Cumbre de Monterrey: EEUU no pudo imponer su voluntad absoluta

27/01/2004
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 "El emperador vino por lana y salió trasquilado". Con esta frase podría calificarse los resultados obtenidos por George W. Bush en la Cumbre extraordinaria de las Américas que se desarrolló en Monterrey (México) a mediados de enero. En efecto, los representantes de los países más poblados de América del Sur no se subordinaron a la política imperial y al contrario se escucharon voces críticas –como la de los presidentes Chávez y Kirchner- que pusieron en el tapete la inconformidad que existe en la región respecto al ALCA, el FMI y la deuda externa.

 

 Si se compara con las anteriores Cumbres (Miami 1994, Santiago de Chile 1998 y Québec 2001), en las que el alineamiento de los gobernantes de la región (con excepción de Cuba) a Washington era absoluto, se puede decir que Monterrey marca una diferencia. El hecho de que se haya roto la unanimidad ya es un indicativo de que algo está cambiando en América Latina en cuanto a la correlación de fuerzas. La presencia de gobiernos como el de Lula, Kichner y Chávez, que han incorporado elementos de independencia y soberanía a sus políticas exteriores, indica que el poder imperial encuentra algunos obstáculos para imponer sus proyectos de recolonización y militarización en la región.

 

¿Qué llevó a Estados Unidos a presionar por la convocatoria de una Cumbre extraordinaria siendo que la ordinaria debe realizarse en Buenos Aires en el 2005? En los últimos años la situación de América Latina amenaza con escaparse de las manos a Washington. El modelo neoliberal-fondomonetarista, inspirado en el Consenso de Washington (desregulación, privatización, liberalización) explotó en pedazos con la crisis argentina de diciembre del 2001.

 

Las prédicas del "libre comercio" y las soluciones de mercado han sido incapaces de resolver los agudos problemas de la región, como demuestra la década de vigencia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Por el contrario, se ha extendido la miseria, el desempleo, las migraciones forzadas, la degradación del medio ambiente, la inseguridad y la violencia, mientras se concentra cada vez más la riqueza en las élites locales y las transnacionales.

 

El descontento y la resistencia de los pueblos van cobrando mayor fuerza a tal punto que rebeliones populares han derrocado, en los últimos cuatro años, a gobiernos corruptos -apoyados por Estados Unidos- en Ecuador, Argentina y Bolivia. Al mismo tiempo, a raíz del Foro Social Mundial de Porto Alegre, la oposición ciudadana al ALCA se ha multiplicado aceleradamente, mientras los gobiernos de Venezuela, Brasil y Argentina apuestan a ampliar y fortalecer el mercado sudamericano.

 

En estas circunstancias, Bush fue a Monterrey con varios objetivos. Por un lado, lograr de los 34 presidentes y jefes de Estado un claro respaldo al ALCA y un compromiso para que este entre en vigencia a partir del 2005. Por otro lado, pretendió imponer su agenda centrada en la seguridad y el combate al terrorismo. Así mismo, intentó neutralizar la influencia de los gobiernos de Brasil y Argentina que hacen un contrapeso a Washington en temas como el ALCA y se han negado a seguir su política de injerencia y desestabilización de los gobiernos de Chávez y Fidel Castro.

 

Bush, quien se dice un presidente democrático, aprovechó la Cumbre para involucrarse directamente en los asuntos internos de otros países: en una reunión mantenida con el presidente mexicano Vicente Fox comparó la situación política venezolana con la de Haití y Bolivia y le pidió a Fox trabajar juntos con la OEA para "asegurar la integridad del proceso de referéndum presidencial que se está llevando en Venezuela". También llamó a derrocar al gobierno cubano al que considera -junto con el de Venezuela- como factores de "desestabilización" de la región. La "preocupación" de Bush por Cuba, en un año electoral, fue interpretada como una señal para ganarse el "voto hispano" – especialmente el de Miami- que se está convirtiendo en un factor decisivo que puede dirimir la disputa entre republicanos y demócratas.

 

Cuestionamientos al ALCA

 

 Si bien Estados Unidos logró que el tema del ALCA sea discutido en la cita de Monterrey y que en el documento final conste que el "acuerdo comercial fomentará el crecimiento económico, reducirá la pobreza y hará posible el desarrollo y la integración del continente", no pudo imponer nada más de lo acordado en la reciente Cumbre de ministros de comercio en Miami, en la que se acordó la puesta en marcha de un "ALCA light", diferente al proyecto duro ideado inicialmente por Estados Unidos. La diplomacia brasileña rechazó el intento de Estados Unidos de insertar el tema del ALCA que no estaba en la agenda original de la Cumbre, pero al final aceptó, junto con Argentina, suscribir lo acordado en la reunión sobre el ALCA en Miami.

 

 La posición de Venezuela, en cambio, fue más firme e impuso un párrafo en la declaración en la declaración final que textualmente dice: "Venezuela se reserva el párrafo relativo al ALCA, por motivos principistas y diferencias profundas acerca del concepto y la filosofía contenidas en el modelo propuesto, así como por el tratamiento dado a las materias específicas y a los plazos establecidos. Ratificamos nuestro compromiso con la consolidación de un bloque regional y de comercio justo, como base para fortalecer los niveles de integración. Este proceso debe considerar las especificidades culturales, sociales y políticas de cada país; la soberanía y constitucionalidad; el nivel y tamaño de sus economías para garantizar un trato justo".

 

De su parte, el presidente argentino, Néstor Kirchner, planteó que el ALCA debe reconocer las diversidades y que este proyecto no servirá a la prosperidad de los países si no se resuelven las asimetrías existentes, aspectos que no fueron recogidos en el documento final.

 

En la Declaración de Nuevo León se hizo hincapié, por otro lado, en intensificar la lucha contra la corrupción para lo cual los representantes de los gobiernos se "comprometieron a denegar refugio a los funcionarios corruptos, a quienes los corrompen y a sus bienes". En este aspecto tampoco pasó la tesis de Estados Unidos de excluir de este tipo de cumbres a los países cuya lucha contra la corrupción deje que desear, por considerar que esta situación es difícil de determinar.

 

En las próximas meses se podrá comprobar si Estados Unidos está dispuesto a pasar de la retórica a los hechos en esta materia, pues, tendrá que extraditar a centenares de hombres de negocios, banqueros y políticos corruptos que han encontrado refugio y protección en su territorio, pese a que tienen cuentas pendientes con la justicia de varios países latinoamericanos.

 

Tensión Washington Buenos Aires

 

 La Cumbre de Monterrey sirvió también para ventilar las diferencias entre Washington y Buenos Aires. Las relaciones de los dos países se han enfriado a raíz de los cuestionamientos que ha hecho Kirchner al FMI, a las transnacionales y a los capitales "golondrinas" a quienes ha responsabilizado de haber precipitado la crisis de su país.

 

 En los días previos a la cita de Monterrey, estas relaciones llegaron al punto más bajo cuando el subsecretario de Asuntos Hemisféricos de Estados Unidos, Roger Noriega, criticó al gobierno de Kirchner por su relación con Cuba. El presidente argentino respondió que su país no era alfombra de nadie, mientras que la cancillería señaló que los "tiempos de la alineación automática habían pasado". Por otro lado, Washington no ve con buenos ojos que Kirchner se haya reunido con el dirigente social boliviano Evo Morales.

 

Bush y Kirchner mantuvieron una reunión de 50 minutos, en la "que predominó el buen clima y se evitaron las rispideces al no tocar los temas potencialmente conflictivos como Cuba y el ALCA", según la versión de un periódico de Buenos Aires. En esta reunión, los dos mandatarios se reafirmaron en sus posiciones: Bush le pidió a Kirchner que desmienta las habladurías de que Argentina no piensa cumplir sus compromisos de pago, a lo que Kirchner respondió que "pagaremos lo que podemos pagar".

 

Cabe destacar, que al final de la Cumbre Extraordinaria de Monterrey, Kirchner responsabilizó a los Estados Unidos y a los organismos multilaterales, principales impulsores de las políticas neoliberales, de consolidar un modelo de injusticia, de quiebra de las economías y de llevar a extremos la desigual distribución del ingreso, así como la exclusión y la corrupción que padecen muchos países.

 

Por los demás, cabe indicar que la "Declaración de Nuevo León", aprobada en la Cumbre, constituye una declaración general y retórica que se refiere al crecimiento con equidad, el desarrollo social y la gobernabilidad democrática.

 

El presidente venezolano, Hugo Chávez, dijo que la declaración contiene 50 y más enunciados -"algunos de ellos muy lindos"- pero que no se ponen metas concretas, como por ejemplo el compromiso de reducir la mortalidad infantil en un 10 por ciento en un determinado plazo. Por ello este documento solo será un "saludo a la bandera", agregó.

 

Publicado en América Latina en Movimiento # 380 (ALAI), p. 1, 27-1-2004, Quito

 

 

https://www.alainet.org/de/node/110036
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