Asesinos de la naturaleza

11/08/2006
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Para fabricar buena parte del papel como el que tenemos ahora en nuestras manos se cometen tres ecocidios o asesinatos de la Naturaleza. El primero es la tala de los montes tradicionales o sustitución de zonas de cultivos alimentarios (trigo, arroz, maíz...) para plantaciones de árboles madereros de rápido crecimiento que se convierten en la materia prima necesaria para fabricar el papel. Ello provoca una importante pérdida de biodiversidad, con la desaparición de muchas especies animales y vegetales, desplazando las actividades ganaderas, agrícolas y forestales clásicas. Por eso, a estos monocultivos también se les conoce como desiertos verdes. Esta práctica, que consigue rápidos beneficios económicos, se desarrolló en el medio rural gallego durante los años de la dictadura franquista, con la repoblación de montes a base de eucalipto, una especie desconocida para las tierras gallegas, siendo ésta una de las causas que favorecen los fuegos de cada verano. 'Nunca máis contra o lume'. El segundo delito son los brutales efectos medioambientales que provoca la industria de la celulosa, que lógicamente se instala cercana a las zonas de las plantaciones. A los grandes consumos de agua que requiere el crecimiento de eucaliptos hay que sumarle los altos niveles de contaminación del territorio que se provocan durante el procesamiento hasta generar la pasta de papel. Los acuerdos del Protocolo de Kioto ya advierten de estos costes ambientales, de forma que la normativa para la instalación de este tipo de industrias en Europa se ha vuelto lógicamente muy rígida y más costosa económicamente. Así nos encontramos con el tercero de los ecocidios, el más lejano a nosotros pero quizás el más grave por su dimensión. Grandes áreas del Cono Sur latinoamericano y del sudeste asiático se están reconvirtiendo en 'áreas papeleras'. Subsidiados por el Banco Mundial en algunas ocasiones o por engañosos créditos al desarrollo en otras, en estas zonas se instalan los bosques artificiales de eucaliptos y las papeleras, desplazando a millones de familias campesinas que vivían de los frutos de su trabajo en el campo. Donde se producía alimentos para el autoconsumo, ahora se produce papel para exportar. Como quien parte y reparte se lleva la mejor parte, los países repartidores de la globalización han asignado a los países del Tercer Mundo el rol de productores de pasta de papel. La peor parte: la deforestación y la contaminación se queda en sus países. La conversión de la pasta a papel, que es donde se incorpora valor añadido, es decir, los beneficios económicos de verdad, ya la hacemos aquí. Una nueva versión del saqueo de los 'carapálidas'. - Gustavo Duch Guillot es director de Veterinarios sin Fronteras (España) http://www.veterinariossinfronteras.org/
https://www.alainet.org/de/node/116664?language=en

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