La escisión del ciudadano
- Opinión
Quien quiera entender los laberintos financieros desde el punto de vista de su lugar social tendrá como mínimo, dos miradas. Como ciudadano y como consumidor. El tema es complejo más aún dado que en lugar de ser uno, somos dos. Un día nos convencieron que éramos ciudadanos, que nuestra voz, nuestro voto, significaban. Con suerte alguno fue consultado sobre algún tema y otros participaron en un plebiscito. Que después resultara que no satisfacía al gobierno de turno ya es otro cuento pero de alguna manera creíamos participar, incluso mirándonos en abstracto en las encuestas, haciéndonos sentir un poco, o bastante tontos, porque a los candidatos a parlamentarios, Presidentes, les miramos la corbata, el corte de pelo, el traje, el reloj y de pasadita, a lo mejor, escuchamos lo que dice porque parodiando a un político estadounidense, en las campañas se hace poesía y si gana, es pura prosa, a veces cínica, total la política es el arte de lo posible.
Pero esta división interna nos complica, porque estos personajes internos apenas se miran. El consumidor dice puedo comprar, voy bien, cambiar no, para que arriesgarse. El ciudadano tiene una mirada más amplia, quiere informarse para decidir y luego pensar en el bien común, y según las organizaciones empresariales de comunicación masiva bajo la falacia libertad de expresión, casi siempre, grandes enclaves mediáticos, están allí con alguna organización que defiende la libertad de expresión cuidándose de ser tocadas. Aunque funcione más la manipulación que la información. La información no solo involucra al medio, también a toda la comunidad y la objetividad no es otra que incluir los objetos de análisis en el relato periodístico. Cuando un medio o un periodista dice algo es bueno leer lo que dice y desde donde lo dice. Ese donde tiene dos niveles. El discursivo y la direccionalidad del medio. Hay en Chile, por ejemplo, un duopolio en un momento muy tenso, hay demasiada información para negarla. Los ricos son pocos y deciden sobre la concreción del modelo de país. De modo cuando en La Tercera aparece un analista que muestra claramente las contradicciones de los datos macros que alegran tanto al Presidente vemos y leemos claramente que hay cierto temor porque se les ha pasado la mano. El lucro como objetivo central desde la dictadura cívico militar se ha ido fortaleciendo, de modo que, una manito de gato, algún maquillaje como quitar el 7% de aporte de jubilados y pensionados con bajos ingresos aparece como valioso. Pero las inversiones, los proyectos de desarrollo aunque afecten al medio ambiente pertenecen a pequeños grupos que cuentan a favor con leyes laborales anoréxicas, sueldos bajos, seguridad social asentada en el lucro, con salud pública de mala calidad. El modo como se ataca a los dirigentes estudiantiles es grosero. Ningún padre debiera permitir que a sus hijos se les descalifique porque quieren que sea un medidor de excelencia, cultural, el que decida que lugar de la enseñanza puede alcanzar y no el dinero. De tal modo que decir que la educación gratuita es para todos o universidad para todos significa, claramente, que su vector es la excelencia, el esfuerzo, la dedicación y no el dinero, pero se trata de tergiversar, de descalificar, de la descalificación ad hominen para evitar el argumento serio.
Una sociedad que descalifica, manipula y falsifica la verdad a sus jóvenes se transforma en una sociedad que desprecia la verdad y agrede a un colectivo de padres que cuando los hijos en algún momento buscan una opinión honesta recurren a ellos. En el texto cristiano, posiblemente alguno que se crea cristiano, que se lo internalice, Jesús dice en una oportunidad….”que padre si su hijo le pide un pan le dará una piedra?...y se le pide un pez le dará una serpiente?
Esta sociedad actual macro, del ingreso per cápita, de la derrota de la pobreza aritmética, de los 33 mineros salvados y 27 muertos en accidentes mineros desde el mediático rescate, de la libertad de expresión cercenada con la llegada “ de la transición democrática” al quitarle oxígeno a los medios críticos que hoy debieran estar en las bocas de venta en las calles, no puede silenciarse por el consumidor que llevamos dentro y debemos darle un lugar al ciudadano. No como ahora en España donde el consumidor alienta el triunfo final de la derecha en la Europa del Euro. Ya salió Vargas Llosa a dar su apoyo, nada sorpresivo, a lo que el llama la derecha liberal, desalentando al ciudadano y valorando al consumidor que le compra sus libros y lo premia.
El cierre del universo del discurso de derechas está ad portas en España. Suramérica no escapa a esa realidad. Habrá que producir el un encuentro entre el consumidor y el ciudadano, entre el pragmatismo y la ética, entre ser un ser divido o uno asentado en ese fondo insobornable que describía Ortega y Gasset en España. Es la tarea, ya.
Walter Dennis Muñoz
Periodista
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