Israel y Palestina: Obama adopta política de George W. Bush

10/01/2011
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El 1 de diciembre del 2004 el presidente George W. Bush visitó Halifax, provincia canadiense de Nueva Escocia, y en un discurso dijo que la solución del conflicto entre Israel y Palestina sería una prioridad de su segundo mandato, pero en estos términos: "Lograr la paz en la Tierra Santa no es simplemente un asunto de presionar a una parte o a la otra en la delimitación de la frontera o el sitio de un asentamiento. Esto ha sido intentado antes sin éxito." En otras palabras, terminada la política de cambiar paz por territorios.
 
Seis años mas tarde el Nóbel de la paz y presidente estadounidense Barack Obama hizo suya la doctrina Bush hacia el conflicto entre Israel y los palestinos cuando el Departamento de Estado comunicó –a mediados de diciembre- que EE.UU. dejaría de presionar a Israel para que congelara la construcción de asentamientos en los territorios palestinos ocupados, un tema que era el punto central de la estrategia de Obama tal y como la presentó en el discurso que dio en el Cairo el 4 de junio del 2009, cuando expresó su apoyo a la legitima aspiración de los palestinos a la dignidad, oportunidad y “a su propio Estado”, e insistió en que las nuevas negociaciones entre Israel y la Autoridad Palestina (AP) fuera precedida de un paro total de la construcción de nuevos asentamientos israelíes en el West Bank.
 
Según fuentes palestinas (debka.com) la Administración Obama está renegando los compromisos que en cuanto asuntos había asumido: 1) endosar la promesa que en el 2007 hizo la entonces Secretaria de Estado Condoleezza Rice, de que las fronteras de un futuro Estado palestino serían “muy cercanas a las fronteras de 1967”; 2) su promesa de frenar la construcción de nuevos asentamientos en los territorios palestinos ocupados por Israel; 3) las promesas que a finales del 2009 y a comienzos del 2010 hizo el General Jim Jones, entonces Asesor para la Seguridad Nacional de la Casa Blanca, de que fuerzas estadunidenses o una fuerza combinada de la OTAN serían desplegadas en las fronteras palestinas con Israel y Jordan, y en otras áreas estratégicas después de la creación de un Estado palestino. El 15 de diciembre pasado, según Debkafile, el enviado especial de la Casa Blanca George Mitchell dijo a la AP que los peligros crecientes en la región hacían “mandatoria” la inclusión de elementos militares israelíes es una fuerza internacional, lo cual –según los palestinos- implica que las fuerzas militares de Israel seguirán estando presentes en territorios palestinos aun después de formado un Estado palestino.
 
Y, en cuarto lugar, Obama también renegó el compromiso de no interferir con la creación de un Estado palestino y ahora está exigiendo que la AP frene su cabildeo en América Latina para el reconocimiento unilateral del Estado palestino. La AP ha sido advertida por Washington que debe abstenerse de someter “resoluciones unilaterales” ante el Consejo de Seguridad de la ONU, porque “no pasarán”. O sea que Washington las vetará.
 
Como en otros casos, entre ellos el golpe de Estado contra el presidente Manuel Zelaya en Honduras o la promesa de mejorar las relaciones con Cuba, se confirma la observación del historiador estadunidense Michael T. Klare de que Obama intenta “donde es posible” que se comparta su visión de las relaciones internacionales, pero no duda en renunciar a un proyecto cuando éste suscita una fuerte oposición en el extranjero o en su país (Le Monde Diplomatique, enero 2010). Y en este caso –decíamos en “Obama levanta la bandera blanca frente a Netanyahu, Fin de Semana de Milenio, Julio de 2010- se unen ambos factores: la oposición de Israel, aliado estratégico, y el cabildeo sionista –judío y cristiano- en el Congreso y los medios estadunidenses.
 
El “proceso de paz” de Obama “ha sido un proceso sin nada de paz” y ha servido a Israel de cobertura para proseguir su infatigable agenda expansionista en el West Bank, escribe Avi Shlaim (The Hill’s Congress Blog), quien recuerda que en cada uno de los tres encuentros que tuvo con el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, Obama retrocedió un poco, lo que lleva a preguntarse cómo es posible que el político más poderoso del mundo haya permitido ser derrotado y humillado por un “socio menor”. La respuesta debe ser, en gran medida, el persistente poder del cabildeo israelí en EE.UU., según Shlaim.
 
Obama fue electo para poner fin a la política de Bush, al menos así pensaban quienes votaron por él, pero desde el comienzo de su mandato demostró, como se pudo ver cuando hizo pagar a los contribuyentes el rescate de los grandes bancos de inversiones y del especulativo sector financiero en Wall Street, que estaba continuando con las políticas de Bush.
 
A mitad de su mandato y debilitado por la pérdida de la mayoría en el Congreso en gran medida por no haber cumplido las promesas de que pondría fin a las guerras y a las políticas de Bush, Obama está más expuesto que nunca antes a que los Republicanos e Israel se aprovechen de la falta de carácter que menciona Klare.
 
Alberto Rabilotta, La Verdière, Francia.
https://www.alainet.org/de/node/146641?language=en
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