Chávez: “No nos pidan que borremos la historia”
15/11/2007
- Opinión
Los conquistadores llegaban a principios del siglo XVI a América y le leían una carta del rey de España a los pueblos indígenas donde les invitaban a aceptarlo como soberano y a acogerse a la Iglesia romana. Los indígenas al no entender el significado de las palabras de los mensajeros-conquistadores caían en desacato y eran objeto de una "justa" represión que finalmente significó la desaparición de casi todas las civilizaciones aborígenes en el continente.
Cinco siglos más tarde, el actual rey de España mandó a callar en una cumbre celebrada la semana pasada a un presidente (jefe) latinoamericano (aborigen). El presidente no se calló y siguió hablando. ¿La Corona tomará medidas por el “desacato”? ¿Le pedirá a sus aliados atlánticos que tomen medidas represivas?
¿O, más bien, representa el desliz de la Corona otra muestra más del ocaso de la institución monárquica en la península?
El problema de fondo es la política económica exterior española que ha llegado a América con un sentido anquilosada de re-conquista. Política encarnada en la persona de Aznar. Sus empresas actúan sin tomar en cuenta los efectos de sus iniciativas. Es el caso de FENOSA que a toda costa quiere asegurar sus ganancias sin considerar el progreso de los países donde invierte. España debe modificar su política en forma radical y convertir su asociación con los países latinoamericanos en una de cooperación para el desarrollo y bienestar.
España es un país europeo divido en muchas regiones, muy orgullosas de sus tradiciones e historia. Han encontrado, a fines del siglo XX, un modus vivendi muy delicado entre regiones, entre clases sociales y régimen político. Esa experiencia que tienen de buscar un camino propio de desarrollo y participación debe servirles para trabajar con América latina, concientes de que el camino es largo y difícil. España no puede exportar democracia y menos su monarquía. Su capitalismo tardío tampoco es un producto que será recibido con gusto en la región.
Si España quiere caminar junto con los latinoamericanos tiene que olvidar su historia de conquistas, de dictaduras y de golpes militares. América Latina puede llegar muy lejos con una España abierta al progreso y a la liberación de los pueblos. En la cumbre de líderes iberoamericanos, celebrada en Santiago de Chile, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, pidió que no se olvidara la historia de iniquidades y saqueos.
Chávez señaló que “a mí me derrocaron. Aquí mismo (en Chile) derrocaron al presidente Salvador Allende”. Recordó que “EEUU no dejó descansar al pueblo chileno”, al advertir que Venezuela sigue siendo atacada para propiciar un nuevo golpe o un magnicidio.
El presidente Chávez se refirió a la historia reciente de Venezuela, que provocó el exabrupto del rey español, al comentar la conducta de Aznar quien apoyó el golpe de 2002 en la República Bolivariana. En su discurso relató como Aznar intentó chantajearlo después de las elecciones que ganó en 1998.
Sobre estos hechos contemporáneos (golpes e invasiones) e históricos (los horrores de la conquista), Chavez dijo que “no nos pidan que borremos la historia…. Lo último que uno puede hacer es borrarse”.
- Marco A. Gandásegui, hijo es profesor de Sociologia de la Universidad de Panamá e investigador asociado de CELA.
Cinco siglos más tarde, el actual rey de España mandó a callar en una cumbre celebrada la semana pasada a un presidente (jefe) latinoamericano (aborigen). El presidente no se calló y siguió hablando. ¿La Corona tomará medidas por el “desacato”? ¿Le pedirá a sus aliados atlánticos que tomen medidas represivas?
¿O, más bien, representa el desliz de la Corona otra muestra más del ocaso de la institución monárquica en la península?
El problema de fondo es la política económica exterior española que ha llegado a América con un sentido anquilosada de re-conquista. Política encarnada en la persona de Aznar. Sus empresas actúan sin tomar en cuenta los efectos de sus iniciativas. Es el caso de FENOSA que a toda costa quiere asegurar sus ganancias sin considerar el progreso de los países donde invierte. España debe modificar su política en forma radical y convertir su asociación con los países latinoamericanos en una de cooperación para el desarrollo y bienestar.
España es un país europeo divido en muchas regiones, muy orgullosas de sus tradiciones e historia. Han encontrado, a fines del siglo XX, un modus vivendi muy delicado entre regiones, entre clases sociales y régimen político. Esa experiencia que tienen de buscar un camino propio de desarrollo y participación debe servirles para trabajar con América latina, concientes de que el camino es largo y difícil. España no puede exportar democracia y menos su monarquía. Su capitalismo tardío tampoco es un producto que será recibido con gusto en la región.
Si España quiere caminar junto con los latinoamericanos tiene que olvidar su historia de conquistas, de dictaduras y de golpes militares. América Latina puede llegar muy lejos con una España abierta al progreso y a la liberación de los pueblos. En la cumbre de líderes iberoamericanos, celebrada en Santiago de Chile, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, pidió que no se olvidara la historia de iniquidades y saqueos.
Chávez señaló que “a mí me derrocaron. Aquí mismo (en Chile) derrocaron al presidente Salvador Allende”. Recordó que “EEUU no dejó descansar al pueblo chileno”, al advertir que Venezuela sigue siendo atacada para propiciar un nuevo golpe o un magnicidio.
El presidente Chávez se refirió a la historia reciente de Venezuela, que provocó el exabrupto del rey español, al comentar la conducta de Aznar quien apoyó el golpe de 2002 en la República Bolivariana. En su discurso relató como Aznar intentó chantajearlo después de las elecciones que ganó en 1998.
Sobre estos hechos contemporáneos (golpes e invasiones) e históricos (los horrores de la conquista), Chavez dijo que “no nos pidan que borremos la historia…. Lo último que uno puede hacer es borrarse”.
- Marco A. Gandásegui, hijo es profesor de Sociologia de la Universidad de Panamá e investigador asociado de CELA.
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