabes, miedo de musulmanes, miedo de vosotros mismos? Malditas las bombas inteligentes. más maldita todavía la "madre de todas las bombas" cuya destrucción solo queda atrás de las armas nucleares. ¡Ay de las inteligencias que descubrieron esa maquina de muerte contra todas las formas de vida!. Abristeis las puertas del infierno y libertasteis los demonios con terror y masacres. ¿Que hicisteis con mis y vuestros hermanos? ¿Qué hicisteis? Padre Santo, mira a los humanos, mis hermanos y hermanas menores. Dadles el cuidado de unos para con los otros a fin de que nazca la paz verdadera. Que vigilen la única Casa Común, la Tierra, que se limpien mutuamente las lagrimas, que se aprieten las manos, que se besen en la cara, que se sienten a la mesa y sientan la generosidad de una comida suficiente para todos. Y rían y canten y amen y veneren bajo el mismo arco-iris la gracia divina que se extiende sobre todos, expresión de tu y nuestro Reino de afecto y paz.