¿Entramos en una fase pre-revolucionaria de carácter planetario?

Diez (10) aspectos de la actual revolución

05/03/2011
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La experiencia revolucionaria de los pueblos árabes durante estos agitados meses de 2011 nos deja importantes lecciones que sirven para todas las latitudes del planeta:
1. Las revoluciones populares siguen vigentes. Por más poder que tengan los grandes emporios capitalistas imperiales, por más control mediático e ideológico que pretendan imponer, finalmente los pueblos se rebelan. Cuando los problemas se acumulan y los sectores dominantes muestran fisuras significativas (parálisis por la crisis sistémica, neutralización entre bloques económicos y geo-políticos, debilidad política), se producen revoluciones políticas que pueden convertirse en revoluciones sociales.
2. Siempre el hilo se revienta por la parte más delgada pero hasta el ojo más experto no lo alcanza a apreciar con la suficiente oportunidad, detalle y precisión. Sólo después de ocurridos los acontecimientos podemos “hilar más delgado”. Entender cómo y por qué se desencadenaron los hechos es clave para avanzar. Una mejor organización global de los revolucionarios nos permitirá estar mejor preparados para poder incidir con mayor fuerza.
3. La energía revolucionaria va buscando canales por donde brotar. Ésta última fase de las luchas, después de la caída del muro de Berlín – que también fueron revoluciones democráticas pero canalizadas por el gran capital –, se inició con la insurrección zapatista en México (1994), siguió con la revolución bolivariana (1999), se desató en Sudamérica con el derrocamiento de los presidentes neoliberales en Ecuador y Bolivia (1996-2005), y continuó con la elección de presidentes “progresistas” (Lula, Kirchner, Mujica, Lugo). Ahora, revienta el proceso en el Norte de África y el Medio Oriente. ¿Dónde continuará? ¿En la India, China, Rusia, Indonesia, EE.UU., Europa o Japón? ¿Qué rumbo tomará?
4. La revolución árabe mostró la aparición de un sector de la sociedad que denominamos “proletariado informalizado”. Es un conglomerado de trabajadores con diversa capacidad técnica (profesionales y técnicos asalariados, mini y micro-empresarios, operarios temporales, trabajadores de la llamada “informalidad” y desempleados), que han sido producidos por la reestructuración post-fordista del aparato productivo mundial (desde 1970). Su principal característica es la dificultad para organizarse gremialmente dada la dispersión laboral, su movilidad espacio-territorial-temporal y la variedad de áreas de trabajo. Esa situación los obliga a enfrentarse directamente ante el Estado, ya sea mediante protestas masivas o a través de la acción electoral. En las revoluciones árabes han sido un factor social dinamizador de las luchas. Los jóvenes y los trabajadores altamente calificados han sido su vanguardia.
5. Con la excepción parcial (por aclararse) de lo que ocurre en Libia, las revoluciones árabes son de carácter democrático, utilizan formas de lucha pacíficas y aspiran a la plena libertad política y participación popular. La existencia de un menguado “nacionalismo panárabe” ha hecho que las revoluciones no tengan un marcado perfil anti-imperialista. La unidad y soberanía nacional se materializan en sociedades que construyen “desde abajo” – desde la entraña popular – un espíritu de tolerancia laica o secular.
6. La tecnología informática digital (internet-móviles-TV, radio) ha sido un factor determinante a favor de las revoluciones y los pueblos. Los gobiernos autócratas se han visto obligados a bloquear las redes de información. Hay que crear redes de comunicación propias para poder actuar con mayor capacidad y oportunidad. Coincidió con la aparición de los WikiLeaks. La democratización de los medios de comunicación a nivel mundial y en cada país, aparece como un objetivo imprescindible para el desarrollo de las futuras luchas.
7. El pensamiento teórico de la revolución ha sido puesto a prueba en esta primera fase de las revoluciones democráticas del Norte de África y Medio Oriente. Aparecen con fuerza los intereses de los trabajadores frente a la explotación capitalista y a la súper-concentración de la propiedad de los medios de producción. La inviabilidad del sistema capitalista se manifiesta en todos los aspectos de la vida productiva, económica, ambiental, social, cultural. El impacto del desempleo, las migraciones del mundo dependiente hacia los países híper-industrializados, la pobreza y el hambre, los desastres ambientales relacionados con el calentamiento global, y la intercomunicación globalizada, están generando una conciencia planetaria. La decadencia del imperio estadounidense y la casi inexistencia de “burguesías nacionales” en los países dependientes le dan un nuevo contexto a la lucha anti-imperialista sacándola del “sopor” nacionalista para darle un énfasis anti-capitalista. La teoría debe ajustarse.
8. Aparecen nuevos órganos de poder popular. En la Gran Arabia no se instituyeron con la suficiente fuerza y conciencia de su trascendencia pero en las plazas centrales de Tahrir, La Qasba, la Perla de Manama, Saná, Rabat, surgieron espacios de deliberación democrática, libre y participativa, que son gérmenes de acción legislativa de nuevo tipo. La red de internet facilita también el debate y la integración. Lo más destacado – hasta ahora a nivel global – es la experiencia de los “gobiernos de los municipios autónomos” impulsados por los “zapatistas” y la permanencia de los movimientos y organizaciones sociales de Bolivia que defienden su autonomía frente al gobierno de Evo Morales.
9. Han emergido con fuerza los movimientos de resistencia de los trabajadores de Europa (Grecia, Eslovenia, Hungría, Francia, España, Inglaterra, Alemania, Irlanda, Portugal, Bélgica, y otros) y de EE.UU. (Wisconsin, Ohio, y otros 12 Estados) y de los inmigrantes. La primera fase es defensiva, luchando por mantener los derechos conquistados en los últimos 60 años de “Estado de Bienestar”, pero ya se observan señales de la profundización de ese proceso. La simultaneidad de las protestas alienta la solidaridad entre los pueblos y los trabajadores.
10. Nos atrevemos a plantear que hemos entrado en una fase pre-revolucionaria – que puede ser antesala de una revolución planetaria – dada la profundidad de la crisis del capitalismo, la decadencia del imperialismo estadounidense, la neutralización entre los bloques imperialistas, la debilidad estructural del aparato productivo (crisis del sistema financiero especulativo, agotamiento del modelo de la química del petróleo, déficit fiscal de los gobiernos, calentamiento global, crisis alimentaria), y la aparición de las revueltas populares causadas por la pobreza, el desempleo, las hambrunas, la desigualdad e inequidad social, que son problemas que no van a obtener respuesta ni solución por parte del sistema imperial-capitalista. El camino por recorrer depende en lo fundamental de la capacidad de los revolucionarios con visión post-capitalista, únicos capaces de presentar salidas en ciernes: El Estado de democracia participativa, la economía de equivalencias con base en el valor/trabajo, la planificación del decrecimiento y el desmonte de un aparato productivo depredador y anti-humano, hacia la concreción de un desarrollo ecológico e integral de la humanidad.
Una energía revolucionaria transita el mundo. Por ello, lo que suceda en Libia es de gran trascendencia. Se necesita una salida pacífica – que preserve la unidad del pueblo libio – pero que también alimente las fuerzas verdaderamente democráticas y revolucionarias. No hay que permitirle el más mínimo triunfo al imperio del capital. Se requiere buen pulso y gran sabiduría.

 
https://www.alainet.org/de/node/148081?language=en
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