Agua para todos
15/03/2007
- Opinión
Hay más de 1.100 millones las personas que no tienen acceso al agua potable y 2.600 millones no disponen de sistemas de saneamiento adecuados. Mientras en países, como Estados Unidos, una persona consume casi 400 litros de agua al día, lo mismo que utilizaría un africano para sobrevivir un mes.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que serían necesarios 11.300 millones de dólares al año para conseguir que se reduzca a la mitad el número de personas que no tienen acceso al agua potable, y cumplir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) para el año 2015.
Tan sólo el 2% del agua del planeta es agua dulce. Y cerca del 70% aún se encuentra congelada en los casquetes polares y los glaciares. Así, sólo el 1% del agua de nuestro “planeta azul” es apta para el consumo de las personas. Además, ese porcentaje tiene que compartirse para el consumo y la agricultura. Cerca del 70% del agua potable es utilizada para el riego de las cosechas. Desde 1960, el uso del agua para la agricultura ha aumentado en un 60%. El consumo durante el siglo XX se multiplicó por seis.
El acceso al agua es un derecho fundamental, ya que la vida no es posible sin ella. Cada año, mueren cerca de dos millones y medio de personas, la mayoría niños, por enfermedades relacionadas con las malas condiciones de abastecimiento de agua y la mitad de las camas de los hospitales de todo el mundo están ocupadas por personas que padecen enfermedades transmitidas por el agua, según Naciones Unidas. Con medidas tan sencillas como enseñar la importancia de lavarse las manos, se reducirían en un 45% los casos de diarrea en el mundo. La OMS ha estimado que las ganancias de productividad derivadas de una reducción de la diarrea, si se alcanzara el ODM relativo al agua potable y el saneamiento, superarían los 700 millones de dólares al año.
Las últimas proyecciones revelan que, si el ritmo de consumo de agua sigue como hasta ahora, en menos de 25 años dos de cada tres personas tendrán problemas para acceder al agua. Para el año 2030 se necesitará un 20% más de agua si el consumo sigue creciendo y el calentamiento global y el deterioro del medioambiente no se reduce. El precio del agua aumentará y muchos son los que baticinan que las próximas crisis mundiales y enfrentamientos bélicos tendrán como causa la escasez de agua. Organizaciones, como el World Watch Instituye, advierten que estos conflictos no los ganarán las naciones con más arsenal bélico sino las que más dinero tengan para comprar alimentos y agua para su población.
El futuro es desesperanzador, sin embargo está en nuestras manos cambiarlo. No sólo es un problema de los Gobiernos y organismos internacionales. No hay que esperar a que aparezcan ideas reveladoras o tecnologías que permitan mejorar la situación. Cada uno de nosotros podemos empezar a cambiar el futuro. Cerrar el grifo cuando nos lavamos los dientes o nos afeitamos, utilizar la lavadora o el lavavajillas cuando estén llenos, ducharnos en lugar de llenar la bañera… pero también exigir una gestión del agua responsable a las empresas y las Administraciones. Protestar porque los sistemas de abastecimientos de nuestras ciudades tienen pérdidas y también por la construcción desmesurada de campos de golf, en lugares donde el agua es escasa, como en España. A pesar de que la escasez del agua es un problema global, hay que hacer de ello un problema a escala humana para implicar a la sociedad civil y cambiar nuestros hábitos de consumo. Porque el agua es un derecho de todos.
Ana Muñoz
Periodista
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que serían necesarios 11.300 millones de dólares al año para conseguir que se reduzca a la mitad el número de personas que no tienen acceso al agua potable, y cumplir con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) para el año 2015.
Tan sólo el 2% del agua del planeta es agua dulce. Y cerca del 70% aún se encuentra congelada en los casquetes polares y los glaciares. Así, sólo el 1% del agua de nuestro “planeta azul” es apta para el consumo de las personas. Además, ese porcentaje tiene que compartirse para el consumo y la agricultura. Cerca del 70% del agua potable es utilizada para el riego de las cosechas. Desde 1960, el uso del agua para la agricultura ha aumentado en un 60%. El consumo durante el siglo XX se multiplicó por seis.
El acceso al agua es un derecho fundamental, ya que la vida no es posible sin ella. Cada año, mueren cerca de dos millones y medio de personas, la mayoría niños, por enfermedades relacionadas con las malas condiciones de abastecimiento de agua y la mitad de las camas de los hospitales de todo el mundo están ocupadas por personas que padecen enfermedades transmitidas por el agua, según Naciones Unidas. Con medidas tan sencillas como enseñar la importancia de lavarse las manos, se reducirían en un 45% los casos de diarrea en el mundo. La OMS ha estimado que las ganancias de productividad derivadas de una reducción de la diarrea, si se alcanzara el ODM relativo al agua potable y el saneamiento, superarían los 700 millones de dólares al año.
Las últimas proyecciones revelan que, si el ritmo de consumo de agua sigue como hasta ahora, en menos de 25 años dos de cada tres personas tendrán problemas para acceder al agua. Para el año 2030 se necesitará un 20% más de agua si el consumo sigue creciendo y el calentamiento global y el deterioro del medioambiente no se reduce. El precio del agua aumentará y muchos son los que baticinan que las próximas crisis mundiales y enfrentamientos bélicos tendrán como causa la escasez de agua. Organizaciones, como el World Watch Instituye, advierten que estos conflictos no los ganarán las naciones con más arsenal bélico sino las que más dinero tengan para comprar alimentos y agua para su población.
El futuro es desesperanzador, sin embargo está en nuestras manos cambiarlo. No sólo es un problema de los Gobiernos y organismos internacionales. No hay que esperar a que aparezcan ideas reveladoras o tecnologías que permitan mejorar la situación. Cada uno de nosotros podemos empezar a cambiar el futuro. Cerrar el grifo cuando nos lavamos los dientes o nos afeitamos, utilizar la lavadora o el lavavajillas cuando estén llenos, ducharnos en lugar de llenar la bañera… pero también exigir una gestión del agua responsable a las empresas y las Administraciones. Protestar porque los sistemas de abastecimientos de nuestras ciudades tienen pérdidas y también por la construcción desmesurada de campos de golf, en lugares donde el agua es escasa, como en España. A pesar de que la escasez del agua es un problema global, hay que hacer de ello un problema a escala humana para implicar a la sociedad civil y cambiar nuestros hábitos de consumo. Porque el agua es un derecho de todos.
Ana Muñoz
Periodista
Fuente: Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS), España.
ccs@solidarios.org.es
www.solidarios.org.es
https://www.alainet.org/de/node/120014
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