Las familias campesinas de los países empobrecidos sobreviven, en la mayoría de casos, rodeadas de un ecosistema muy apto para el cultivo de alimentos, para la cría de animales, para la pesca o para el aprovechamiento de los recursos forestales. Pero más de un 70% de ellas viven en la pobreza y sufren problemas de malnutrición porque esos recursos están en manos de una élite. En los 60, la gran promesa para el campo fue la revolución verde. Ahora es la revolución de los transgénicos. Técnicas agrícolas diseñadas para aumentar la productividad exprimiendo la tierra al máximo. Así, las mejores tierras campesinas dan más beneficios, aunque siguen yendo a parar a los bolsillos de la misma élite, con lo que crece la pobreza rural. Frente a tanta injusticia, la Vía Campesina (plataforma internacional formada por más de 100 millones de pequeñas familias rurales) apuesta por una agricultura campesina o agroecología, que pueda estar bajo el control de los propios agricultores y ganaderos, basada en la recuperación de saberes tradicionales, en el aprovechamiento de la biodiversidad, en armonía con el medio ambiente y que requiere pocos insumos externos, por ejemplo, favoreciendo el uso, la protección y multiplicación de las semillas nativas. Recordando las lecciones del educador brasileño Paulo Freire, referente universal de la educación popular --"solo el conocimiento libera"-- Vía Campesina y el Gobierno de Venezuela han firmado un acuerdo que ha permitido la creación del Instituto de Agroecología. A partir de septiembre formará a 250 alumnos (el 50%, mujeres) para organizar y desarrollar la agroecología, es decir, para construir un nuevo paradigma en el campo, que esta vez sí que será una verdadera revolución. (Noticia publicada en la página 6 de la edición de 26/7/2006 de El Periódico - edición impresa). - Gustavo Duch Guillot, Director de Veterinarios sin Fronteras gustavo.duch@veterinariossinfronteras.org www.veterinariossinfronteras.org