Los perdedores del “boom” inmobiliario
01/04/2008
- Opinión
En España se está sintiendo el pinchazo de la espiral especulativa en el sector inmobiliario. En EEUU la crisis hizo y sigue haciendo estragos. En Panamá todos esperan que más temprano que tarde reviente la burbuja inmobiliaria.
Hay quienes dicen que el "boom" de la construcción se detendrá cuando la gente pierda confianza en el sistema. Una posición que se puede cuestionar seriamente. En EEUU el boom mobiliario se vino abajo cuando los préstamos subprime socavaron el mercado y decenas de miles de familias quedaron en la calle. En España se desinfló la demanda y miles de familias se arruinaron.
En Panamá la especulación se basa en la percepción positiva que tienen los inversionistas sobre los enormes gastos públicos que se realizarán próximamente en la ampliación del Canal. El entusiasmo contagió a la ciudad de Panamá que en 2007 autorizó permisos de construcción por más de US$2 mil millones. Todo indica que 2008 va por el mismo camino.
La demanda inmobiliaria actual no responde a las necesidades que tiene la gente para comprar una casa donde vivir. Quienes buscan casa no tienen entre US$150 y 250 mil para invertir. Hay apartamentos que aún no se han construido que se venden por más de un millón de dólares. Los apartamentos son comprados y vendidos por especuladores que están apostando a futuro. Es decir, hoy compran por una cantidad y mañana esperan vender por una cantidad mayor.
La fiesta especulativa apuesta a que la ampliación del Canal de Panamá siga atrayendo a muchos inversionistas con fondos que la mayoría de las veces no les pertenecen. Son los promotores o los jugadores de la bolsa que trabajan con fondos mutuos (ahorros de pensión de los trabajadores) de EEUU, España, otros países de Europa y, desde 2006, también de Panamá. (No hacemos mención de los inversionistas que llegan a playas panameñas con fondos obtenidos ilegalmente y buscan un mercado para “lavarlos”).
Los inversionistas no apuestan al desarrollo de un país. Tampoco contribuye al crecimiento de la economía. Los conocedores siguen el ciclo de los precios de la construcción comprando y vendiendo. Con cada ciclo (compra-venta) se embolsan una ganancia. Cuando el ciclo se rompe o termina, el inversionista se queda con algunas propiedades en la mano. Ese es el momento para retirarse del juego y buscar otras actividades rentables.
Cuando termine el “boom” los valores inmobiliarios comienzan su camino inverso. En vez de subir de precio, las propiedades comienzan a "depreciarse", es decir, a perder valor. El apartamento que fue vendido en US$250 mil de repente no encuentra compradores y tiene que venderse en sólo la mitad o menos de su valor.
El inversionista ya ha hecho sus ganancias y se aleja de la escena del despojo, sin mirar hacia atrás.
Hay tres perdedores:
El primer perdedor es el banquero quien pierde las ganancias extraordinarias que esperaba obtener del “boom” especulativo. El banquero trabaja con fondos mutuos tomadas de los ahorros de los trabajadores o con bonos emitidos por algún gobierno. A pesar de todo el sistema bancario sigue ganando según la tasa normal.
Los segundos perdedores son los millones de trabajadores del mundo entero que pierden sus pensiones en la jugada especulativa de los inversionistas y banqueros. También desaparecen los ahorros de quienes compraron bonos emitidos por algún gobierno. La fiesta (y todos los platos rotos) la pagan los trabajadores.
Hay un tercer perdedor que en cantidad son menos. Son las familias que compraron una vivienda haciendo sacrificios (pagando la primera letra y pagos mensuales) por una cantidad determinada. Cuando se interrumpe el “boom”, las familias descubren que su propiedad ha perdido gran parte de su valor.
En Panamá hay muchas familias que han sido absorbidas por el boom de la construcción. Tienen ahorros y deciden subirse al carro del mercado inmobiliario comprando un apartamento. Creen equivocadamente que además de comprar una casa, también están haciendo una buena inversión. Creen que al aumentar el valor de la propiedad están ganando en el mercado.
Esta es una apuesta perdedora y peligrosa en la medida en que el ciclo especulativo tiene su período de vida definido. Prueba de ello EEUU, España y otros países. ¿Tendrá el boom de la construcción en Panamá la misma duranción que la ampliación del Canal? ¿Hasta el 2012? ¿O será menos? ¿Hasta el 2009? ¿O será hasta el 2015?
A los inversionistas que especulan en el mercado inmobiliario les es indiferente cuanto tiempo dura el boom. Cuando colapsa el mercado, el inversionista no mira hacia atrás, sigue caminando con su ganancia en las manos. Los perdedores son los trabajadores que ven desaparecer los fondos de sus pensiones, la familia frustrada que pierde su vivienda y el desarrollo del país.
¿Hay un responsable? Claro que sí. El gobierno que se pone al servicio y en la planta de los especuladores, redactando y aprobando las leyes que les permite corromper a funcionarios y apropiarse de los ahorros de varias generaciones.
- Marco A. Gandásegui, hijo es docente dela Universidad de Panamá e investigador asociado del Centro de Estudios Latinoamericanos (CELA) Justo Arosemena.
Hay quienes dicen que el "boom" de la construcción se detendrá cuando la gente pierda confianza en el sistema. Una posición que se puede cuestionar seriamente. En EEUU el boom mobiliario se vino abajo cuando los préstamos subprime socavaron el mercado y decenas de miles de familias quedaron en la calle. En España se desinfló la demanda y miles de familias se arruinaron.
En Panamá la especulación se basa en la percepción positiva que tienen los inversionistas sobre los enormes gastos públicos que se realizarán próximamente en la ampliación del Canal. El entusiasmo contagió a la ciudad de Panamá que en 2007 autorizó permisos de construcción por más de US$2 mil millones. Todo indica que 2008 va por el mismo camino.
La demanda inmobiliaria actual no responde a las necesidades que tiene la gente para comprar una casa donde vivir. Quienes buscan casa no tienen entre US$150 y 250 mil para invertir. Hay apartamentos que aún no se han construido que se venden por más de un millón de dólares. Los apartamentos son comprados y vendidos por especuladores que están apostando a futuro. Es decir, hoy compran por una cantidad y mañana esperan vender por una cantidad mayor.
La fiesta especulativa apuesta a que la ampliación del Canal de Panamá siga atrayendo a muchos inversionistas con fondos que la mayoría de las veces no les pertenecen. Son los promotores o los jugadores de la bolsa que trabajan con fondos mutuos (ahorros de pensión de los trabajadores) de EEUU, España, otros países de Europa y, desde 2006, también de Panamá. (No hacemos mención de los inversionistas que llegan a playas panameñas con fondos obtenidos ilegalmente y buscan un mercado para “lavarlos”).
Los inversionistas no apuestan al desarrollo de un país. Tampoco contribuye al crecimiento de la economía. Los conocedores siguen el ciclo de los precios de la construcción comprando y vendiendo. Con cada ciclo (compra-venta) se embolsan una ganancia. Cuando el ciclo se rompe o termina, el inversionista se queda con algunas propiedades en la mano. Ese es el momento para retirarse del juego y buscar otras actividades rentables.
Cuando termine el “boom” los valores inmobiliarios comienzan su camino inverso. En vez de subir de precio, las propiedades comienzan a "depreciarse", es decir, a perder valor. El apartamento que fue vendido en US$250 mil de repente no encuentra compradores y tiene que venderse en sólo la mitad o menos de su valor.
El inversionista ya ha hecho sus ganancias y se aleja de la escena del despojo, sin mirar hacia atrás.
Hay tres perdedores:
El primer perdedor es el banquero quien pierde las ganancias extraordinarias que esperaba obtener del “boom” especulativo. El banquero trabaja con fondos mutuos tomadas de los ahorros de los trabajadores o con bonos emitidos por algún gobierno. A pesar de todo el sistema bancario sigue ganando según la tasa normal.
Los segundos perdedores son los millones de trabajadores del mundo entero que pierden sus pensiones en la jugada especulativa de los inversionistas y banqueros. También desaparecen los ahorros de quienes compraron bonos emitidos por algún gobierno. La fiesta (y todos los platos rotos) la pagan los trabajadores.
Hay un tercer perdedor que en cantidad son menos. Son las familias que compraron una vivienda haciendo sacrificios (pagando la primera letra y pagos mensuales) por una cantidad determinada. Cuando se interrumpe el “boom”, las familias descubren que su propiedad ha perdido gran parte de su valor.
En Panamá hay muchas familias que han sido absorbidas por el boom de la construcción. Tienen ahorros y deciden subirse al carro del mercado inmobiliario comprando un apartamento. Creen equivocadamente que además de comprar una casa, también están haciendo una buena inversión. Creen que al aumentar el valor de la propiedad están ganando en el mercado.
Esta es una apuesta perdedora y peligrosa en la medida en que el ciclo especulativo tiene su período de vida definido. Prueba de ello EEUU, España y otros países. ¿Tendrá el boom de la construcción en Panamá la misma duranción que la ampliación del Canal? ¿Hasta el 2012? ¿O será menos? ¿Hasta el 2009? ¿O será hasta el 2015?
A los inversionistas que especulan en el mercado inmobiliario les es indiferente cuanto tiempo dura el boom. Cuando colapsa el mercado, el inversionista no mira hacia atrás, sigue caminando con su ganancia en las manos. Los perdedores son los trabajadores que ven desaparecer los fondos de sus pensiones, la familia frustrada que pierde su vivienda y el desarrollo del país.
¿Hay un responsable? Claro que sí. El gobierno que se pone al servicio y en la planta de los especuladores, redactando y aprobando las leyes que les permite corromper a funcionarios y apropiarse de los ahorros de varias generaciones.
- Marco A. Gandásegui, hijo es docente de
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