¿Cambiar para quedar como está?

05/09/2002
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Recuerdo una conversación que mantuvimos Leonardo Befo y yo en febrero de 1990 en Berlín oriental, cuando todavía existía la República Democrática Alemana, con un ministro de dicho país. Él nos hizo una verdadera confesión, una profunda autocrítica, reconociendo que el fracaso del socialismo en Europa del Este y en la RDA no era el resultado de las presiones capitalistas sino consecuencia de los errores cometidos en los comienzos mismos de la implantación de aquel modelo de socialismo. Y, dentro de esos errores, señalaba el hecho de haber sido implantado el socialismo del Este como "peluca". Al contrario del cabello, que nace de abajo hacia arriba y tiene raíz, la peluca se pone de arriba para abajo y se cae si sopla un viento fuerte. Fue lo que sucedió. O sea que el socialismo en el Este europeo vino de arriba hacia abajo, de fuera hacia dentro. Fue resultado de la repartición de Europa en la Segunda Guerra Mundial. No nació de un proceso del movimiento popular, sindical, de revoluciones o insurrecciones populares. Eso hizo que el modelo implantado fuese un modelo exportado por el país hegemónico del Este europeo –la Unión Soviética- , con todas las características estalinistas, de la represión política al monopartidismo. Los mismos soviéticos, desde Kruschev, ya venían haciendo una autocrítica pública de las características estalinistas que predominaban en su modelo. Además, el Che Guevara, en la Conferencia de Argel, en 1962, calificó a Rusia de "social-imperialista". Dijo además aquel ministro que, cuando fue implantado el socialismo, en la década de 1940, el nuevo gobierno prometió a los trabajadores alemanes orientales que, dentro de poco, tendrían condiciones de vida mejores que los trabajadores de Alemania Federal. Porque en la Alemania occidental los trabajadores continuaban siendo explotados, produciendo plusvalía, no eran propietarios de los medios de producción. En fin, era una clase trabajadora explotada por el capital, mientras que en la Alemania oriental la clase trabajadora, gracias al socialismo, era dueña de los medios de producción, agente de sus caminos políticos, etc. Pero con el transcurso del tiempo esa previsión no se confirmaba. Los obreros de la Alemania Federal iban teniendo mejor nivel de vida, mucho mejor que el de los obreros de la Alemania socialista. Los de la Alemania occidental, a pesar de ser asalariados, explotados, etc., tenían casa y vehículos propios, pasaban sus vacaciones en las costas de España, Italia o Francia, mientras que los otros obreros eran convocados siempre a hacer nuevos y nuevos sacrificios y racionamientos, aunque no hubiera entre ellos miseria, enseñanza privada o salud privatizada, y contasen con todos los beneficios sociales fundamentales asegurados, gracias al socialismo. Pero eso no les satisfacía, sino que querían más. Y el gobierno socialista prometía que les daría más. Pero el socialismo no logró dar ese algo más que tanto ansiaban y que, de algún modo, ellos veían que lo alcanzaban los obreros de los países capitalistas europeos. "Cuál fue nuestro error?", preguntó el ministro. Y él mismo respondió: "Fue, en nombre del socialismo, prometer a los trabajadores un futuro burgués". Recuerdo estos hechos con la expectativa de que una victoria de la oposición en estas elecciones próximas (en Brasil) no venga a significar un nuevo maquillaje, que cambie el aspecto de la cara pero no el carácter de la persona.
https://www.alainet.org/de/node/108147?language=es
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