O China o Sumak Kawsay

25/02/2009
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Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento No. 441: América Latina en Movimiento No 441 06/02/2014

 Yo tengo el trabajo de analizar los informes del Foro Económico Mundial de Davos y tales informes tienen perturbadoras semejanzas con todos los diagnósticos que nosotros hemos hecho hasta ahora sobre la crisis económica, financiera, ambiental y energética.  Entonces una de dos: o nosotros hemos aterrizado antes de tiempo, o el Foro Económico está aterrizando demasiado tarde.  Pues de todos modos, lo que interesa saber es que esas semejanzas son traidoras, porque ellas no son completas y sobre todo porque hay un cambio total y una diferencia total en la terapéutica; es decir en los remedios que nosotros damos para la solución.  Para ellos, obviamente, la solución es más capitalismo: un capitalismo más diferenciado, probablemente con otro papel del Estado, pero más capitalismo y más de los mismos conceptos.  Por lo tanto, ellos no enfrentan el problema al que nos enfrentamos y ese problema que enfrentamos es mucho más duro.

 
En efecto, nosotros vemos dos contradicciones muy fuertes. La primera es que sobre todo los más jóvenes hoy miran al mundo tal y cual existe y ven que hay una necesidad urgente de actuar hoy, porque ya mañana puede ser demasiado tarde. La deforestación de la Amazonia, la crisis económica, la devastación ambiental, el genocidio de los indígenas... Y esto crea una sensación de urgencia.  Es necesario actuar ahora. 
 
Antes teníamos un instrumento: la revolución. ¿Dónde está la revolución? La complicación es que la revolución era simultáneamente una idea de transformación rápida y de transformación civilizatoria.  Pero este modelo falló, la revolución hizo cambios rápidos pero no transformó la civilización y nosotros ahora tenemos esta contradicción: queremos cambios urgentes pero por otro lado queremos un cambio civilizatorio. Pero este cambio civilizatorio es muy difícil, porque nos afecta a nosotros. El cambio civilizatorio, antes que nada, es contra un enemigo interno.  Y el enemigo interno son nuestras cabezas, son nuestros cuerpos, son las relaciones que tenemos con los otros, hombres y mujeres; las relaciones que tenemos con personas de otras etnias, blancos, negros, indígenas; o las relaciones que tenemos con la naturaleza.  Ésta es nuestra contradicción y tenemos que vivirla e intentar superarla.
 
La segunda gran dificultad es que nunca asistimos a un abismo tan grande, entre lo que nos dice la tradición de la teoría de izquierda y las políticas de izquierda y las prácticas transformadoras que están ocurriendo. Y es porque estas prácticas las están haciendo aquellos a quienes la izquierda nunca prestó atención.  Las están haciendo los indígenas, que han sido invisibles para toda la teoría, inclusive para la marxista; pese a que uno de los grandes renovadores del pensamiento marxista, como fue Mariátegui, introdujo la cuestión indígena, pero fue inmediatamente acusado por el Comintern de América Latina cómo populista y romántico.
 
¿Y hoy quiénes son los grandes movimientos?  Son ellos y los afros, el movimiento afro, ese gran movimiento que está emergiendo. Están las mujeres, también en gran medida invisibles a lo largo del siglo XX. Sin extenderme más en este tema, quiero decir que son esos invisibles, -mis estudiantes saben como se llama eso: la sociología de las ausencias-, fueron esos que estuvieron presentes pero no visibles, y hoy son visibles. Por eso la teoría hoy no les toma en cuenta, porque se siente incómoda frente a ellos. La teoría no debe estar al frente en este momento, la teoría tiende a ir atrás, porque la práctica es más transformadora y creativa que la teoría.
 
Por lo tanto, es de esta idea de humildad que tenemos que partir y aquí se entronca obviamente con todo aquello que Edgardo Lander dice, aquello que un sabio llamó 'ecología de saberes'. O sea: consideremos a nuestros conocimientos teóricos y científicos apenas como uno de los conocimientos vigentes en el mundo.  El conocimiento popular, de las mujeres, de los indígenas, de las comunidades urbanas, es un conocimiento tan valioso como el nuestro y debe de alguna manera entrar en nuestra reflexión. Pero para eso, tenemos que desaprender mucho de aquello que aprendimos en la universidad, tenemos que hacer un esfuerzo interno de poder abrirnos a otras realidades de conocimiento y en base a eso avanzar.
 
Un concepto de comunidad
 
Estuve en Bolivia como observador internacional del referéndum del 25 de enero.  Y ahí las utopías construidas han sido concretas. En esa Constitución está escrito, tal y cual como en la Constitución del Ecuador, que el modelo económico que va a regir este país es el Sumak Camaña, que en aymará corresponde al Sumak Kawsay de los quechuas, que está en la Constitución del Ecuador.  O sea, es otro régimen económico y ahí efectivamente hay otra concepción, ni siquiera diría de "desarrollo" pues ya tenemos que inventar un nuevo concepto.
 
El concepto que propongo es este: o China o Sumak Kawsay. Es sumamente importante que nuestros movimientos progresistas comencemos a utilizar lenguas no coloniales -portugués, español, inglés-.  Entonces aprendan: Sumak Kawsay, Sumak Camaña. ¿Qué es eso?  Es Vivir Bien. Es un concepto de comunidad donde nadie puede ganar si su vecino no gana.  Pero la concepción capitalista es exactamente lo opuesto: para que yo gane, el resto del mundo tiene que perder.  No hay ganancia sin pérdida: si vamos al tribunal alguien gana, otro pierde.  Pues intenten imaginar un modelo diferente de economía y de sociedad, donde podemos ganar exactamente con otra concepción de naturaleza. De ahí la opción: o China o Sumak Kawsay. ¿Por qué China? Porque en este momento vemos como el Banco Mundial y el G8 imploran a los chinos: por favor consuman, por favor gasten, porque si no gastan, la economía mundial se va a hundir. Estos señores saben, pues no son ingenuos, que si los chinos tuvieran el mismo patrón de consumo, el mismo modelo de consumo vigente en los Estados Unidos y Europa, necesitaríamos de tres planetas para sostener un único planeta que tenemos. Esto se llama fraude; porque el capitalismo no ve a largo plazo, el capitalismo ve apenas a corto plazo, no es capaz de pensar a largo plazo si no es en términos autodestructivos –y por eso es autodestructivo- por lo tanto nosotros debemos tomar una posición: o China o Sumak Kawsay.
La alianza de movimientos
 
Para eso tenemos que hacer una revolución interna. Ayer yo pasé por quilombolas, por el movimiento indígena, por la CUT y finalmente por la economía solidaria; y al final del día me preguntaba: ¿qué hay de común en todo esto? Lo que hay en común es justamente que en la práctica, estas mujeres y estos hombres están produciendo alternativas.  Por lo tanto, hay que darles visibilidad, hay que darles fuerza y sobre todo tienen que unirse. ¿Por qué? Porque la economía solidaria está en su rincón, los quilombolas están en su rincón, los indígenas están en su rincón, los ecológicos están en su rincón, las mujeres están en su rincón, y nosotros necesitamos una alianza fundamental entre los movimientos sociales.
 
Esa alianza no es fácil porque no hay un comité central que nos diga cuál es la línea correcta.  Nosotros tenemos que buscarla y usamos términos diferentes para esto. Por lo tanto, unos hablan de socialismo, pero a los indígenas, por ejemplo, no les gusta la palabra socialismo porque dicen que es una imposición eurocéntrica, europea; y tienen razón. Ahora, yo no voy a dejar de trabajar con ellos solo porque ellos no usan la palabra 'socialismo', que a mí me gusta. No.  Ellos luchan por otro mundo posible, ellos luchan por una sociedad más justa. Y si hablamos de ellos, hablamos de los quilombolas, de los movimientos ecológicos.  Tenemos que tratar de hacer aquello que estamos diciendo: una traducción intercultural, diferentes concepciones de tierra, de la naturaleza, tratar de juntarlas en torno a una plataforma de acción.
 
También tuve la felicidad de asesorar la producción de la Constitución del Ecuador y estuve en Montecristi exactamente en una discusión acerca de los pueblos indígenas sobre el Estado Plurinacional.  Y en ese día fue aprobada en la Asamblea ecuatoriana, una cosa notable, que ahora está consagrada en la Constitución del Ecuador: que la naturaleza tiene derechos, "los derechos de la naturaleza".  Y entonces, como yo soy de Europa, a pesar de andar por otros lados del mundo, un diputado de la oposición vino a hablar conmigo y me dice: “profesor Boaventura, usted que conoce bien las teorías del derecho y la sociedad ¿no cree que estos individuos están locos? ¿Derechos de la naturaleza?  La naturaleza es un objeto, la naturaleza es un recurso natural, ¿cómo puede ser que la naturaleza tenga derechos?" Y yo muy pedagógicamente le expliqué que la concepción de naturaleza que está en la Constitución del Ecuador no es la misma que él tiene en la cabeza.  Que para los pueblos es la Pachamama, es la madre tierra, es algo que pertenece a su cosmovisión y a su manera de vivir la vida, es otra naturaleza.  Es por eso que los indígenas Sarayacu de Ecuador o los indígenas de la Sierra Nevada del Cocuy en Colombia decían que extraer el petróleo de sus tierras era extraer su sangre, o sea la sangre de la tierra ligada a la sangre de las personas.  Es otra concepción.
 
Por lo tanto, es importante que la gente comience a pensar en una alternativa. Y esa hemos de entender que está en camino pero con dificultades. Cuál es la primera dificultad que yo veo: nosotros solo construimos lo nuevo a partir de lo viejo.  Basta con considerar los idiomas, que es la dimensión de aquello que existe.
 
Democracia económica
 
Una de las cosas que para mí es más importante en este momento es que la crisis del neoliberalismo -o el fraude del neoliberalismo, como dice Aníbal Quijano- va a traer de regreso al Estado como solución. Como ustedes saben, durante los últimos 30 años, el Estado era un problema para el Banco Mundial, para el FMI; la solución era la sociedad civil, que para ellos era el mercado, básicamente, y por lo tanto el Estado era un problema. Por eso los países de América Latina, de África y de Asia durante 30 años pidieron las políticas que hoy los Estados Unidos y Europa van a aplicar: durante 30 años pidieron más control de la economía, pidieron nacionalización de bancos; todo eso fue prohibido. Hoy Portugal nacionaliza bancos, España nacionaliza bancos, Inglaterra nacionaliza bancos, Estados Unidos nacionaliza bancos.  Es el socialismo de los ricos, obviamente.  Y, por lo tanto, para estos otros países nada quedó.
 
Ahora bien, estamos en una posición nueva del Estado, por lo que vamos a plantear las conclusiones políticas de eso. En primer lugar, nosotros siempre defendemos que el Estado debe tener un papel central en la conducción económica, porque a nivel del Estado se construyeron los instrumentos democráticos de lucha contra la opresión, las luchas políticas más densas.  Obviamente que queremos luchas globales pero tenemos que partir del núcleo duro político que es el Estado. Pero si el Estado va a tener este papel, entonces el Estado tiene que transformarse completamente; tiene que ser profundamente democratizado, porque si va a tener un papel en la economía, tenemos que tener democracia económica, no somos ingenuos. De qué sirve tener en el Brasil el BNDES, que es el mayor banco de inversión del mundo, si éste solo financia el agronegocio, la cría de ganado desde un punto de vista capitalista. Las decisiones económicas del Brasil no pasan por la democracia, pasan por un pequeño grupo, junto con Lula, el Banco central y el BNDES; esto no es democracia.
 
Por lo tanto, ¿cómo podemos hacer esto? muy simple, necesitamos consejos nacionales de inversión pública. Miren cual es la trampa actual en la que estamos: tenemos democracia representativa y tenemos muchas veces en este continente democracia participativa pero es normalmente a nivel local, en los municipios, en los presupuestos participativos. Vean, por ejemplo, el trabajo notable que los consejos municipales y los consejos estatales hacen en Brasil: en salud, educación, porque son vinculativos, es un trabajo notable solo que no va a consejos nacionales con la misma fuerza, y por lo tanto el pueblo gana en lo local lo que pierde a nivel nacional.  O sea, reciben las migajas, nada más. Cuando se creó el Consejo de Desarrollo Económico y Social, la mayoría de los miembros del Consejo eran empresarios y yo mismo llamé la atención del presidente de ese Consejo, le dije: están locos, con toda esta riqueza de sociedad brasilera, de los movimientos, se traduce en la mayoría de empresarios.  Y, realmente, poco a poco fueron entrando otros grupos pero no muchos, por lo tanto nadie en el Consejo de Desarrollo Económico y Social tiene esa fuerza.
 
En los casos de Ecuador y de Bolivia las situaciones son distintas.  Estuve con Tomas Huanacu, un lider de CONAMAQ, y le decía: de aquí para adelante pasamos la constitución 1 que es el texto de la Constitución, ahora vamos a entrar en la constitución 2, que es cómo hacemos para ponerla en práctica.  Y para eso Uds tienen que tener un pie en la calle y un pie en el gabinete. No piensen en desarmarse: los movimientos sociales tienen que estar en la calle, los movimientos sociales tienen que continuar haciendo sus protestas y acciones.  Incluso porque corremos el riesgo de que eventualmente puedan ser criminalizados.
 
Momento de exigencias
 
En este continente estamos en un proceso que es muy contradictorio: por un lado, es un continente donde avanzan más las formas de democracia participativa. Vean que en Bolivia sometieron una decisión política trascendental a consulta popular: ¿ustedes quieren que el tamaño máximo de propiedad de la tierra sea 5 mil hectáreas o sea 10 mil hectáreas? El 80% de los bolivianos respondieron 5 mil hectáreas, o sea se pronunciaron contra la concentración de tierras, contra la desigualdad social, contra una sociedad excluyente, a favor de la agricultura familiar, a favor de las energías renovables. Los pueblos indígenas de Bolivia van a tener el control total de las energías renovables, infelizmente no van a tenerlo sobre las energías no renovables.  Pero es un camino.  Y ahí están, en las energías renovables que no son como el agronegocio, que es justamente un crimen colonialista.  
 
Por lo tanto, pienso que nuestra tarea en este momento es de enormes exigencias: de exigencia al Foro para que tome decisiones, exigencia a nuestros estados.  Debemos aprovechar este momento de desestructuración del capitalismo neoliberal para poder proponer alternativas. Es muy importante la lucha que se ha venido dando en Venezuela, en Cuba.  Y puedo decir que hoy hay una reflexión. Miren el primer número de la revista Casa de las Américas que va a salir ahora sobre la celebración de los 50 años de la revolución cubana: la reflexión crítica, polémica, que sin asombro critica todos los errores que se cometieron en estos últimos 50 años, para poder rescatar lo que de nuevo puede ser. Y Cuba le apuesta en este momento a una posición de querer aprender con las otras grandes energías transformadoras que ocurren en el continente. Es esta nueva forma de integración que se está forjando.  Es un nuevo pensamiento, es una nueva práctica y todos nosotros debemos colaborar en ella con humildad, con entusiasmo, con ilusión, porque sin ilusión no vamos a ningún lado.
 
- Boaventura de Sousa Santos es sociólogo portugués, catedrático de la Universidad de Coimbra (Portugal). y de la University of Wisconsin-Madison (Estados Unidos).
https://www.alainet.org/de/node/141202

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Publicado en Revista: América Latina en Movimiento No 441

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