Aliados en pie de guerra

22/03/2011
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*Los ataques a Libia, el pretexto es Kadafi
*Contra aires de libertad y democracia árabe
 
Los países aliados presumen descoordinación en la acción. El caso es que el fin de semana reciente comenzó la guerra en Libia en contra de Muammar Kadafi. El pretexto: los ataques del líder contra la población civil que le manifestó su repudio, en ciudades como Bengasi, tras el oleaje de la “revolución de los jazmines” [la pureza y la tolerancia] que inició en Túnez contra el gobierno autoritario de Zine el Abidine ben Ali, en el poder durante 23 años. Al igual que en el resto de países árabes de la región donde la generación Facebook y Twitter se reveló contra sus dictadores y se hizo extensiva por una amplia gama.
 
Los países invasores esperaron sólo la justificación —la declaratoria de “exclusión del espacio aéreo” en la resolución 1973 avalada por el Consejo de Seguridad— en la “reunión de París” del 17 pasado de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que dirige Ban Ki-moon, para formar la coalición de guerra con Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia [Sarkozy como el gran escudero, el “señor de la guerra” que lucha por la reelección; antes Kadafi era recibido con alfombra roja en París, incluso se dice que el libio financió la campaña del francés, según Saif Kadafi hijo]; o lo que bien podríamos calificar como la triloquía que encabeza la ofensiva.
 
Pero atrás le han entrado al aquelarre, igualmente, un buen número de países pertenecientes a la Organización del Tratado del Atlántico del Norte (OTAN), como Canadá, Italia, Dinamarca, Bélgica, España y la Liga Árabe, entre otros. Todos los invitados que asistieron pronto a esa suerte de fiesta de disfraces y arlequines en donde [donde unos dan la cara y otros no], además de los juegos pirotécnicos [la guerra ya es más un juego de niños: gear of wars o halo 1, 2 y 3, que de hombres], habrá partida y reparto de pastel; es decir, el control de los pozos petroleros libios en disputa y, en la medida que lo permita la guerra misma, de toda la región.
 
Dicen, los aliados, que pretenden impedir las acciones represivas de Kadafi, pero que no van contra él; con todo y que se han bombardeado sus guaridas —se ha corrido la versión que uno de los hijos ya murió en zendo ataque—. Sólo quieren su renuncia. Y no queda claro quién asumiría el poder tras la caída de un dictador que se ha mantenido en el gobierno por más de cuatro décadas. Porque las estructuras tribales carecen del control y la representatividad suficiente. Más bien no hay estructura para edificar un Estado democrático, como lo presume occidente para la era postKadafi.
 
Pero es justamente esa debilidad del Estado en donde toda oposición fue controlada por el dictador en pugna [una oposición sin la organización en partidos políticos], por lo que la coalición de guerra considera tener asegurado el control de las reservas petroleras de ese país norafricano. Que en realidad lo que les interesa, además de poner en práctica las nuevas armas desarrolladas por las industrias de guerra de cada país y la esperanza que la muerte impulse —o arrastre, mejor dicho— a las tozudas economías cuyos gobiernos no atinan a rescatar de la profunda crisis financiera que les aqueja.
 
Descoordinados o no, la verdad es que la triloquía pretende confundir el liderazgo de EU con el nombre de la misión diferente según el país. Para la Britania es “Ellamy”; para el país de l’amour es “Harmattan”, y para los gringos es “Amanecer de la Odisea”. Pronto, ha dicho el presidente Barack Obama [quien a estas alturas está ya controlado por los halcones de la guerra de los Bush], que su país transferirá el mando de la operación de noche —porque los ataque son con los modernos Tabby de visión nocturna integrados a los aviones de la muerte; los desarrollados desde la II Guerra Mundial y contra Vietnam— sin definir cuándo ni a quién. Pero seguro es a la OTAN. EU no está en condiciones tampoco de apostarle a otra guerra prolongada porque para derrotas le basta y sobra con Iraq y Afganistán.
 
En este caso, seguramente los guerreros del Pentágono retomaron la estrategia de Ronald Reagan en contra de Libia del 15 de abril de 1986, denominada “Operación el Dorado Canyon”, cuya planeación incluyó ataques masivos enfocados a instalaciones militares, aeropuertos, carreteras, instalaciones estratégicas y guaridas de Kadafi; o el aislamiento de los principales centros de operación y comando, y de ciudades importantes para evitar la reacción del dictador.
 
Hoy es el ataque a las fuerzas de Kadafi en ciudades como Bengasi donde ciertamente la oposición creció desde un principio. O en Trípoli, principal bastión de las fuerzas proKadafi, que han defendido a capa y espada. Pero el asalto de los aliados está perfectamente dirigido y planeado. Así, el primer paso los dio Sarkozy con sus naves para el resguardo del espacio aéreo. Para el segundo irrumpió EU en el bombardeo de las defensas aéreas libias situadas cerca de Trípoli, Misrata y Sirte, con los Tomahawks —misiles crucero de largo alcance— lanzados desde buques de guerra situados en costas del Mediterráneo. Se incorporaron a tareas similares Gran Bretaña y otros como España.
 
Mientras tanto, algunos países seabstuvieron de votar la resolución de la ONU, como fueron Brasil, India, Alemania, China y Rusia. ¿Quién niega que sea a razón de hacer la guerra por la apropiación del petróleo del territorio libio? Así Irán lo denunció recién: que los países occidentales quieren “poner sus manos en el petróleo” libio. En tanto la ONU pide a Rusia apoyar las acciones de la coalición. Y tanto Obama como el propio señor de la guerra, Nicolas Sarkozy, pugnan porque sea la OTAN quien se encargue de las directrices de las acciones militares.
 
Luego entonces, la oleada de protestas para el derrocamiento de los dictadores árabes en esta región del mundo derivó en guerra. Los llamamientos de libertad y democracia terminaron con el sello de la muerte impuesta por los occidentales con EU a la cabeza. No falta quienes arguyan la confrontación civilizatoria como pretexto. En el fondo la verdad todos la saben: los participantes en dicha coalición quieren el petróleo para las industrias militares y las economías de guerra de sus países. No es por la presunta ocupación de los intereses del pueblo libio que detesta a un líder autócrata. Es la razón occidental contra toda otra que les parece incidental.
 
De la ONU ni se diga; es un simple operador de los intereses de los países en guerra que encabeza EU. Todos se olvidan que no hay enemigo menor. La crisis del petróleo no lo justifica. La muerte de inocentes tampoco. Las consecuencias pueden ser mayores.
 
 
https://www.alainet.org/de/node/148483

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