Culmina exitosamente Primer Festival de Cine Indígena de Valparaíso
- Opinión
La noche se vistió de escarcha a pasos del mar cuando, con aires de lluvia, finalizó el primer Festival de Cine Indígena de Valparaíso. Fue un saludo al We Tripantu, el año nuevo mapuche, a la memoria y al futuro de todos los pueblos indígenas en una ciudad como Valparaíso que sabe de memoria, de represión y muerte, pero también de lucha y dignidad. Como los pueblos originarios de Abya Yala que han pervivido con sapiencia antigua a pesar de la sistemática conculcación de sus derechos. Y este Festival es, sin duda, una contribución a la visibilización de lo indígena: sus sueños, identidad, problemas y reivindicaciones, aquello que carece de importancia y es ocultado por “la clase dominante y su proyecto hegemónico cultural”. Así lo señala Nelson Cabrera, director del Colectivo Cultural Cine Forum, oganizador del Festival; por lo mismo, plantea, “debemos crear conciencia de que lo indígena es importante, que son el Otro autentico y tienen sus derechos, su cotidianidad que es singular. Esto debe ser registrado filmicamente, hay que abrir ventanas que motiven a realizar y a contar esas historias; ese debe el rol de este cine y el rol del Festival”.
Y el casi el centenar de películas exhibidas, así como el debate posterior desde el público, dan testimonio del respeto a la otredad, a la diferencia reprimida desde el poder. Guido Brevis, ganador de
Sin embargo, también existe otro tipo de integración, aquella de los pueblos que se niegan a morir o a ser subsumidos por un proceso globalizador que les es ajeno. Entonces, asumen esta realidad de manera crítica y utilizan algunas herramientas, como el cine y la concertación de voluntades, para realizar un Festival como el de Valparaíso. Cabrera piensa que este festival “debe concretar acuerdos con organizaciones indígenas y las especificas del tema - antropológicas, por ejemplo - como también con organizaciones internacionales como lo es
Contar lo que se oculta
En resumen, como afirma Brevis, “este Festival permite la socialización sustantiva de estos temas que debieran ser de interés nacional... y si acostumbramos a salir con los ojos abiertos cada mañana desde nuestras casas, estas realidades las veríamos, aunque en el quiosco de la esquina o en el noticiario de la noche, nos encontremos con las imágenes de la realidad que se impone”. Y la mapuche es una de tales realidades que amerita ser contada, pues, como sostiene Guido Brevis, “la opción por narrar esta historia con base en la experiencia del Longko Aniceto Norin Catriman, es lo inconcebiblemente absurdo y bizarro que puede llegar a ser el poder establecido para mantener sus posiciones. Como es sabido, tanto al Longko Norin, como al Longko Pascual Pichun se les encarceló por el delito de ‘amenaza terrorista’. Por usar un termino de uno de los entrevistados en este documental ‘es un concepto kafkiano’. A estos Longko se les aplicó la ley antiterrorista de Pinochet con todos los abusos de proceso y violaciones a los Derechos Humanos que ello implica. Entonces en este oscuro panorama te preguntas: ¿Y cuáles son las razones para tanto ensañamiento con el Longko Aniceto, que al fin y al cabo representa a cualquier weichafe, a cualquier mapuche que digna y seriamente pretende enfrentar su historia, su precaria situación de tierras y los abusos de toda la vida?... y te encuentras con respuestas que nos llevan a los valores (o desvalores) enquistados en una forma que se ha impuesto de ser chileno a través del Estado (independiente del gobierno de turno) en la relación con los mapuche. Entonces vas viendo que hay una razón de estado, que no se explicita en el discurso, pero se manifiesta en los hechos, y que obstinadamente persiste y que tercamente desconoce a los mapuche, los niega y los quiere integrar a una nación donde las verdaderas posibilidades de dialogo, participación y toma de decisiones en la diversidad son un peligro para el poder”.
En este marco, es indiscutible que el Festival de Cine Indígena de Valparaíso constituye un aporte significativo al rescate, preservación y `proyección de las culturas y pueblos originarios. Así lo cree también Alejandro Saavedra, realizador aymara proveniente del pueblo de San Lorenzo de Tarapacá, quien se siente “orgulloso de este Festival y por lo tanto tenía que estar aquí. Mi película es un sueño, una promesa que le hice a mi abuelo. El siempre luchó por su pueblo y me hizo prometer que yo nunca iba a descansar, que el pueblo no podía morir”.Y el Festival tampoco puede morir, pues nació en el We Tripantu y es iluminado por lunas milenarias.
- Tito Tricot, sociólogo, es Director del Centro de Estudios de América Latina y el Caribe, CEALC, Chile
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