Hacia la conformación de una nueva clase social que lidere el campo popular

08/09/2009
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La Revolución Industrial en el Siglo XVIII dio lugar a la formación de una nueva clase social la cual, estructurada como tal, dio lugar a las luchas políticas y económicas que se desarrollaron durante dos centurias. La reestructuración del sistema productivo ha cambiado radicalmente las relaciones de todo tipo de un pasado no tan lejano. Un intento de análisis de quienes serán los protagonistas de las nuevas confrontaciones fue el tema de una charla con el académico mexicano Enrique de la Garza Toledo, doctor en sociología, docente en su país en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) y dueño de un frondoso currículo con antecedentes de casas de altos estudios de México, los Estados Unidos de América y el Reino Unido.
 
De la Garza visitó la Argentina en el marco de las jornadas que se desarrollaron la semana pasada en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires coorganizadas por la Facultad de Ciencias Sociales (FCS) de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Las mismas, bajo la denominación de “ALAS 2009”, se correspondieron a los habituales congresos bianuales de la Asociación Latinoamericana de Sociología (ALAS), en las que participaron especialistas de numerosos países, incluso extrarregionales. Además de la UBA tuvieron participación otras universidades argentinas, organismos públicos del Cono Sur y la agencia de noticias “Télam” de la Argentina. En esas circunstancias se produjo el siguiente diálogo.
 
-   Cuando usted habló en un panel se refirió a la degradación del rol del trabajo en la producción moderna y la llamó “toyotismo precario”. Es muy interesante. Me hizo recordar a Enrico Berlinger, aquel gran secretario general del Partido Comunista Italiano (PCI) cuando en su libro “La alternativa comunista”, en 1972, señaló que la acumulación de las llamadas “conquistas” por parte de los trabajadores sin alterar las relaciones de poder iba a llevar a la ineficiencia del capitalismo y a una contraofensiva de las corporaciones, cosa que sucedió.
 
-   Entiendo la idea. Los salarios en esa época crecían mucho más rápido que la productividad y se iba traspasando el ingreso en forma significativa hacia el sector laboral. Eso tuvo que ver con la crisis capitalista de los años ’70 que revirtió la expectativa del llamado “estado de bienestar”. En buena medida eso dio lugar al efecto tecnológico porque se hacía necesario encontrar en la tecnología la forma de resistir la presión obrera. Un ejemplo claro de ello ya en 1982 fue la gran huelga general en la Fiat cuando con la robotización del proceso productivo cesanteó una gran cantidad de personal. Los sindicatos respondieron con el paro pero al final fueron derrotados.
 
- Lo de la Fiat fue paradigmático. Una gran derrota de la clase obrera histórica que puso en evidencia la llegada de nuevos tiempos. Algo que no se limitó a Italia sino que adquirió carácter ecuménico. En el caso de América del Sur fue la etapa de las dictaduras genocidas que, en general, fueron muy explícitas en la materia, como las de Chile y la Argentina. Desde entonces la capacidad adquisitiva de los salarios, a nivel mundial, se ha reducido en el orden del 20 por ciento.
 
-   Es así, es que el proceso productivo se ha modificado en forma radical y ya las nuevas tecnologías han adquirido muchas otras aplicaciones. El capital logró reducir abruptamente la necesidad de mano de obra al tiempo que descentralizó las relaciones de producción mediante la utilización del outsourcing (tercerización) y la facilidad de substituir un trabajador por otro. La mano de obra muy calificada tiene más posibilidades para sostenerse, sobre todo la que tiene que ver con las nuevas tecnologías, con las más avanzadas.
 
-    Esto ha hecho caer la versión simplista sobre la lucha de clases del marxismo vulgar. (Karl Heinrich) Marx nunca dijo que la puja capitalistas-obreros era universal y atemporal. Se correspondía a una etapa y a una parte del planeta del mismo modo, por ejemplo, que en la antigua Roma se disputaban el poder los patricios y los plebeyos, no los esclavos que eran marginales en ello, aunque en alguna época tuvieron algunas sublevaciones sin proyecto político, como la más conocida de Espartaco. Los actores van cambiando por lo que, retomando lo que acaba de decir, no estamos ante la parición de nuevos actores de ese histórico combate.
 
-    Habrá nuevos actores del mismo modo que los hubo cada vez que los modos de producción fueron cambiando. La cuestión es ver que tipo de actores aparecerán. Tal vez, en nuestros países, tan abundantes en mano de obra excedentaria puedan ser los sectores informales, hoy sectores despolitizados, los que en su momento fueron caracterizados por Marx como lumpemproletariado. Son los más numerosos, no son los privilegiados por el sistema, aunque tienden al veletismo político. ¿Se puede repensar el concepto de clase a partir de la gente que vive en la calle, de los pobres que mueren en las calles?
 
-  No pareciera. Las confrontaciones siempre se dieron entre clases con posibilidades ciertas de manejar el poder. Los otros sectores acompañaron o fueron funcionales. En la Revolución Francesa, por ejemplo, los sans coulotes (sin calzones, masas de menesterosos) fueron funcionales a la derecha para provocar la caída de Maximiliano Robespierre. ¿Qué piensa de la perspectiva de que sean los sectores altamente calificados; los ingenieros informáticos por tomar un ejemplo, quienes lideren las nuevas políticas de cambios?. Si una fábrica automotriz hoy sufre un paro del personal de ensamble lo puede resolver con facilidad, sobre todo en el marco de la tercerización, pero si el conflicto es con los que manejan los programas las cosas son diferentes, ahí puede llegar a ser extremadamente peligroso.
 
- Hay que ver si esa gente puede agruparse, ahí está el problema, aunque no hay duda del rol que tendrá la tecnología en todo ello. El nuevo sistema permite dispersar el personal y no tenerlo, necesariamente, concentrado en un lugar. Este personal se comunica, cada vez más, a distancia. Entonces de ese cara a cara tenemos gente distante. Claro que esa gente chatea y no sólo entre amigos para hablar de cosas personales. También lo hacen para las tareas conjuntas y para ayudarse ante los problemas. Suecia tiene alguna experiencia de organización de resulta de las comunicaciones virtuales. Es decir, pareciera que se van creando sistemas de solidaridad. La cuestión es ver qué capacidad hay para profundizar la solidaridad a distancia. Entonces la pregunta es: ¿será posible que ese trabajador informático, en todo su amplio espectro, pueda generar una conciencia de clase?
 
 
Fernando Del Corro
Periodista, historiador graduado en la Facultad de Filosofía y Letras (FyL) de la Universidad de Buenos Aires (UBA), docente en la Facultad de Ciencias Económicas (FCE) de la UBA en "Historia Económica Argentina" y subdirector de la carrera de "Periodismo económico" y colaborador de la cátedra de grado y de la maestría en "Deuda Externa", de la Facultad de Derecho de la UBA. Asesor de la Comisión Bicameral del Congreso Nacional para la Conmemoración del Bicentenario 1810-2010. De la redacción de MERCOSUR Noticias.
https://www.alainet.org/de/node/136239
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