…suspensivos
- Opinión
La recién estrenada Convocatoria Ciudadana, integrada por 36 organizaciones de la sociedad civil, es meritoria, ya que tiene el enorme propósito de respaldar a la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG ) y formar un frente contra la impunidad, aspectos que son vitales si queremos mantener a flote el debilitado sistema de justicia y al pobre Estado, contaminado con toda clase de epidemias, sin que se haya logrado descubrir la vacuna que nos inmunice de tanto virus y ponzoña que se ha prendido de su presupuesto, diezmándolo inexorablemente.
La serie de pillos que han emergido como nuevos ricos, gracias a la facilidad con que saquearon las arcas nacionales, arropados en cargos públicos o como satélites parasitarios de quienes estuvieron incrustados en las estructuras estatales, se cobijan en la impunidad y, si por casualidad o por algún desliz, fueron encarcelados, al poco tiempo ven de nuevo la luz del sol y salen a disfrutar de sus millones y a continuar sus vidas con más lustre, gracias a las fortunas amasadas ilegalmente y con una pequeña inversión representada en las benévolas fianzas o pago en concepto de daños y perjuicios, otorgados por sus juzgadores.
Y los demás hemos tenido que contemplar impotentes esa interminable telenovela, conformándonos con realizar críticas a manera de catarsis.
Por eso es que la Cicig se ha convertido en una especie de bálsamo curatodo, tal como un día percibimos a la Minugua, institución que jugó un papel en la coyuntura del final del conflicto armado interno y, dicho sea de paso, no logró lo esperado: el cumplimiento de los Acuerdos, que siguen plasmados en blanco y negro.
Y mientras tanto, la historia continúa replicando las tragedias, 17 asesinatos en un día, linchamientos en Chimaltenango, Huehuetenango, Sololá y San Marcos, aludes que sepultan inocencias, asesinatos a mansalva, desempleo juvenil, pobreza y miseria rural, desnutrición infantil, hambre oculta, con el respectivo acompañamiento de las acciones mafiosas y de la narcoactividad, que pasean millones de quetzales por las calles citadinas, compradores de voluntades y de funcionarios(as), financiadores de candidaturas y corruptores de todo lo que tocan.
El nuestro es el país de las apariencias. Hacemos como que estamos en un estado de Derecho sabiendo que se violan las leyes, hacemos como que pagamos impuestos pero los evasores se jactan de sus dobles contabilidades, los jueces y magistrados hacen como que juzgan pero absuelven, liberan y retardan la aplicación de justicia.
Hay tantas adversidades y aspectos estresantes que algunos psiquiatras consideran que Guatemala es un país para deprimirse, con un incremento de casos de suicidio.
Pero hay que estar optimistas, pues Guatemala ocupó el cuarto lugar de 143 países, como uno de los más felices, según el estudio “Informe Planeta Feliz”, que toma en cuenta la eficiencia ecológica que guarda relación con la calidad de vida presente y futura de sus ciudadanos. ¿Habrá otra Guatemala en la geografía terráquea?
Guatemala, 8 de julio de 2009
- Ileana Alamilla, periodista guatemalteca, es directora de
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