Empresarios y periodistas
18/08/2007
- Opinión
Quito
Si un periodista se entera de que los manglares han sido depredados en la costa ecuatoriana para convertirlos en piscinas camaroneras a lo mejor se le ocurre hacer un reportaje, pero el empresario dueño o accionista del medio de comunicación para el que trabaja el periodista, dice: “!Pero, mijo, no haga pendejeses ¿no ve que está atentando contra la libertad de empresa, ha?”
Como los empresarios dueños de medios no son como los pescadores que tan mal viven de su oficio (pero sí deportivos en lujosos yates), les importa menos que un diente de tiburón el ecosistema y esas tonterías propias de los sociólogos vagos.
En cambio, si es posible fastidiarle la vida al Presidente por sustituir un acuerdo tiburonal y ese empresario puede aprovechar para desatar una histérica promoción, se rasga las vestiduras doradas, para defender con lágrimas en los ojos azules la vida de los pobres tiburoncitos.
Y el acucioso periodista tiene que archivar su iniciativa de denunciar la depredación de los manglares hecha por los empresarios o buscar otra empresa donde los accionistas o gerentes propietarios no sean de esos poderosos y prósperos camaroneros, lo cual es una utopía, porque un buen empresario que se precie de tal, que tiene acciones en la empresa propietaria del medio de comunicación donde trabaja el periodista de marras por un sueldo limitado, sería muy penitente si no tuviese acciones en camaroneras, bananeras, floreras, madereras, ah, y, desde luego, bancos.
Esa es la diferencia entre un empresario dueño de muchos intereses, incluyendo la propiedad el medio de comunicación y que está muy preocupado por lo que está haciendo Correa, y un periodista que cree en la fábula de la “libertad de prensa”, en el sistema capitalista, como el que impera en Ecuador.
¿Nunca se ha denunciado la depredación de manglares y antes no se habló de la pesca de tiburones?. Sí, claro, por cierto. Pero nunca se puso el dramatismo, la histeria, la identificación de responsables, el valor del costo a la preservación del medio ambiente, el grito en el cielo y en el infierno.
Aquí y en la Cochinchina, el periodista quiere destacarse y se esmera en generar noticias bomba, mientras no atente contra los intereses que representa el que manda, el que censura. La libertad de expresión termina donde comienzan los intereses del dueño.
En el mundo capitalista el dueño del medio es, por lo general, un empresario que compra y vende publicidad para y por las empresas y defender sus negocios, sus intereses y los de su gallada. No los del país.
Hay medios cuyos empresarios tienen conciencia del valor de diferenciar lo que es información y lo que es manipulación de la información. ¡Cuánto les cuesta mantener imparcialidad para no convertirse en un actor político más y no caer en el saco de los opositores implacables opuestos a los cambios, que es el reducto actual de los que disfrutan de los privilegios del “dejar hacer y dejar pasar”.
Si un periodista se entera de que los manglares han sido depredados en la costa ecuatoriana para convertirlos en piscinas camaroneras a lo mejor se le ocurre hacer un reportaje, pero el empresario dueño o accionista del medio de comunicación para el que trabaja el periodista, dice: “!Pero, mijo, no haga pendejeses ¿no ve que está atentando contra la libertad de empresa, ha?”
Como los empresarios dueños de medios no son como los pescadores que tan mal viven de su oficio (pero sí deportivos en lujosos yates), les importa menos que un diente de tiburón el ecosistema y esas tonterías propias de los sociólogos vagos.
En cambio, si es posible fastidiarle la vida al Presidente por sustituir un acuerdo tiburonal y ese empresario puede aprovechar para desatar una histérica promoción, se rasga las vestiduras doradas, para defender con lágrimas en los ojos azules la vida de los pobres tiburoncitos.
Y el acucioso periodista tiene que archivar su iniciativa de denunciar la depredación de los manglares hecha por los empresarios o buscar otra empresa donde los accionistas o gerentes propietarios no sean de esos poderosos y prósperos camaroneros, lo cual es una utopía, porque un buen empresario que se precie de tal, que tiene acciones en la empresa propietaria del medio de comunicación donde trabaja el periodista de marras por un sueldo limitado, sería muy penitente si no tuviese acciones en camaroneras, bananeras, floreras, madereras, ah, y, desde luego, bancos.
Esa es la diferencia entre un empresario dueño de muchos intereses, incluyendo la propiedad el medio de comunicación y que está muy preocupado por lo que está haciendo Correa, y un periodista que cree en la fábula de la “libertad de prensa”, en el sistema capitalista, como el que impera en Ecuador.
¿Nunca se ha denunciado la depredación de manglares y antes no se habló de la pesca de tiburones?. Sí, claro, por cierto. Pero nunca se puso el dramatismo, la histeria, la identificación de responsables, el valor del costo a la preservación del medio ambiente, el grito en el cielo y en el infierno.
Aquí y en la Cochinchina, el periodista quiere destacarse y se esmera en generar noticias bomba, mientras no atente contra los intereses que representa el que manda, el que censura. La libertad de expresión termina donde comienzan los intereses del dueño.
En el mundo capitalista el dueño del medio es, por lo general, un empresario que compra y vende publicidad para y por las empresas y defender sus negocios, sus intereses y los de su gallada. No los del país.
Hay medios cuyos empresarios tienen conciencia del valor de diferenciar lo que es información y lo que es manipulación de la información. ¡Cuánto les cuesta mantener imparcialidad para no convertirse en un actor político más y no caer en el saco de los opositores implacables opuestos a los cambios, que es el reducto actual de los que disfrutan de los privilegios del “dejar hacer y dejar pasar”.
https://www.alainet.org/de/node/122699?language=es
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