La deuda y la arquitectura financiera internacional en el nuevo siglo

16/07/2007
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A

Estamos en un cambio de época.  El multilateralismo como lo conocíamos ha dejado de funcionar en la esfera internacional, y la economía mundial navega dentro de un nuevo orden político y social que se está construyendo bilateral, plurilateral y regionalmente.  Sabemos que es un cambio de época porque las teorías que sirven para explicar el pasado no nos ayudan a predecir el futuro.  La llamada economía de mercado que prevaleció hasta 1930 regresó en la década de los años 80 para anunciarnos aulicamente que la ley del más fuerte es la que rige y que el Poder abusará del mismo todo lo que pueda hasta donde se dejen los actores políticos y sociales En particular en lo financiero internacional.

Lo que ha ocurrido en América Latina desde el inicio de la crisis de la deuda

En el pasado cuarto de siglo se transfirieron activos del Estado al capital extranjero, se permitió la existencia de monopolios privados “autorregulados” y sobre todo, se dejó desprotegido todo lo que tiene que ver con El Trabajo, para favorecer todo lo que tiene que ver con El Capital, en el nombre de la deuda externa.  Se privatizó, nacionalizó y reprivatizó la banca de los países, habiendo desaparecido tanto la banca pública como la banca nacional.  Se “flexibilizó” el mercado de trabajo y se denunció a los sindicatos como monopolios del salario.  De la suma de todo esto, resulta la inmensa concentración del ingreso dentro de todos los países y en el mundo en general.

La variable gravitante hoy es la financiera que es el método a través del cual se traslada la riqueza de un lugar a otro y de una esfera a otra.  La pobreza en el mundo de hoy es, en parte, fruto de las políticas concentradoras de riqueza.  Mejores precios para los productos del campo, mejores salarios, un funcionamiento adecuado de los sindicatos, permitiría una mejor distribución del ingreso desde la producción misma.  Políticas productivas sectoriales orientadas a la generación de valor agregado y de empleo serían el modo de tener crecimiento sostenido y mejora de los ingresos de la población.  Pero esto no es lo que quieren los organismos financieros internacionales ni las elites latinoamericanas, ni, en muchos países, la clase política.

No hay la menor duda que la riqueza se trasladó de los países del Sur al Norte a través de la deuda externa y que los mecanismos de renegociación estaban orientados a ese fin.  Fue en 1981 que América Latina cambió su curso convergente hacia la economía más rica y se comenzó a alejar.  La distancia entre América latina y Estados Unidos en 1981 era de 6 veces el ingreso, al 2004 es de 9.5 veces.  La excepción es Chile que sigue el curso inverso.  Si la crisis de la deuda y la transferencia de capitales de los ochenta marcaron el cambio de la convergencia a la divergencia, las reformas estructurales de los noventa la acentuaron.  Esta no es una falla teórica sino el objeto de las políticas así llamadas neoliberales para la globalización.

El papel de las IFI’s: recapitulando

El alza unilateral de la tasa de interés estadounidense en 1981 por efecto de una política fiscal expansiva y una política monetaria contractiva llevó al mundo en desarrollo a una crisis de la balanza de pagos.  El costo de los créditos contratados en interés variable subió de aproximadamente cero a medidos de los años 70 en términos reales, libres de inflación, a 8% por las políticas domésticas de Estados Unidos.  Éstas siempre se toman sin mirar al espejo retrovisor y no se fijan en todos los países que usan créditos en montos sustantivos y el impacto que pueden tener.  Hay que recordar lo que dice
John Perkins cuando habla de que lo enviaba el Gobierno de Estados Unidos a vender proyectos sobredimensionados para que los gobiernos de los países en desarrollo contrataran créditos y obras inútiles en los años setenta, críticos para la economía de Estados Unidos.

Los responsables de la crisis de los años 80 han pasado desapercibidos detrás de complicadas explicaciones sobre las causas dentro del modelo de desarrollo y la corrupción e ineficiencia del sistema político de África y América Latina.  Esto sería creíble si no hubiera ocurrido simultáneamente en todo el mundo y salvo los superavitarios asiáticos o europeos, todo el resto padeció el efecto de tal manejo macroeconómico.  A eso se le llamó Reaganomics.  Esto no resta las ineficiencias del sistema político en las décadas del 60 al 80, sino que lo ponen en perspectiva.

El papel del Fondo Monetario Internacional (FMI) y luego del Banco Mundial (BM) y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en las décadas del 70 en adelante fue ordenar el mundo para el traslado de la riqueza de un lugar a otro.  Desde los desmontajes de los aparatos productivos, la precarización del empleo, la privatización de la seguridad social, la salud y la educación, la ley de un solo precio sirvió para desmantelar lo que se construyó desde el inicio de la república en América Latina.  Al inicio dijeron que las exportaciones liderarían el crecimiento, cosa que evidentemente no hicieron sino excepcionalmente en Chile y quizás Perú, que generarían empleo, cosa que tampoco hacen, que mejorarían los salarios, cosa que no pasó, y que la jubilación sería mejor, cosa que en Chile (donde se inventó) se ha demostrado que es mentira.  No digamos lo que le ocurrió a la calidad de la educación entre tanto ni menos hablemos de los emigrantes que se fueron ante la imposibilidad de encontrar un futuro.

Si las reglas fueran homogéneas y el suelo fuera parejo, no habría traslado de recursos de un lugar a otro.  La arquitectura financiera internacional se diseñó para que hubiera dos reglas, una para los ricos y otra para el resto.  En breve, en la parte macroeconómica, el G7 es donde se coordinan las políticas entre los gobiernos de las 7 economías más ricas.  En el FMI es donde se hace lo propio para las 180 restantes Son dos reglas del juego que han sido abusadas y que quizás, por fatiga, se hizo patente en Tailandia.  Lo que se venía diciendo en América Latina desde los años 70 lo dijo Joseph Stiglitz en el año 1999 y ya que habla y escribe en inglés, lo escucharon.  En es, además del establishment, insospechado de ser una amenaza a la hegemonía estadounidense.

Luego vino la crisis Argentina como derivado de la estupidez del FMI que recomendó mantener la convertibilidad con el dólar existente desde 1991 luego de la crisis de Brasil de 1998.  Semejante recomendación sirvió para que salieran decenas de miles de millones de dólares de la Argentina y para que debiera endeudarse para cubrir la pérdida de reservas.  Esto llegó amén de las crisis bancaria que todos tuvimos en América Latina tras la desregulación del mercado de capitales y la privatización de la banca.  Dijo un funcionario del Banco Mundial en México “yo no sabía que existía una relación entre la banca y el gobierno”.  No sabemos si los funcionarios del BM saben de economía de desarrollo pero de lo que no saben es de historia y menos, leen los periódicos del país al que asisten.  El ministro de Economía de México había sido un alto funcionario de un banco mexicano y, antes de eso, subsecretario de Hacienda.  Fue entonces que se diseñó el rescate bancario mexicano, el más caro y quizás el más corrupto de todos los de América Latina.  Esta es una historia recurrente en muchos países.  Y los funcionarios internacionales que recomendaron esas políticas caminan por las calles y siguen empleados, ahora sabemos, con sueldos más altos que la Secretaria de Estado de Estados Unidos.  Si el problema fuera la falla teórica, se podría debatir: no lo es.  El objeto de la teoría económica vigente es el traslado de la riqueza de los pobres a los más ricos sin controles públicos, en el nombre del mercado (perfecto) y la globalización (la ley de un solo precio).  Puesto a la inversa, el objeto es el empobrecimiento de todos aquellos que no pueden defenderse de los atropellos del mercado para trasladar la riqueza a todos los que pueden hacerlo.  Los precios de los bienes serán universales pero los salarios no.  Los de los monopolios tampoco, etc.

El FMI y Estados Unidos

El mejor ejemplo es el déficit masivo de Estados Unidos que suma USD 750,000 mil millones que equivale a un tercio de todo lo que produce toda América latina al año.  Esa cifra se financia con las reservas internacionales de los países en desarrollo –incluido China– que se mantienen en dólares, en bonos del Tesoro de Estados Unidos.  Los pobres financiamos al rico en el despilfarro de una guerra criminal para poder mantener a su economía en marcha.  ¿Y el FMI qué dice? Pues que qué bien que haya quien lo financie (Informe de Artículo IV 2006) aunque no será para siempre y sigue con que qué bien el liderazgo del libre comercio.  Se “olvidaron” de los subsidios que hay dentro de dicho país a los exportadores y las barreras no arancelarias y arancelarias para la importación de bienes industriales.  El FMI, claramente, no es un organismo multilateral sino una agencia del Tesoro estadounidense

Dice el FMI:
- Ha sido asombrosa la facilidad con que Estados Unidos ha financiado su déficit en cuenta corriente, de cifras sin precedentes; sin embargo, es poco probable que esta situación dure indefinidamente.

- El liderazgo por parte de Estados Unidos continúa siendo clave para la liberalización del comercio global


Ni palabra sobre equilibrios fiscales, porque a los patrones no se les llama la atención.  A cambio, Estados Unidos le echa la culpa a China de sus problemas fiscales y de balanza de pagos, porque tienen el tipo de cambio fijo.  Para el caso, también lo tienen fijo Venezuela y México, pero ese no es el problema, sino sus inmensos déficits.  ¿Una política de ajuste para Estados Unidos? Ni pensarlo, un ajuste multilateral es lo que tienen en mente.  Es decir, que el resto del mundo se ajuste, así crecerá más la brecha entre Estados Unidos y el resto del mundo.

El impacto de la caída del dólar

La devaluación del dólar, derivada de su déficit fiscal y externo, tiene un impacto adverso sobre las referencias de precios internacionales usualmente medidos en dólares.  En 1971, este fenómeno no se reparó pero ahora es obvio que si el dólar se devalúa 20% con relación al resto del mundo, los medidores en dólares hay que ajustarlos por 20% para ponerlos en términos reales.  Por ejemplo, el precio del cobre en auge en dólares está relativamente estable en euros.  El índice de Bolsa de Nueva York en auge está relativamente estable medido en euros, en soles, reales, pesos diversos o bolivianos.  La medición en euros o en monedas sudamericanas, salvo el Bolívar, anclado al dólar, da un panorama mundial distinto del auge que se aprecia en dólares.  México y Centroamérica, al estar anclados al dólar, no perciben este efecto y continúan utilizando al dólar.  Estamos ante la muerte del patrón dólar como en 1971 se vio la muerte del patrón dólar oro y en 1930 la muerte del patrón oro.

¿Existe una nueva moneda de reserva? No.  Existe la posibilidad de varias monedas de reserva que aglutinen a su vez a muchas monedas de países dentro de regiones delimitadas de Asia, Europa y América del Sur, Africa y Medio Oriente…

La nueva tendencia hacia la regionalización financiera

El abuso de la arquitectura financiera existente, por parte de algunas economías grandes, y su creciente inutilidad y desprestigio llevó a que los miembros de la Unión Europea, primero, se organizaran en una región financiera con instituciones completas, fondo de estabilización, unidad de cuentas para el comercio y banco de desarrollo.  Ante la frustración asiática a fines de la década del 90, en que tuvieron que mandar al FMI y su gente de regreso a Washington para evitar que les hicieran más daño, el gobierno japonés, primero, y luego los otros asiáticos propusieron un fondo monetario regional.  Esto es lo que se conoce como el Acuerdo de Chiang Mai que incluye a 17 países: los 14 de la Asociación de Naciones del Sur Este Asiático (ASEAN) + 3: China, Japón y Corea del Sur.  Es decir, todos los asiáticos menos la India.  Ellos han incluido un fondo de emisión de bonos para abaratar el costo de los mismos porque, al tener garantías en común bajas, los márgenes sobre la tasa de interés básica que se le traslada tal cual al gobierno que emite los bonos.  Los europeos no lo tienen porque hasta ahora no lo han necesitado pero con la incorporación de Europa del este podría serles útil.

En América Latina pasaron dos cosas: primero, desde mediados de los años 90, se inició el traslado del mercado de bonos del exterior en dólares al interior, sea en dólares o moneda nacional.  El objeto de la moneda nacional es reducir el riesgo cambiario aunque al costo de plazos más cortos y tasas de interés levemente más elevadas.  Los recursos salen mayormente de los fondos previsionales privados que se introdujeron en la década de los años 90 y que no tienen donde colocar sus fondos.

Segundo, en Sudamérica, el Banco del Sur, iniciativa impulsada por el gobierno de Venezuela, tomó dinámica propia y pasó de ser una cosa aislada, como el fondo monetario asiático cuando lo lanzó Japón, a ser una iniciativa financiera completa.  La llamada Iniciativa de Quito contiene un fondo de estabilización monetario construido alrededor del Fondo Latinoamericano de Reservas (FLAR) seguramente, un banco de desarrollo (Banco del Sur), y una unidad de cuentas para estabilizar las relaciones económicas entre los miembros A diferencia de la Unión Europea y de la ASEAN, donde el 75% de su comercio total es dentro de la región y el 25% restante es fuera de la región, en
la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), los miembros comercian poco entre sí, y es cada vez menos, visto en el largo plazo.  Los esquemas de integración política de UNASUR deberían de llevar a procesos de integración comerciales más fuertes.  De hecho, la integración energética del Sur será una matriz en torno a la cual se articulará la nueva integración comercial, si la exportación del etanol no la descarrila.

Una unidad de cuentas que sirva para la emisión de bonos para poder recircular los excedentes dentro de América Latina es una idea que atiende a las preocupaciones de estar financiando al Norte en lugar de a nosotros mismos.  Un fondo de bonos serviría de plataforma para un mercado sudamericano de bonos.  El problema que hay es doble: hay una economía dolarizada y hay otra economía anclada al dólar.  ¿Podrán cambiar de ancla sin desfinanciar sus presupuestos nacionales?

La devaluación del dólar entre 2002 y 2006 ha sido de entre 20 y 30% dependiendo del país, menos aquellos donde está anclado el tipo de cambio por razones fiscales.  En México y Centroamérica, esto no se ha visto por la relación comercial muy amplia que mantienen con el vecino país del norte.

Finalmente

Una nueva arquitectura financiera regional es posible siempre que las tensiones de las economías sudamericanas líderes no lo desbaraten.  La única manera de evitar que una competencia de liderazgo termine con la iniciativa es permitir que un país pequeño que no concursa entre los líderes retenga la capacidad de dirimir y de administrar la iniciativa.  Todo parece indicar que ese país es Ecuador.

En América Latina la deuda crece en moneda nacional y la deuda total igualmente crece mientras las exportaciones en dólares se van reduciendo.  La necesidad de estabilidad dentro de la región es hoy más importante que nunca dado que los nuevos acreedores serán pensionistas de los propios países sobre todo, y esto es algo que todos los gobernantes deberían de aprender de la lección argentina.

Los problemas de la economía de Estados Unidos nos amenazan a todos y sobre todo a los más pobres que verán aún más frustrados sus aspiraciones a una vida digna, si llegara a producirse un quiebre de la burbuja bursátil en dicho país y se utilizara el dólar como moneda de reserva.

Todo apunta a la necesidad de unirnos en la búsqueda de un sistema internacional no solo más justo sino más equitativo y democrático, más cercano a la población y que responda a ella dentro de un esquema de democratización de la globalización y sus instituciones.  Un esquema lejos de la división del mundo entre Europa y Estados Unidos, donde las instituciones globales responden a sus intereses y no al desarrollo de la economía global, como se ha visto con el caso Wolfowitz y el nombramiento de Zoellick en el BM, o de Rato en el FMI..

La salida al empantanamiento latinoamericano, a la emigración masiva, a la pérdida de esperanza es empezar a pensar cómo queremos nuestro futuro e imaginar cómo queremos las instituciones que nos permitan llegar allá.

- Oscar Ugarteche, economista peruano, trabaja en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, México, e integra la Red Latinoamericana de Deuda, Desarrollo y Derechos (Latindadd).  Es presidente de ALAI.

https://www.alainet.org/de/node/126474?language=es
America Latina en Movimiento - RSS abonnieren