Mar para Bolivia: posibles alternativas

19/01/2004
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Tratemos de ser objetivos y ver como Bolivia podría acceder de mejor manera al océano. En las actuales circunstancias es imposible para ésta reconquistar por la fuerza el litoral perdido en 1879. Bolivia tiene una población, economía y ejército menores que el de su vecino. Ninguna potencia empuja a Bolivia contra Chile, quien se encuentra en mejores relaciones con EEUU y la UE. Dentro de Chile no hay una minoría que reclame volver a Bolivia (como si pasaba con ciertas áreas de Polonia o Checoslovaquia que en los 1930s pidieron ser anexadas por Alemania). Una conmoción social no existe en Chile y, mas bien, quien sufre esta es Bolivia. Desde el punto de vista diplomático La Paz reconoció las actuales fronteras con Santiago en Octubre 1904 y, a cambio de ello, recibió compensación económica y acceso a Arica a través de un ferrocarril construido por Chile. La única manera que en las actuales circunstancias Bolivia podría tener una salida al mar es mediante una negociación, lo mismo que obliga a hacer concesiones. Esto implica que La Paz debería entregar a Santiago una porción de su territorio y/o de sus recursos. Hace 3 décadas existieron avanzados planes entre Bánzer y Pinochet para hacer un intercambio territorial. Bolivia cedería zonas ricas en litio y otros minerales en Potosí a cambio de un corredor de unos 5 kilómetros de ancho al norte de Arica. Este proyecto generó rechazos dentro del altiplano debido a que muchos se negaban a entregar un territorio que pensaban podría ser usado luego por Pinochet como punta de lanza. La creación de un corredor boliviano entre Tacna y Arica es cuestionada por los alcaldes de ambas ciudades pues afectaría fuertemente el comercio que ambas tienen entre ellas y del cual viven. Otras voces discuten lo impracticable de crear toda una nueva ciudad y puerto en las playas al norte de Arica. Según el tratado Perú-Chile de 1929 ambos países no pueden ceder ningún área de Tacna o Arica o incluso construir allí una nueva línea férrea internacional sin el consentimiento del otro. El Perú no vería con buenos ojos la eliminación de una productiva frontera con Chile así como que con la entrada de Bolivia se pudiese complicar el diferendo sobre la plataforma de mar que hay con Chile en torno a la diagonal por la que deben pasar las 200 millas marinas de ambas repúblicas. Un corredor boliviano al sur de Arica partiría incómodamente a Chile. Santiago podría evitar ello cediendo una zona costera boliviana que se conecte con el resto de Bolivia pasando por territorio chileno. El presidente Lagos ha propuesto una concesión especial en la cual se apliquen los impuestos y las leyes bolivianas pero que la soberanía y la bandera nacional sigan siendo formalmente chilenas. Si Bolivia insiste en tener su propio enclave este sería una suerte de Kalingrado, un pequeño territorio ruso con puerto en el Mar Báltico pero desconectado del resto del país mediante la república independiente de Lituania. A cambio de esta salida Bolivia debería permitir que Chile se anexe un territorio en sus montañas o en la cuenca amazónica para que los mapochos tengan salida directa a la mayor cuenca fluvial del planeta e indirectamente al Atlántico. Igualmente La Paz podría conceder a empresarios o instituciones chilenas la participación en la explotación de diversos recursos, incluyendo el gas. Sea cual sea la opción tomada Bolivia, Chile y Perú se verían consecuentemente obligadas a mejorar su mutua integración. Si se decidiese excluir a cualquiera de los 3 en un acuerdo este podría acabar siendo torpedeado. Se podrían dar una serie de medidas como abolición del uso de pasaportes entre estos países y una convergencia de leyes e impuestos. Una unión comercial, legislativa, económica, monetaria y política entre ambos sería el destino final. La unión de las repúblicas del Pacífico sur traería mutuos beneficios. Bolivia tendría una extensa costa y Chile acceso a la Amazonía, gas y agua para irrigar su desértico norte, y Perú tendría acceso a mercados y recursos, y, al igual que Bolivia, podría poner su pie en la Antártica y Oceanía. Esta convergencia podría darse en el marco de un bloque regional siguiendo un modelo similar al de la Unión Europea. Los nacionalistas indianistas o los socialistas también plantean otras formas de unificación, las cuales solo podrían darse mediante la violencia ya sea a través de una serie de golpes militares, guerras o mediante una revolución internacional. Los primeros hablan de reconstruir el Tawantisuyo. Algunos de ellos, como los Humala del Perú, tienen un fuerte discurso contra Chile y en pro de anexarse el norte de ese país. Los marxistas tienen un viejo planteo a favor de una confederación de repúblicas obreras del Pacífico o del continente, la misma que remplazaría una economía de empresa privada por una socializada y planificada. La dificultad que hay para ir hacia una unión progresiva y voluntaria radica en una serie de disputas de intereses creados y en rencillas patriotas. El mantenimiento del actual status quo también puede generar violencias. El sector más explosivo es el altiplánico donde hace unas semanas se produjo la caída mediante una huelga general del mandatario acusado de querer 'vender el gas'. * Isaac Bigio. Analista internacional.
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