Y creyeron que bastaba con hablar de Costa Rica como se habla de una marca de desodorantes, de dentífrico, de papel higiénico. El "pequeño gran exportador", en medio de colorines y efectos especiales y caritas sonrientes. Y Trejitos con su sudorosa verborrea y la señor González con su gesto de sargento nazi. Y el Presidente con su infinita desvergüenza manipuladora, una vez y otra reiterándose en el chantaje moral, en su cínica tergiversación de la realidad, en el burdo intento por fingir un lenguaje del pueblo que no es sino la apropiación ilegítima, y por sobre todo imposible, del sentir popular. Creyeron que nuestro pueblo creería que el despilfarro de los ricos y la abundancia y el poder de las transnacionales, eran su propio progreso, su llave al paraíso, el sendero a la tierra prometida. Creyeron que podrían hacer creer a nuestro pueblo que ser pobres era ser ricos, que tener hambre era sentir hartazgo, que vivir en penuria era vivir en boato. Y de fijo estaban creídos que harían creer a nuestro pueblo que estando bien los poderosos todos, como por ensalmo, también estarían bien. Pero, sobre todo, han estado convencidos de que podían subastar la patria y vender a precio de ganga cada retazo de nuestra nación, y que el pueblo asistiría impávido al remate, y aplaudiría cada dólar que cayeron en los bolsillos de quienes ejecutaban la venta, y que su silencio y complicidad quedaría comprada con la estupidez de los big brothers y los atododares, con los golcitos de la sele y el chingichingi de cualquier cantantucho de moda. Pero una vez más les ha salido el tiro por la culata y, como en abril de 2000, el hartazgo se les está volviendo indigestión y diarrea tronadora. Que no bastan millones en publicidad ni todas las amenazas del señor Zoellick, ni los editoriales de La Nación ni las moralinas de don Julio, ni en todo ese inmenso alud de manipulación a que han reducido la democracia costarricense. Que el pueblo costarricense es mucho más inteligente y sensible, y también mucho más orgulloso de ser lo que es y de tener lo que ha construido, de lo que ellos jamás se imaginaron. Que, sobre todo, nuestros hombres y mujeres tienen mucha más dignidad y valentía de la que jamás podrá correr por las venas de ninguno de estos lídercillos de pacotilla que manejan el poder en Costa Rica.