Según información del Fondo de Población, este año, el 31 de octubre, la población mundial llegará a siete mil millones, hito que representa un reto, una oportunidad y un llamamiento a la acción. Esa agencia de Naciones Unidas en un mensaje recordó que la pobreza, la desigualdad y el creciente estrés sobre los recursos constituyen a problemas de gran magnitud. Según el UNFPA, para reducir las inequidades y mejorar los estándares de vida de las personas, las de hoy y las del futuro, será necesario adoptar nuevas formas de pensamiento, entre otras cosas.

La juventud y la promoción de los derechos de las niñas y las mujeres requieren gran atención, mientras que la protección de la salud reproductiva y los derechos reproductivos son fundamentales para el futuro colectivo y para el desarrollo sostenible, señala el mensaje del Dr. Babatunde Osotimehind, director ejecutivo de esa entidad, quien aseguró que es factible lograr que se satisfagan las necesidades de unos 215 millones de mujeres de países en desarrollo que desean planificar y espaciar el nacimiento de sus hijos, pero que no tienen acceso a anticonceptivos modernos.

La prevención de la muerte de mil mujeres diarias en el mundo, por causa de complicaciones del embarazo y del parto, es otro reto del tamaño de las oportunidades en educación que son negadas a la juventud, incluida la educación sobre la sexualidad y el acceso a servicios integrales de salud. La inversión adecuada en políticas correctas les permitirá disfrutar de su vida en forma más saludable, libre de pobreza, y afianzará las perspectivas de paz y estabilidad.

En nuestro país, 7.5 millones de personas viven en situación de pobreza, y 2.2 millones en pobreza extrema. La situación se agudiza cuando se habla de la población indígena, que son el 75% del total de pobres. La concentración de la riqueza fomenta esta desigualdad, pues si el 2% de la población posee el 64% de la tierra y el 10% recibe más de la mitad de todos los ingresos del país, ¿cómo puede haber desarrollo y equidad?

Para Leonor Calderón, representante en Guatemala del Fondo, uno de los retos más grandes aquí es poner fin a la violencia. Se estima que el 45% de mujeres de entre 15 y 49 años ha sufrido algún tipo de violencia, situación que ya no puede ser aceptada, como tampoco que el 34% de mujeres indígenas carezcan de acceso a la educación que las condena a ellas y a sus hijos (as) a vivir en un ciclo de pobreza.

La mortalidad materna es otro de los flagelos que afecta grandemente al país, pues 139 mujeres por cada cien mil nacidos vivos mueren por causas relacionadas con el embarazo; el 70% de las muertes se registran en mujeres indígenas.

Este llamamiento de la ONU enfrenta la postura de las y los candidatos a optar a la Presidencia del país, pues, sin excepción, confesaron en el reciente foro organizado por la Conferencia Episcopal, estar en contra de los derechos sexuales y reproductivos, de la educación en esta materia, de los derechos de las mujeres a decidir sobre sus vidas y hasta reprueban la disolución del matrimonio, contemplada hace décadas en nuestra legislación civil, con lo cual condenan a muchas mujeres a continuar en un círculo de violencia, que ha llevado a algunas a tomar la decisión de divorciarse.

O sea que la invitación que hace el UNFPA a adoptar nuevas formas de pensamiento choca con esa actitud nugatoria de derechos humanos. ¿Cómo lo conciliamos?

Guatemala, 20 de julio de 2011