En 1998 el Time concedió el título de "hombre del año" a un robot. Ahora se exhibió en Japón un robot como maniquí y en Inglaterra otro como presentadora de televisión. La ventaja del robot sobre el ser humano es que funciona sin contradicciones, no padece interferencia de emociones y sentimientos, posee inteligencia computarizada, su conciencia no tiene historia y está desprovisto de sufrimiento y de moral. El robot no pregunta ni reclama, no queda embarazado y habla lo que está programado. Careciendo de voluntad propia, no se mueve por ambiciones y se encuadra perfectamente en la categoría de "esclavo cibernético", sin que los defensores de la libertad exijan su liberación. Además, 'robot' viene del francés, que a su vez deriva del checo robota, que significa 'trabajo forzado. Estamos siendo robotizados por la sociedad neoliberal, que se caracteriza por la penuria lingüística. La televisión se impone sobre nuestras propias imágenes, nos roba los sueños y las historias, los proyectos y las utopías. Somos paulatinamente transformados en felices analfabetos en lo que corresponde a los significados de las cosas y de la vida. Poco a poco el flujo de imágenes, la abundancia de informaciones, la avalancha de entretenimientos desprovistos de contenido, todo ello amenaza nuestra capacidad de reflexión propia, de conciencia crítica, de indignación y de solidaridad. Estamos tranquilos porque no tenemos conciencia de nuestro analfabetismo filosófico. Vemos los hechos y los signos, pero no sabemos cómo hilvanarlos con significado coherente, que nos apunte un rumbo hacia el futuro. Robotizados por los modismos, dedicamos al cuerpo cuidados que no dispensamos al alma. He ahí la contradicción: nuestra exhuberancia exterior no coincide con nuestra penuria interior. (Traducción de José Luis Burguet)