Chile se desmarca de América Latina
20/11/2003
- Opinión
Sabiendo que levantaría susceptibilidades, el presidente
Hugo Chávez, declaró su apoyo a la reivindicación
marítima de Bolivia. Lo hizo en una significativa
ocasión: la Cumbre Iberoamericana que se realizó en
Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) y el Encuentro Social
Alternativo desarrollado al mismo tiempo.
Molesto por la declaración, reiterada en tres
oportunidades, el gobierno del presidente Lagos llamó a
consultas a su embajador en Caracas. Esto, en lenguaje
diplomático, significa la suspensión de relaciones en
tanto no se supere el impasse.
El presidente de Venezuela ha dicho, muchas veces, que
privilegia su relación con Bolivia. Lo hace con su
habitual desapego a las normas protocolares. Pero, en
este caso, va más allá de una expresión de sentimientos.
Es la constatación de que una injusticia histórica es un
difícil obstáculo para la integración latinoamericana.
Desencuentro centenario
Casi 125 años atrás, una guerra provocada por la
política expansionista de La Moneda, cercenó los
territorios de Bolivia y Perú. Éste, reivindica el morro
de Arica, símbolo de su soberanía. Bolivia reclama su
acceso al mar.
Una política internacional chilena de fuerza y duro
razonamiento, ha mantenido tal situación sin variantes,
complicando seriamente sus relaciones no sólo con
Bolivia, sino con otros países de la región.
El carácter de esa política internacional tiene una sola
explicación: el comercio internacional boliviano pasa,
de modo casi ineludible, por los puertos chilenos. Esto
hace que, los distintos gobiernos de Chile, estén
dispuestos a ofrecer franquicias de tránsito, pero
ningún atisbo de acceso propio al mar. Es más: confiando
en que Bolivia no tiene posibilidades de trasladar su
comercio a los puertos peruanos, impone duras
condiciones que, en el resultado final, hacen que Chile
se beneficie en una proporción de 1 a 10 en el balance
anual de importaciones y exportaciones.
A partir de ese contexto, no resulta extraño que Chile
se haya retirado del Pacto Andino, prácticamente en sus
inicios y no haya participado en la formación del
MERCOSUR, al que ahora se acerca con reticencias. Por
contrapartida, se esmera en su relación con Estados
Unidos, incluyendo la firma de un tratado de libre
comercio que, prácticamente, es un adelanto al ALCA
repudiado por grandes sectores populares en todo el
continente.
La integración necesaria
Enfrentados a la globalización, los pueblos
latinoamericanos están buscando su propio derrotero. Los
extraordinarios adelantos científicos, las instantáneas
comunicaciones internacionales, el inmenso comercio
mundial, son avances que pueden beneficiar a toda la
humanidad. Pero un puñado de intereses transnacionales,
representados por los gobernantes de las naciones más
desarrolladas, se apropió de la ciencia, de la técnica y
del comercio.
En tales condiciones, América Latina no será más que
botín de piratas hasta que sus materias primas no sean
necesarias a la voracidad de aquéllas, en tanto sus
países enfrenten ese desafío individualmente. No queda,
pues, sino la integración.
Pero ésta no puede darse si se mantienen injusticias
históricas como el aislamiento de Bolivia, que debe
pedir permiso a Chile cada vez que importa un grano de
trigo y exporta una minucia de gas.
Porque, hoy en día, el tema es así de simple: Bolivia
está en condiciones de exportar cantidades considerables
de gas natural y el gobierno de Chile quiere ser el
socio mayoritario de ese negocio; su carta de triunfo es
el acceso al mar que le quitó a Bolivia en 1879.
Para los gobernantes chilenos, la integración no pasa de
ser retórica, como lo demuestra la reacción ante una
declaración del presidente Hugo Chávez, que no es
lírica, como pretenden algunos, sino que está asentada
en la urgencia de la integración.
Ese proceso se está dando, pese a todos los obstáculos
que se le presentan. El mismo gobierno chileno ha
firmado una declaración del MERCOSUR que establece la
necesidad de potenciar el mercado interno de los países
latinoamericanos –o, al menos, las naciones integrantes
de aquel- antes de concertar acuerdos comerciales con
otros países. Pero, luego de firmar ese documento, Chile
no ha tenido inconveniente en negociar un tratado de
libre comercio con Estados Unidos. De esa manera, Chile
se aísla de un concierto latinoamericano que está
avanzando.
https://www.alainet.org/de/node/108827?language=en
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