Retiro espiritual (y literario)
07/08/2011
- Opinión
Pasé la tercera semana de julio en retiro espiritual con mis hermanos frailes dominicos. Durante el feriado del Corpus hice lo mismo, durante tres días, con grupos de oración integrados por laicos.
En este mundo aturdido nos persiguen las noticias por todas las esquinas y recovecos. Se multiplican las llamadas. Retirarse, recogerse a la soledad, estar consigo mismo, es una exigencia espiritual e intelectual. Muchos indígenas lo hacen al pasar de la adolescencia a la edad adulta. Los deportistas se concentran durante los días anteriores a los juegos y partidos.
Si logro producir tantos artículos y libros (53 títulos en 35 años; el 54°, una novela, saldrá a fines de este mes) no es debido al equipo de hermanitos que, como sugiere Ricardo Kotscho, se ocupa, en el sótano del convento, de redactar, día y noche, los textos que firmo yo después. Es gracias a los retiros literarios. Al menos 120 días al año están reservados para la creación literaria. Evito la agitación urbana y mantengo el celular apagado y la ansiedad contenida.
Escribir, como diría Thomas Edison, no es mera cuestión de inspiración sino de transpiración. (João Ubaldo Ribeiro opina que la mejor inspiración es un buen cheque del editor…).
Para crear hay que sufrir. Tener la disciplina de renunciar a invitaciones, fiestas, distracciones, viajes… Y dedicarse seriamente al trabajo de leer, escribir, investigar. Basta con revisar la correspondencia de Balzac y Flaubert para hacerse una idea de cómo se entregaban acuciosamente al oficio literario.
¡Cuántos relatos nunca nos han llegado por haber quedado retenidos en la imaginación de escritores que no se empeñaron en ser autores! ¡Cuántas primeras obras literarias desvanecidas en los cocteles de los bares nocturnos!
La pereza es uno de los siete pecados capitales. Aunque tiene un nombre inadecuado. Nada que ver con sombra, agua fresca y periódico sin letras. Prefiero el término sugerido por el monje Casiano (370-435): acidia, latinización del griego acedia. Acidia es el desánimo por cultivar la vida espiritual. Por orar. Por leer y meditar la palabra de Dios. Por practicar la virtud y superar el vicio. Por abrazar las enseñanzas de los maestros espirituales.
Ahí reside la importancia del retiro espiritual: distanciarse del ruido cotidiano, liberarse por unos días de la hipnosis televisiva y del magnetismo cibernético, dejar el celular desconectado y conectarse al silencio, a lo íntimo de sí mismo, para escuchar mejor la voz divina y así ensanchar la capacidad de amar.
Muchas veces la resistencia a retirarse procede del miedo (inconfesado) a encontrarse consigo mismo. A escuchar la propia intuición, a oír la voz del silencio. Es parecido a la resistencia a la terapia. Así como hay quien cree que ésta es ‘para locos’, así hay quien considera que el retiro es ‘para monjes’.
Tengo amigos con inmensa dificultad para desconectarse del día a día. Son compulsiva y compulsoriamente activos en todo. En verdad están atrapados en lo inmediato. No consiguen adherirse a lo grande. Dejan escapar entre los dedos los talentos que poseen. De ese modo se vuelven presas fáciles de la ansiedad y víctimas del estrés. Son candidatos al infarto, pues ni siquiera consiguen masticar despacio lo que ingieren.
Aunque no se tenga la oportunidad de hacer un retiro espiritual, al menos la mañana o la tarde de un domingo al mes debiera estar reservada para el aislamiento. Bastaría con visitar una iglesia, disfrutar de la tranquilidad de un parque o incluso encerrarse en casa y meditar.
Para un artista es imprescindible retirarse. La creación exige distanciamiento. Krajcberg se refugia en el sur de Bahía. Manoel de Barros en una granja del Mato Grosso. Adelia Prado en Divinópolis (MG). João Gilberto se impone vida monástica en su apartamento de Rio de Janeiro.
Quizás por eso Yavé, en su sabiduría, creó primero la luz y finalmente a los seres humanos… Nuestro excesivo parloteo habría perjudicado la obra de la Creación. Y como narrador invisible, Dios prefiere ser conocido por su palabra y obra. Así como nosotros, lectores, conocemos a Camoes, Machado de Assis y Dostoyievski. (Traducción de J.L.Burguet)
- Frei Betto es escritor, autor de “Conversación sobre la fe y la ciencia”, junto con Marcelo Gleiser y Waldemar Falcão, entre otros libros. http://www.freibetto.org/> twitter:@freibetto.
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