2003: el año de Bush
09/01/2004
- Opinión
En 2003 George W. Bush dejó su marca en el mundo y es probable que
lo haya celebrado al comenzar el Año Nuevo de 2004. En realidad fue
un año desastroso para Bush, para Estados Unidos, para el mundo. El
año que terminó, Bush buscó demostrar que Estados Unidos podía y que
podría asegurar mundialmente su poder unilateral, reafirmando su
potencia militar, lo que fortalecería su posición política y
económica en el mundo. Estados Unidos mostraría que es la
superpotencia, si no respetada, por lo menos temida, por amigos y
enemigos por igual. ¿Lo logró? Pienso que no.
Repasemos los sucesos desde el punto de vista de Bush. El año
comenzó bastante mal. En febrero Estados Unidos buscó la
legitimación internacional para su guerra contra Irak mediante una
resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Pese al
fuerte cabildeo, incluyendo repetidos telefonazos del mismo
presidente, Washington no pudo asegurar más de cuatro votos (de 15)
para la resolución, y como tal la retiró. En marzo invadió Irak de
todos modos, con una "coalición de los dispuestos", esencialmente
Gran Bretaña, Australia y Polonia. En el último minuto Turquía, pese
a la gran tajada monetaria que le fue ofrecida, se negó a tomar
parte.
No obstante, fue veloz la operación militar y para mayo Estados
Unidos había ocupado, más o menos, todo Irak. Bush proclamó que la
misión se había "consumado". Pero tan pronto lo dijo, comenzó la
guerra de guerrillas y desde entonces sigue creciendo en fuerza. Más
soldados estadunidenses mueren y muchos más caen heridos que en la
primera fase desde que la misión se "consumó", y conforme terminaba
el año las fuerzas armadas estadunidenses admitieron que crecía la
tasa de bajas. Aunque Estados Unidos trabajó intensamente en lograr
que otros países enviaran tropas, fue muy limitado lo que consiguió.
El resultado es que no ha podido reducir en número su propio
destacamento de tropas.
Diciembre trajo un logro brillante, cuasi militar: la captura de
Saddam Hussein. El jefe de la ocupación estadunidense, Paul Bremer,
anunció: "Damas y caballeros, lo tenemos" Y era cierto. Pero como no
se trataba de un juego infantil de "escondidas", no queda claro si
capturarlo le resolvió muchos problemas a Estados Unidos. Sin duda
fue un golpe sicológico, especialmente en Estados Unidos. Pero,
¿redujo la resistencia a la ocupación estadunidense? Tal vez haya
descorazonado a algunos leales baazistas, aunque todavía está por
verse. Por otra parte, liberó a aquellos iraquíes que antes dudaban
si luchar o no contra Estados Unidos por temor a que Hussein
retornara si luchaban. En cualquier caso, en las últimas semanas de
diciembre ocurrieron muchos más ataques violentos contra las fuerzas
de ocupación.
¿Cómo le fue a Bush en el frente político y económico mundial?
Económicamente, la guerra trajo el llamado "repunte Bagdad", que
permitió un brotecito de crecimiento económico en todo el mundo.
Esto se debe en gran medida al keynesianismo militar estadunidense.
Pero existen dos ángulos negativos que deben señalarse. El
crecimiento económico benefició en gran medida a los adinerados. No
redujo el desempleo, ni en Estados Unidos ni en otros lados, ni
incrementó el ingreso real de los estratos trabajadores. Así, el
impacto de más largo plazo sobre la demanda efectiva sigue en duda.
Y lo que es más importante: el dólar sigue derivando hacia abajo.
Este deslizamiento del dólar es para Bush un aliciente económico a
muy corto plazo (es decir, en el año electoral de 2004). Permite un
incremento en las exportaciones estadunidenses y una reducción, en
términos reales, de la deuda externa. Puede también haber taponado
algún repunte ulterior en el desempleo. Pero un dólar fuerte es, a
fin de cuentas, un poderoso instrumento político y económico, y
Estados Unidos no podrá permitirse por mucho tiempo tener un dólar
débil. ¿Puede hacer algo para revertir el deslizamiento? En aras de
cubrir el déficit de la cuenta exterior, jala dinero mediante la
venta de bonos, mes tras mes. Hasta 2003 era capaz de vender lo
suficiente para cubrir su déficit creciente y, como tal, hacer
posibles las increíbles transferencias financieras a las
corporaciones estadunidenses y a los ciudadanos más pudientes.
Pero, conforme el dólar comenzó a perder valor significativo, el
resto del mundo empezó a dudar de "meterle dinero bueno al malo",
comprando bonos cuyo valor se hunde. La entrada de dólares ya no
cubre el déficit estadunidense, lo que comienza a meter en problemas
al Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Hasta ahora la
situación se mantiene sin caer en el desastre inmediato total sólo
por la decisión de los gobiernos del este asiático (particularmente
China), que continúan comprando documentos del Tesoro estadunidense.
China (y Japón y Corea del Sur) hace esto, por supuesto, porque
conviene a sus intereses. Pero invertir en dólares también los pone
en riesgo, y podrían muy pronto arribar a la conclusión de que las
ventajas son más endebles que los riesgos que corren sus recursos.
En cualquier caso, Estados Unidos depende ahora de ellos para
mantener su salud económica, y no a la inversa, lo cual no significa
estar en posición de fuerza. Y mientras tanto, se pone a la venta,
para los inversionistas extranjeros, lo contrario de lo que Estados
Unidos desearía.
Políticamente la situación no es mucho mejor. La guerra contra Irak
marcó un punto de quiebre en sus relaciones políticas con Europa.
Francia, Alemania y Rusia viraron su postura: de ser aliados
recalcitrantes son ahora rivales políticos sistemáticos. Actúan con
cautela respecto de Estados Unidos, ya no se coluden. Esto significa
que, aunque de vez en vez sigan en línea con lo que Washington
propone, no se cuenta con ellos para todo. El replanteamiento de la
deuda iraquí lo ejemplifica. James Baker parece haber obtenido
compromisos de sus deudores europeos y del este asiático, de
renunciar a parte de la deuda que a Irak tiene con ellos. En
cualquier caso, estos países pueden ha-berse cansado de esperar por
sus pagos, y podrían aun conseguir concesiones en torno a derechos y
negociaciones futuras con Irak como parte del precio de cancelar su
deuda, cuando los arreglos detallados se lleven a cabo. Baker no ha
conseguido todavía el respaldo de los estados árabes, que son los
principales acreedores. No debe olvidarse que uno de los motivos de
la invasión iraquí a Kuwait fue anular la deuda que se tenía con
este último país.
Ahora se dice abiertamente que Europa occidental ya no volverá a ser
la seguidora fiel del liderazgo estadunidense. La mayoría de las
figuras políticas, incluidas las más conservadoras, consideran que
la política de Washington en Medio Oriente es fundamentalmente un
fracaso, no sólo en Irak, sino también en Afganistán, Irán e Israel-
Palestina. Si Pakistán o Arabia Saudita estallan en la cara de
Estados Unidos, habrá Schadenfreude en la mayoría de las capitales
europeas, incluso en Europa de este.
Por último, pero no menos importante, la campaña electoral promete
ser muy difícil para Bush. Por el momento cuenta con frenar la
amenaza de deflación y tiene en su haber la captura de Saddam
Hussein para impulsar su campaña. Pero Bush no sólo le erizó los
pelos al resto del mundo: ya logró despertar inclusive a un
electorado estadunidense soñoliento que hoy está involucrado
apasionadamente en lo político. Tiene devotos que lo siguen, pero
una porción significativa de la población estadunidense se opone de
la forma más enfática posible. Hay sin duda algunos votantes veletas
atraídos por su retórica patriotera. Pero hay también muchos, es
probable que sean más, que tienen miedo de un segundo periodo de
Bush (los jóvenes, que con frecuencia no votan, los verdes, los
negros y los latinos), y esta vez se preparan para votar,
especialmente por Dean.
2004 puede no ser el año de Bush.
© Immanuel Wallerstein. Traducción: Ramón Vera Herrera
La Jornada, México D.F. Viernes 9 de enero de 2004
https://www.alainet.org/de/node/109072
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