Los miedos de comunicación (I)

07/09/2010
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Que época tan terrible esta en que unos idiotas conducen a unos ciegos (William Shakespeare)
 
Seguramente más de uno tenga que leer el título de nuevo. Dice así “los miedos de comunicación” y no “los medios de comunicación”. Quienes estén acostumbrados a leer entre líneas, indistintamente de cómo esté escrita la frase, leerán siempre “los miedos de comunicación”.
 
Hoy en día, resulta poco menos que imposible alcanzar a conocer la verdad a través de los “miedos de comunicación", ya no una “verdad” entera y verdadera, eso sería impensable además de peligroso para la salud, sino ni tan siquiera podemos aspirar a conocer una pequeña parte de ella. La verdad permanece (y permanecerá) oculta por los siglos de los siglos. Los “miedos de comunicación" se ocuparán de ello. Ya lo están haciendo, ya lo vienen haciendo, siempre ha sido así. La misión única de los “miedos de comunicación” es ensuciar, esconder, enterrar, dispersar, difuminar, mancillar, atropellar, deshonrar, ocultar, profanar, violar, vilipendiar, atropellar, contaminar, desacreditar, ultrajar, distorsionar, tergiversar, hollar, degradar, corromper, quebrantar, envilecer, descomponer, pudrir, pervertir, degenerar, deteriorar, desbaratar, arruinar, desfigurar, mutilar (y otros cincuenta y tantos sinónimos más) la VERDAD. La verdad les asusta, la verdad les preocupa, la verdad les descubre. A través de los “miedos de comunicación", los que manejan los hilos de la marioneta nos colocan ante los ojos las “realidades” que “debemos” conocer, las “realidades” que beneficia a sus intereses que conozcamos.
 
Siempre hay un huequito en los “informativos” para “informarnos” de los gramos de peso que ha perdido la supermodelo de moda, y para presentarnos la última paranoia de un artista conceptual que nos vende una exposición cuyo tema principal es el “espacio”; naturalmente la exposición es una sucesión de espacios vacíos. Y, por supuesto, siempre hay un hueco para informarnos de la marcha de las bolsas de valores de las principales ciudades del mundo, tal y como ordena Al-Qaeda de Wall Street. Digo yo, ¿a qué porcentaje de la población le puede interesar directamente las noticias relacionadas con las bolsas de valores?, pues más o menos al mismo porcentaje que le interesa la noticia del peso de la supermodelo o el tic paranoide del artista conceptual. No será más bien que este espacio económico de los informativos es un canal, un vial, para introducirnos en vena el miedo con que necesitan que vivamos. Cada vez que oigo que tal empresa ha perdido no se cuántos enteros, me parece escuchar inmediatamente después: “y alguien tiene que pagarlo” y me miran a mí, a nosotros. Cada vez que oigo que en tal país la bolsa ha perdido no se cuántos puntos, me parece escuchar a continuación: “y después va tu país”, y aún más “y alguien tendrá que pagarlo”, y me miran a mí, a nosotros.
 
Los “miedos de comunicación" han querido equiparar a la mentira con la verdad. Cuando se dice “verdad”, se dice que es única, y se dice que nadie la puede conocer en su totalidad ni a ella ni su origen. Hoy, los “miedos de comunicación" pretenden equiparar una cosa con la otra, buscando la unicidad de la mentira, cada “miedo de comunicación" (cada tv, cada radio, cada periódico), escupe invariablemente la misma mentira, pretendiendo hacerle ver al ciudadano que la ubicuidad de una mentira la convierte en realidad. Asimismo, los “miedos de comunicación" se ocupan, y mucho, de que no pueda conocerse toda la “mentira”, y mucho menos su origen, esto es lo más importante, su origen, o lo que es lo mismo, el otro extremo del hilo de la marioneta “mass media”. Si los “miedos de comunicación" ocultan pequeños detalles de cada mentira que disparan contra nosotros, el ciudadano se entretendrá en hacer gala de su sagacidad fijándose en ellos, o en su falta; pero será una investigación fútil, cuando no completamente inútil desde el punto de vista práctico, ya que esto le consumirá el poco tiempo que una noticia suele tener de protagonismo y no será capaz de darse cuenta, nunca, de si le están engañando o no.
 
Ellos, los “miedos de comunicación", están en posesión de la “mentira” y la disparan contra nosotros como si fueran misiles tierra-inteligencia. Que cada cuál despierte cuanto antes y avive su inteligencia, no nos dejemos engañar. Yo lo intento cada día y, por ejemplo, cada vez que la noticia dice “…el magnate del petróleo llegará a nuestro país…” entiendo “el mangante del petróleo llegará a nuestro país…” y, claro, me llevo la mano a la cartera inmediatamente. Quien esté acostumbrado a leer entrelíneas sabe a qué me refiero.
 
Puede que solo sea una impresión mía, pero creo que los “miedos de comunicación” deberían llevar un aviso del Ministerio de Sanidad que previniera acerca de lo perjudicial de su contenido. Como primera idea sugiero que los aparatos de televisión traigan de fábrica una pegatina llamativa de aviso: “No encienda la tele, tengo una mentira y no dudaré en usarla”. O quizás: “Todo lo que vea y escuche a través de este aparato será utilizado en su contra”.
 
https://www.alainet.org/de/node/143974
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