<I>Rebimboca da beribelinha</I>
08/09/2009
- Opinión
Gana un premio quien sepa lo que significa rebimboca da beribelinha.
Averiado en una esquina, el auto de un amigo fue socorrido por un taller ambulante instalado en una furgoneta. El mecánico levantó el capó, puso aires de entendido, tocó aquí y allá, y, categórico, emitió su diagnóstico: “Necesita cambiar la rebimboca da beribelinha”.
“¿Cuánto cuesto eso?”, preguntó el dueño del vehículo. “Es una pieza rara y cara, pero para usted se la cambio por 35 dólares”.
Hecho el trato, el muchacho metió la cabeza en el motor y, herramientas en mano, inició la cirugía mecánica. Terminado el servicio, cinco minutos después, el auto funcionó y el conductor pagó. Al día siguiente, por precaución, llevó al vehículo a la delegación del concesionario. Y allí se dio cuenta de que no existe la rebimboca da beribelinha; el desperfecto se debió a que se había soltado una abrazadera de la batería.
Sin embargo todos sabemos que sí existe la rebimboca da beribelinha. Es esa capacidad de algunas personas para explicar lo inexplicable: la defensa de los políticos corruptos (basta comparar ingresos y patrimonio para que se vuelvan éticamente indefendibles); la revocabilidad de lo irrevocable; el ex presidente que niega conocer a un joven apadrinado por él; el senador que recurre a frías notas de frigoríficos (perdón por la redundancia) para justificar su dinerama; la amnistía a torturadores que nunca fueron castigados; la famosa investigación de treinta días para aclarar accidentes; la desaparición de drogas capturadas por la policía; las cacareadas ventajas de los alimentos transgénicos; los anuncios de pedofilia virtual que utilizan a niños como carne de cañón; la responsabilidad de empresas que degradan el ambiente; los predicadores religiosos insensibles a la miseria que nos rodea; el elegante contrabando de tiendas de marcas, etc.
Rebimboca da beribelinha es la capacidad de hablar sin decir nada; prometer sin cumplir; gobernar sin administrar; sonreír sin estar alegre; en fin, de robar un cerdo y, sorprendido en el hurto, salir gritando mirándose al hombro: “¡Bicho, fuera de aquí!”
Hoy día la rebimboca da beribelinha tiene mucho éxito en la televisión. Tanto que mantiene hipnotizados cada día, durante horas, a millones de espectadores que, salvo unas pocas informaciones de los telediarios, no sacan ningún provecho para ampliar su cultura, hacerse una conciencia más crítica o profundizar su vida espiritual.
Todos nosotros tenemos problemas en la vida, dificultades, desafíos, en fin, piezas que deben ser cambiadas y decisiones que deben ser tomadas para saber qué rumbo seguir. Muchos, acobardados ante esos momentos críticos, apelan a la rebimboca da beribelinha. Protestan de la vida, de la realidad, de la política del país, del estado actual del mundo, pero no hacen nada para cambiar ese estado de cosas. Se quedan en la queja, calentando los oídos de quien está a su lado, destilando ira, ¿a la espera de qué? Es evidente: a la espera de que aparezca alguien que les ofrezca la rebimboca da beribelinha.
El mayor almacén de rebimboca da beribelinha son los archivos de los parlamentos, en los cuales se conservan los discursos de concejales, diputados y senadores. ¡Cuánta arrogancia, cuánta palabrería, para tan poco resultado y provecho!
La Internet no se queda atrás, sobre todo la cantidad de textos, supuestamente firmados por autores famosos, que circulan: pura rebimboca da beribelinha. Para nada acrecientan nuestra docta ignorancia. Respecto a esto, el mundo arde en llamas: guerras, terrorismo, bases usamericanas en Colombia, gripe H1N1, narcotráfico, deforestación de la Amazonía, niños mendigos convertidos en acróbatas improvisados en los caminos no señalizados de la vida…
Si aun fuera obligatoria la confesión auricular en la Iglesia no estaría mal sugerirle al penitente que, en su examen de conciencia, revise cuántos de sus actos y pensamientos, intenciones y palabras, están llenos de rebimboca da beribelinha.
Dejo la sugerencia de que se instituya, en clubes y condominios, en empresas y corporaciones públicas, en grupos de amigos y asociaciones, el premio anual Rebimboca da Beribelinha. Que se le otorgaría a quien, como mi amigo del auto averiado, crea en el primero que le diga al oído que somos diferentes.
- Frei Betto es escritor, autor de “El arte de sembrar estrellas”, entre otros libros.
en el Magnificat (Lucas 1,46-55).
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Traducción de J.L.Burguet
https://www.alainet.org/de/node/136237?language=es
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