El Estado lo permite

26/08/2009
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El escenario es dramático: niños que mueren de desnutrición o de dengue, seres humanos que son asesinados impunemente, otros son víctimas de secuestros que prefieren no denunciar; crímenes que se cometen cotidianamente, igual que los asaltos, las extorsiones, los robos de vehículos y la violencia intrafamiliar; todo conforma el cuadro de las múltiples formas de terror que sufrimos en Guatemala. Probablemente por eso pasan desapercibidos delitos tremendos con cauda enorme de sufrimiento familiar, cuyas víctimas podríamos ser cualquiera de nosotras.
 
En días recientes fueron asesinadas jóvenes mujeres en sus vehículos, una de ellas en presencia de su pequeña hijita; otra en su humilde negocio, actos que sorprendentemente no nos sacuden como sociedad. Un promedio de dos mujeres son arrebatadas diariamente a la vida y a sus familias. Nos consterna, sentimos gran solidaridad en lo individual, pero nos domina la impotencia, acompañada de la incompetencia del gabinete de seguridad que permanece indiferente al drama cotidiano de la ciudadanía, seguramente porque ellos y sus familias tienen protección y seguridad pagada por nosotras(os).
 
En Guatemala, la violencia contra las mujeres, así como la expresada de otras muchas maneras, ha alcanzado niveles extremos; las secuelas son irreparables en casos de pérdida de la vida, en otras ocasiones hay efectos físicos, económicos y psicológicos para todo el grupo familiar. El Estado alienta o permite la violencia al mostrarse indiferente e incapaz de atender la alta demanda de justicia por parte de la población femenina. Nos han rebasado la inseguridad y la incapacidad de las autoridades para dar respuesta pronta a la desgracia que nos rodea.
 
Desde 1999, cuando oficialmente se inició la desagregación de las muertes violentas por género, hasta el 31 de diciembre del 2008, se registraron cuatro mil 287 casos. Luego de promulgada la Ley contra el Femicidio, algunas organizaciones de mujeres empezaron a evaluar los elementos que tipifican los hechos como femicidios; solo el 48 por ciento de los expedientes contiene información suficiente para procesarlos como tales.
 
La violencia contra las mujeres y las niñas es considerada por los organismos internacionales como problemas de derechos humanos y de salud pública, se calcula que en el mundo la violencia de género es la causa de muerte y discapacidad más común entre las ciudadanas en edad reproductiva, tan grave como el cáncer. Aquí la violencia intrafamiliar es un delito cometido en forma recurrente.
 
Hombres que asesinan a sus parejas a golpes o con armas de fuego, así como grupos del crimen organizado que han violado, torturado y descuartizado a nueve mujeres en lo que va del 2009, son hechos abominables que requieren de investigaciones urgentes, igual que el de las jóvenes ultimadas la semana recién pasada.
 
Un informe sobre la Violencia contra la Mujer de la Organización Mundial de la Salud señala que esta es condenada en casi todas las sociedades, pero sus victimarios y sus causas permanecen en el anonimato. Al ser poco abordadas y dadas a conocer a la ciudadanía se alienta la impunidad, reforzando la subordinación de la mujer.
 
Ya no sabemos como sacudir la modorra de las autoridades que no se inmutan ante tanta violencia, salvo que se trate de algo que les afecta directamente, como la estabilidad de sus puestos o sus ingresos.

Guatemala, 26 de agosto de 2009
https://www.alainet.org/de/node/135971
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