COP17: El Gran Escape III

07/12/2011
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Después de 9 días de negociaciones no hay dudas de que ya vimos está película. Es el tercer refrito de Copenhague y Cancún. Mismos actores. Mismo guión. Los documentos se producen fuera de los espacios formales de negociación. En cenas y reuniones privadas a las que no asisten los 193 estados miembros. El resultado de estos encuentros se conoce solo el último día. En el caso de Copenhague fue a las dos de la mañana del día después que debió haber terminado el evento. En Cancún el proyecto de decisión recién apareció a las cinco de la tarde del último día y no se abrió a la negociación ni siquiera para corregir una coma. Bolivia se mantuvo firme en las dos ocasiones. La razón: los bajísimos compromisos de reducción de emisiones de los países industrializados que llevan a un incremento de la temperatura de más de 4 C. En Cancún Bolivia se quedó sola. No podía hacer otra cosa. Como podía aceptar el mismo documento que en Copenhague había rechazado sabiendo que 350.000 personas mueren al año debido a desastres naturales producidos por el cambio climático. Permanecer en silencio es ser cómplice de genocidio y ecocidio. Aceptar cualquier desastre con tal de no quedarse solo es la receta de la diplomacia cobarde. Mucho más cuando uno pregona la “Diplomacia de los Pueblos” y se ha comprometido a defender el “Acuerdo de Cochabamba” de la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre Cambio Climático y derechos de la Madre Tierra.
 
Durban será peor que Copenhague y Cancún. A dos días de la clausura aún no se conoce el verdadero texto que se está negociando. Todos saben que el documento de 131 páginas es solo una compilación de las propuestas que ya estaban en la mesa en Panamá (hace dos meses). La negociación formal no ha avanzado casi nada. El verdadero documento aparecerá hacia el final de la COP17.
 
Pero lo más importante, la sustancia de la negociación sigue invariable desde Copenhague. Las promesas de reducción de emisiones siguen siendo de 13% a 17 % de las emisiones que tenían los países desarrollados tomando en cuenta sus niveles de emisiones de 1990. Todos saben que eso es una catástrofe. En vez de indignarse buscan como endulzar el veneno. La envoltura de este paquete será el segundo periodo de compromiso del protocolo de Kioto y un mandato para un nuevo acuerdo vinculante. La sustancia del paquete será la misma que la de Copenhague y Cancún: no hacer prácticamente nada durante esta década en cuanto a reducción de emisiones, y conseguir un mandato para negociar un acuerdo que será aún más débil que el protocolo de Kioto y que lo sustituirá en el 2020. El Gran Escape III es el nombre de esta película que versa sobre como los gobiernos de los países ricos y las transnacionales buscan escaparse de su responsabilidad en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
 
Lejos de fortalecer la lucha contra el cambio climático se está volviendo más suave y flexible, con compromisos voluntarios de reducción de emisiones. ¿La incógnita es quien se parará esta vez a denunciar el engaño hasta el final? ¿Será que esta vez, todos aceptan el refrito de Copenhague y Cancún?
 
Lo cierto es que más allá de la escenografía y la última escena, el final de esta película será el mismo que el de Copenhague y Cancún: la humanidad y la madre tierra serán las víctimas de un incremento de la temperatura nunca antes visto en 800.000 años.
 
Pablo Solón, analista internacional y activista social. Fue Jefe negociador para cambio climático y Embajador ante Naciones Unidas del Estado Plurinacional de Bolivia (2009-Junio 2011). http://pablosolon.wordpress.com/
https://www.alainet.org/de/node/154528?language=es
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