Feliz Navidad 2008
- Opinión
Feliz Navidad a los desgraciados cautivos del desprecio al prójimo, de la irremediable pereza de amar, del excesivo apego a su propio ego. Y a los sembradores de buenas nuevas, a los glotones de premisas estéticas, a los fervorosos discípulos de la ética.
Feliz Navidad al Brasil de los desheredados, a las mujeres náufragas en lágrimas, a los esclavos del infortunio condenados a muerte precoz. Y a los premiados por la lotería biológica, a los desmontadores de ilusiones, a los inconsolables peregrinos de la vicisitud.
Feliz Navidad a los huérfanos del mercado financiero, pilotos de vuelos sin alas y sin suelo, fieles devotos de la omnipotencia del mercado, encerrados ahora en el inmisericorde desamparo de sus fortunas arruinadas. Y también a los labradores de la insensatez reflejada en el lenguaje transmutado en arte.
Feliz Navidad a las crisálidas temerosas de abandonar su capullo, al dejar de vagar por insignificancias cultivadoras de odios, a los exilados en la irracionalidad del disparate consensuado. Y a los que apagaron la sed en la saciedad del infinito, en el silencio inefable, en las pasiones condensadas en solícita amorosidad.
Feliz Navidad a quien escapa de los indomables presupuestos de la lógica consumista, respira hondo en celebraciones magnetizadas de deidad, libre de la incomodidad del intercambio compulsivo de regalos preñados de ausencias. Y a los anfitriones de anuncios del infinito abanico de posibilidades de la vida.
Feliz Navidad a quien no planta cuervos en las ventanas del alma, no empapa el corazón de cicuta, y colecciona en su espíritu acuarelas del arcoiris. Y a todos los que trajinan por los caminos interiores y no temen las curvas abisales de la oración.
Feliz Navidad a los devotos del silencio, acostados en lechos de hortensias para bordar, con los hilos delicados de los sentimientos, alfombras de ternura. Y a quien arranca de las cuerdas del dolor melódicas esperanzas.
Feliz Navidad a los que cargan a cuestas aljabas llenas de relámpagos, aspiran el perfume de la rosa de los vientos y llevan en el pecho la nostalgia del futuro. También a quien se sumerge todas las mañanas en las fuentes de la verdad y, en el laberinto de la vida, identifica la puerta que los sentidos no ven y la razón no alcanza.
Feliz Navidad a los bailarines acompasados por sus propios sueños, orfebres sabios de las artimañas del deseo. Y a quien ignora el alfabeto de la venganza y jamás pisa en la trampa del desamor.
Feliz Navidad a quien despierta cada mañana a la criatura adormecida dentro de sí y, hecho niñito, sale por las esquinas a romper convencionalismos que sólo obligan a quien carece de convicciones. Y a los artífices de la alegría que, al calor de la deuda, dan marcha a la manivela de la fe.
Feliz Navidad a quien recoge fragmentos de penas por las calles para arrojarlos en el basurero del olvido y se refugia en el retiro de la sobriedad. Y a quien se encierra en habitaciones secretas para reaprender a amarse y, ante el espejo, se descubre hermoso ante la cara de los demás.
Feliz Navidad a todos los que saltan a la cuerda con la línea del horizonte y se ríen abiertamente de quienes pregonan el fin de la historia. Y a los que suprimen la letra r del verbo armar.
Feliz Navidad a los poetas sin poemas, a los músicos sin melodías, a los pintores sin colores, a los escritores sin palabras. Y a quien nunca encontró a la persona a quien declarar todo el amor que lo fecunda con inefable gravidez.
Feliz Navidad a los ebrios de transcendencia y a los hijos de la misericordia recubiertos de compasión. Y a quien no se deja seducir por el aroma de las alturas ni escala las cimas en que los buitres empollan huevos.
Feliz Navidad a quien, en el lecho nupcial, lleva a cabo una liturgia eucarística sin tabúes, transustancia el cuerpo en la copa, se inunda del vino embriagador de la pérdida de sí en el otro. Y a quien corrige el equívoco del poeta y sabe que el amor no es eterno porque dura sino que dura porque es tierno.
Feliz Navidad a los que reparten a Dios en obleas de pan, bordan toallas de complicidades, secan lágrimas en el consuelo de la fe, crían caballitos de mar en acuarios de misterio.
Feliz Navidad a quien se embadurna de chocolate en la orgía pascual de la lucidez crítica y no se priva de pronunciarse donde la mentira cose bocas y enjaula conciencias. Y a quien vuela embriagado por el eco de profundas nostalgias y descifra enigmas sin revelar confidencias; y, desnudo, abraza epifanías bajo cascadas de magnolias.
Feliz Navidad a todos los que prestan oídos a la sinfonía cósmica y, en los salones de
Frei Betto es escritor, autor de “El arte de sembrar estrellas”, entre otros libros.
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