¿Kerry? ¿Bush?
28/10/2004
- Opinión
Ante la inminente y muy reñida elección presidencial en Estados
Unidos es necesario insistir en que la victoria de George W.
Bush sería, por mucho, la peor de las opciones. Esto es válido
para el mundo, para América Latina y para el propio Estados
Unidos. En ciertos sectores de izquierda y progresistas, dentro
y fuera de la superpotencia, no es visto así porque parten
erróneamente del criterio que lo mismo da uno que otro candidato
del sistema. No toman en consideración una diferencia
importantísima y es que Bush representa el resurgimiento del
nazifascismo con todas sus consecuencias, como en su momento
Hitler en Alemania, sólo que ahora con colmillos nucleares y sin
una alianza a la vista de Estados que se le enfrenten.
Cierto, no es la revolución social ni nada parecido lo que está
en juego en el país del norte en estos comicios, pero no debe
subestimárseles por eso. Y es que de ganar Bush, seguramente se
producirá una mucho mayor restricción de las libertades
políticas, que intentará ahogar al desarticulado pero raigal
movimiento democrático y progresista existente de costa a costa,
desacreditarlo con la acusación de antipatriota y paralizarlo
usando el miedo al estilo de los peores tiempos del macartismo.
En el exterior -con los fanáticos neoconservadores
envalentonados- sobrevendría una política aún mas agresiva,
belicista e injerencista, signada por el más absoluto desdén del
derecho internacional. En América Latina aumentarían los
intentos de rendir a Cuba por asfixia económica, algo que ya
está en marcha a todo vapor y sería iluso descartar un intento
de agresión armada de algún tipo. Se intensificarían la
subversión contra la revolución bolivariana, las presiones y
chantajes a todo gobierno que intente apartarse del guión de
Washington y la represión contra los cada vez más numerosos
movimientos antineoliberales y antimperialistas. Si hoy nos
horroriza la carnicería en Irak, debemos esperar un
recrudecimiento de esta, así como agresiones económicas y
militares contra países como Siria e Irán. La resistencia del
pueblo palestino a la ocupación podría ser castigada como nunca
antes con el pretexto de que no acepta el plan de "paz" de
Sharon.
Esto no significa que una victoria de Kerry elimine de entrada
todos estos peligros, pero sí puede esperarse del bostoniano una
conducta mucho más previsible, acorde con los usos tradicionales
del imperialismo estadunidense. Existen señales claras de que
por lo menos un sector muy importante del Establishment ha
llegado a la conclusión de que la política de Bush y su pandilla
conduce a la destrucción de la sociedad americana tal como la
conocemos hoy y del mismo sistema imperialista. Este sector
parece darse cuenta de que sería suicida continuar un curso
troglodítico como el bushista y es proclive a reconsiderar lo
que llaman una sobrextensión del imperio. Dicho en otras
palabras, a reducir el ritmo de expansión militar y la
incomparable fabricación de enemigos o adversarios de Estados
Unidos que practica la administración de Bush.
Pero si se produjera la derrota del texano las fuerzas populares
y antiimperialistas no deben tampoco bajar la guardia. Podrá
venir un gobierno menos agresivo en Washington, pero seguirá
intentando esquilmar a los pueblos, única forma de tapar sus
agujeros negros del déficit fiscal y de cuenta corriente y el
amenazante debilitamiento del dólar. De modo que continuará los
esfuerzos por aplicar las políticas neoliberales en el tercer
mundo y por controlar las áreas más ricas en recursos naturales
del planeta. En América Latina con instrumentos como el ALCA y
aún con otros de apariencia menos inofensiva. No sabemos qué
políticas emprendería en otras áreas del mundo. Por ejemplo, si
se empeñaría en mantener las tropas en Irak y en continuar el
apoyo incondicional a los demenciales planes de Sharon contra el
pueblo palestino.
Por eso en caso que gane John Kerry habría que evitar el peligro
de una desmovilización del movimiento popular y
antiimperialista, que en cualquier alternativa necesitará elevar
su combatividadad y acrecentar su solidaridad mutua, en primer
término con los que luchan en el seno de Estados Unidos. La
solidaridad internacionalista de los muchos es el oxígeno
indispensable para conseguir victorias duraderas ante al
imperio, garantía del éxito de los pueblos en resistencia por
encima de diferencias nacionales, raciales, idiomáticas o
culturales.
https://www.alainet.org/de/node/110812?language=en
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