Georgia: la caída de uno de los artífices del orden mundial
25/11/2003
- Opinión
El 23 de Noviembre Eduard Shevardnadze renunció a la presidencia de
Georgia, tras que el día anterior la oposición tomó el parlamento
cuestionando su triunfo electoral. La oposición victoriosa proclama
que se trata de una revolución de terciopelo y sin muertos,
mostrando que su pequeño país es parte de Europa democrática. Sin
embargo, esta salida que ha sido aparentemente pacífica ha estado
precedida y puede estar seguida por nuevos baños de sangre.
Georgia tiene importancia estratégica. Hasta antes de su
independencia (1991) ésta se enorgullecía de sus intelectuales, su
alto nivel de vida y sus vinos de competitividad mundial. Sin
embargo tras la desintegración de la URSS y la economía planificada
Georgia fue entrando a un colapso que generó varias guerras
internas.
El hombre que acaba de ser depuesto no es cualquier líder nacional.
Shevardnadze fue el canciller de Gorbachev (1986-90) que llevó a
Moscú a alinearse con Washington, retirarse de Afganistán y aceptar
la disolución del bloque soviético. El es uno de los arquitectos del
actual mundo post-guerra fría.
Tras la desintegración de la URSS Shevardnadze vuelva a su natal
Georgia donde se enfrenta a su caudillo nacionalista Zviad
Gamsakhurdia, quien primero pierde el poder en enero 92 y luego es
derrotado al querer retornar a éste en Octubre 93. Shevardnadze
desde Marzo 92 se convierte en el hombre fuerte de Georgia para
quedarse en la presidencia desde 1995. El antiguo jerarca comunista
se recicla, al igual que otros de sus camaradas, y se transforma en
ortodoxo cristiano y pro-democracia capitalista.
Su oncenio, al igual que el del peruano Fujimori, acaba con marchas
callejeras que rechazan el fraude re-eleccionista. Lo acontecido en
las montañas georgianas guarda cierta resemblanza con el
levantamiento altiplánico que un mes atrás sacó a Gonzalo Sánchez de
Losada. La diferencia es que en Bolivia hay casi un centenar de
muertos y el protagonismo fue de los izquierdizados sindicatos
hostiles a Washington mientras que en Georgia la movilización giró
en torno a líderes pro-EEUU.
Lo que une a Perú, Bolivia y Georgia es que los presidentes que
caían habían sido los impulsores del nuevo modelo económico
patrocinados por Washington. Al igual que en Ecuador y Argentina la
crisis económica acicateó la protesta.
La que fuera una de las repúblicas soviéticas más prosperas ahora
tiene un 60% de su población sobreviviendo debajo de la línea de la
pobreza. El sueldo de un pensionista es de $2 semanales y el ingreso
promedio anual es inferior a los $600. Esto, mientras que el 70% de
la economía está en manos de la familia que rodea a Shevardnadze y
que Georgia es, después de Israel, el país que más asistencia
económica ha recibido de EEUU ($1,000 millones en 10 años).
Si bien el grueso de los 5 millones de habitantes se definen como
georgianos y ortodoxos cristianos, hay 3 repúblicas internas donde
el separatismo es fuerte. Osetia del sur ha querido reunificarse con
Osetia del Norte que es parte de la federación rusa. Desde 1993
Abjasia tiene una fuerte autonomía, la misma que ha defendido
militarmente. Ajaria es liderada por el caudillo local Aslan
Abashidze.
Unas 10,000 tropas rusas están estacionadas en Georgia sosteniendo
que buscan pacificarle, aunque se les sindica de haber privado de
luz y agua al país. Sin embargo, las relaciones entre Tbilisi y
Moscú son tensas. Shevernadze es muy resistido en Rusia pues se le
acusa de haber ayudado al colapso soviético y luego a los
separatistas de Chechenia.
La nueva sucesión en Georgia es algo que no produce mucho agrado en
Putin. Tanto él como Bush chocan por los intereses de ese país que
EEUU quisiera asociar a la OTAN y Moscú considera que es parte de su
entorno. Mas, ambos quieren evitar un estallido social temiendo que
eso inflame una zona petrolera y el conflicto chechenio.
Georgia no tiene petróleo pero por su suelo debe pasar un ducto que
costará a la BP $ 3,000 millones y que transportará hidrocarburos
desde Bakú hasta Turquía sin tener que pasar por Rusia o Irán.
La 'revolución' georgiana ha sido equiparada por el Guardian
británico con el tipo de levantamientos animados por Washington
contra Milosevic en Yugoslavia y Lukashenko en Belarus. El método ha
seguir fue el de denunciar un fraude electoral y financiar marchas
desestabilizadoras de una oposición pro-occidental. En el primer
caso fue un éxito mientras que en el segundo fracasó. En Venezuela
también se ha coqueteado con dicha táctica.
La diferencia es que Shevardnadze nunca ha sido un Chávez o un
Milosevic. Sin embargo, los EEUU aceptaron desbaratarlo pues podía
generar una explosión social. Las 3 grandes personas claves en el
cambio de Georgia son todos pro-Washington: Tedo Japaridze (ex
embajador en EEUU y jefe del consejo de seguridad), Nino
Burdzhanadze (líder del parlamento) y Mikhael Saakashvili (jefe del
principal partido opositor). Este último propone un estado fuerte
pro-occidental y su dureza contra los autonomistas le ha producido
ser tildado de racista y xenófobo.
El tumulto georgiano no ha concluido. El interés de todas las partes
por darle una salida violenta ha tenido como objeto frenar cualquier
posible desborde social. Mas, seguirá la pugna entre los partidarios
de Sheverdandze, quienes siguen teniendo base social, y los
distintos grupos de la antigua oposición. En la disputa podrán
entrar a tallar grupos cívicos o laborales y las 3 repúblicas
lideradas por minorías nacionales.
La crisis económica y la pugna por el oleoducto seguirán
acrecentando las tensiones. Georgia será otro escenario de choques
nacionalistas, internos y de rivalidad entre la casa Blanca y el
Kremlin.
* Isaac Bigio es Analista Internacional. Ha obtenido grados y
postgrados en historia y polìtica econòmica en la London School of
Economics.
https://www.alainet.org/de/node/108870?language=en
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