El cónclave Bush-Blair

14/04/2004
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El presidente norteamericano y el primer ministro británico se reunen para discutir el futuro del Medio Oriente. La agenda de George W Bush y Blair Tony ha sido severamente influida por el giro que EEUU ha dado al apuntalar este miércoles a los planes de Ariel Sharon. Por más que Londres se precia de querer ofrecer una matiz tolerante ante Iraq o Palestina, Washington sigue afilando la línea dura. El cónclave de los caudillos de la 'Coalición de la Voluntad' se da después de importantes cambios. A un año de haber sido depuesto Saddam Hussein se ha venido produciendo un levantamiento popular sunnita y chiíta en Iraq. El principal aliado de ambos, José María Aznar, ha sido remplazado por Rodríguez Zapatero quien encabeza a un grupo de ocupantes que están por replegarse de Iraq. En la víspera del cónclave Bush ha dado un viraje histórico en la cuestión palestina al haberse convertido en el primer mandatario de la Casa Blanca que acepta el derecho de Israel para anexarse territorios de Cisjordania y de negarse a aceptar refugiados palestinos en su estado. Además, Osama Bin Laden ha hecho llegar declaraciones suyas a dos canales árabes en los cuales reivindica el 11-M anunciando que dará tregua a toda potencia occidental que retire sus tropas del mundo mahometano. Con ello él muestra su astucia de político que intenta amedrentar y dividir a sus enemigos. Tony Blair se encuentra en una situación difícil. Él es el jefe del laborismo, un partido basado en los sindicatos y de historial socialista, y ahora marcha tras uno de los presidentes más derechistas que ha producido el conservador partido republicano norteamericano. Las justificaciones que él ha venido dando para ello es que de esta manera su país se convierte en el principal socio de la única mega- potencia, que esa alianza sirve para democratizar al globo, y que mantener ésta es vital para evitar que los halcones de Washington empujen a EEUU a políticas intervencionistas más duras. Sin embargo, la realidad viene mostrando que el Nuevo Laborismo de Blair cada vez más se arrastra a las pautas dictadas por el Nuevo Conservadurismo de Bush. Dos claros ejemplos de ello son los recientes sucesos en Palestina e Iraq. Después que el Sheik Yassin fue asesinado por un misil israelí, Jack Straw, secretario británico de relaciones exteriores, condenó esa acción. Esto, mientras la Administración republicana se negaba a criticar a Israel. Luego, Sharon viaja a EEUU y Bush acaba endorsando su plan para una nueva partición. Blair, que tradicionalmente decía que su entente con Bush era vital para forzarlo a que acepte un estado palestino, se ve obligado a 'saludar' la iniciativa hebrea de retirarse de Gaza. Mas, el plan de Sharon hace muy difícil la viabilidad de un estado palestino antes de su proclamación. Israel anuncia que desmantelará las 21 colonias en Gaza y unas 5 en Cisjordania pero mantendrá el grueso de sus asentamientos en los territorios ocupados después de 1967. A cambio de abandonar colonias donde moran menos de 10,000 personas, Israel oficialmente integraría a su estado asentamientos sionistas poblados por más de 200,000 colonos así como toda Jerusalén y una franja de nuevas zonas ocupadas. Sharon abandonará unilateralmente Gaza y gran parte de la Cisjordania manteniendo entre su estado y las zonas que abandone para Palestina una ultra-fortificada 'muralla china' de cientos de kilómetros de largo. Esto ha sido rechazado fuertemente hasta por los palestinos más moderados. Todos los partidos palestinos han nacido demandando el restablecimiento de Palestina sobre la base del área que ocupaba el mandato británico previo a la partición de 1947-48. En los 1990s Arafat y la OLP aceptaron reconocer a Israel a condición que se les permitiese proclamar su estado en el 23% de la Palestina histórica que estaba conformada por los territorios ocupados en la guerra de 1967. Mas, ahora se reduce ese porcentaje aún más y se sostiene que los refugiados palestinos sólo podrán ser absorbidos en Gaza y Cisjordania. Esto generará brotes de violencia y resistencia dentro de los palestinos. La suma de esa frustración más la sublevación de Faluja y las 3 ciudades sagradas chiítas de Iraq puede generar un peligroso descontento en una región donde hay diversos polvorines. No obstante, la línea de Bush es la de mostrar mucha determinación y disposición a usar la fuerza para ir amedrentando a sus oponentes. El cálculo de Bush es que ello obligue al 'Ejército Mahdi' a capitular y a los radicales palestinos a tenerse que conformar con los hechos consumados. El riesgo es que al seguir el sendero de Sharon Londres y Washington provoquen más reacciones populares árabes anti-occidentales mientras que algunos aliados suyos decidan seguir a Madrid en retirarse de Iraq. * Isaac Bigio Analista internacional www.bigio.org
https://www.alainet.org/de/node/109769?language=en
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