Mi tesoro
09/04/2007
- Opinión
Mi tesoro, mi tesoro», repite Gollum. «Quiero recuperar mi tesoro». Los habitantes pequeños, los hobbits, guardan en su poder el tesoro del que depende el mundo, quien posea su tesoro poseerá el control del mundo, lo gobernará. El resto de tribus, trasgos, orcos, trolls... lo han perdido, viven entre sombras y quieren recuperarlo. Su vida corre peligro. Los habitantes pequeños poseen el tesoro que da el alimento y la energía para vivir.
Los seres pequeños han conservado hasta nuestros días, con gran esfuerzo y con muchas derrotas, una buena parte del tesoro por el que luchará el mundo: la tierra cultivable. El avance de la desertificación hace descender cada año las hectáreas de superficie cultivable del planeta. Además, en el primer mundo se ha reducido mucho la superficie de tierras cultivables tanto por la fiebre de la construcción como por la sustitución de la agricultura familiar sostenible por una agricultura intensiva y muy contaminante que inhabilita la tierra para un nuevo uso agrícola. El suelo agrícola no es infinito y -aunque podamos pensar lo contrario- tampoco es renovable. Es un recurso no renovable, como el petróleo. Cuando se pierde por erosión o contaminación, se pierde y punto.
Por obtener el total control de la tierra cultivable se verán las mayores de las luchas que Gandalf, Legolas, Frodo y sus amigos han visto jamás. Los viejos terratenientes oligarcas lucharán sin desmayo para conservar e incrementar los negocios de las explotaciones agrícolas para la exportación de alimentos al primer mundo. No desmayarán en su pugna las corporaciones energéticas que sueñan con cosechas de petróleo verde. Los generales de Coca-Cola y Pepsi necesitan la tierra en la que crece el maíz y el agua de su subsuelo para sus brebajes glamurosos. Las multinacionales de las semillas y los pesticidas apoyaran a unos y traicionarán a otros durante las batallas. Las mismas trasnacionales disputarán las tierras cultivables para cultivar los cereales que venden como alimento a las explotaciones ganaderas de Europa, el gigante chino que está desarrollando la misma agricultura intensiva para acercarse a los patrones del consumo occidental será otro terrible contendiente, y cada vez somos más y más habitantes en la Tierra dependiendo de la tierra cultivable.
«Mi tesoro, mi tesoro», no deja de repetir Gollum.
China desea las tierras africanas, los europeos recolonizan las tierras patagónicas y en Chiapas se persigue a los beneficiarios de la reforma agraria. ¿Vamos esta vez a dejar solos a los habitantes pequeños? Subir
Los seres pequeños han conservado hasta nuestros días, con gran esfuerzo y con muchas derrotas, una buena parte del tesoro por el que luchará el mundo: la tierra cultivable. El avance de la desertificación hace descender cada año las hectáreas de superficie cultivable del planeta. Además, en el primer mundo se ha reducido mucho la superficie de tierras cultivables tanto por la fiebre de la construcción como por la sustitución de la agricultura familiar sostenible por una agricultura intensiva y muy contaminante que inhabilita la tierra para un nuevo uso agrícola. El suelo agrícola no es infinito y -aunque podamos pensar lo contrario- tampoco es renovable. Es un recurso no renovable, como el petróleo. Cuando se pierde por erosión o contaminación, se pierde y punto.
Por obtener el total control de la tierra cultivable se verán las mayores de las luchas que Gandalf, Legolas, Frodo y sus amigos han visto jamás. Los viejos terratenientes oligarcas lucharán sin desmayo para conservar e incrementar los negocios de las explotaciones agrícolas para la exportación de alimentos al primer mundo. No desmayarán en su pugna las corporaciones energéticas que sueñan con cosechas de petróleo verde. Los generales de Coca-Cola y Pepsi necesitan la tierra en la que crece el maíz y el agua de su subsuelo para sus brebajes glamurosos. Las multinacionales de las semillas y los pesticidas apoyaran a unos y traicionarán a otros durante las batallas. Las mismas trasnacionales disputarán las tierras cultivables para cultivar los cereales que venden como alimento a las explotaciones ganaderas de Europa, el gigante chino que está desarrollando la misma agricultura intensiva para acercarse a los patrones del consumo occidental será otro terrible contendiente, y cada vez somos más y más habitantes en la Tierra dependiendo de la tierra cultivable.
«Mi tesoro, mi tesoro», no deja de repetir Gollum.
China desea las tierras africanas, los europeos recolonizan las tierras patagónicas y en Chiapas se persigue a los beneficiarios de la reforma agraria. ¿Vamos esta vez a dejar solos a los habitantes pequeños? Subir
- Gustavo Duch Guillot es director de Veterinarios sin Fronteras (España)
https://www.alainet.org/de/node/120438
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