Libertad de expresión y sociedad
29/01/2012
- Opinión
Este no es un tema del área comunicación solamente, es un tema global y de base personal, social y cultural. De la academia salen los periodistas, semiólogos, analistas de medios que luego cuando comienza su vida profesional sirven el cafecito a los pesos pesados de los medios.
Es evidente ya que la libertad de expresión es libertad de empresa y que la pluralidad de medios no es necesariamente pluralidad de ideas. Posiblemente sea una experiencia común la que nos dice que durante nuestra adolescencia y juventud nunca nos preguntamos como se hacen las leyes que rigen nuestra juridicidad en nuestros países. Recuerdo un hecho terrible en Buenos Aires, en el barrio de Flores donde un automovilista atropelló a un abuelo y su pequeño nieto causándoles la muerte y luego huyó del lugar. Las informaciones de los transeúntes que vieron el hecho permitieron que se ubicara al conductor y lo llevaran a tribunales, posteriormente salió en libertad y la gente decía que injusticia, pero el juez hizo su tarea, aplicó las leyes vigentes que dio lugar a esa libertad y posteriormente una compensación monetaria a la familia correspondiente.
Por eso no era una majadería personal el reclamar que comunicación social sea una materia en educación básica y secundaria. Porque es necesario saber donde surgen estas tecnologías, que sociedad las produce, como llega a nosotros, en qué marcos jurídicos se sostienen y como se respaldan financieramente.
Para que una comunicación sea alternativa no basta adjetivar la comunicación. Debe mostrar un modelo enunciativo diferente. Eso es lo que nunca han aprendido las radios y canales religiosos junto a los medios que representan una determinada línea ideológica. Podemos definir provisoriamente la enunciación como el modo en que un emisor se inscribe en un acto comunicativo sea este escrito, oral o audiovisual, y en ese acto propone al receptor y el tipo de vínculo que procura establecer. El profesor Fernández de la Universidad de Buenos Aires lo resume así.- Toda descripción de un enunciado mediatizado debería incluir, entre sus condiciones de enunciación, el modo en cuál se inscribe. Cada modo general de enunciación será entendido como una cierta manera de relacionar el espacio de producción de sentido con el producto. Enun trabajo que desarrollé en Buenos Aires lo enfoqué como el modo tecnológico y el modo espacio de diálogo social. Fernández, lo plantea ya sea, mostrándolo (en el modo emisión), borrándolo (en el modo soporte) o transfiriéndolo a otro lugar social (en el modo transmisión.)
Esto es fácil comprobar cuando vemos en la televisión un partido de fútbol y verificamos que el lugar de producción de sentido está en otro lugar social, el estadio deportivo. Los aburridos análisis de los periodistas en la tv española que hacen creer que allí hay debate, análisis plurales, y un relato que involucre el modo espacio diálogo social, allí como en los programas religiosos predomina el modo soporte, y funcionan como tecnologías de amplificación colectiva. Allí predomina lo mío y lo ajeno no tiene lugar. Este es el modo imposible de articular a nuestra vida en marcha cuya dinámica se alimenta de una determinada interacción familiar, un proceso de interacciones sociales y un modelo de cultura por lo tanto de un proceso simbólico que en el plano receptivo puede producir rechazo o reforzar la oferta discursiva. La elección contundente para el PP en España revela claramente que la alimentación de base del pueblo español tiene marcas franquistas, de un catolicismo reaccionario y un modelo educativo vertical conservador. El juicio al Juez Garzón es un ejemplo palmario de esa realidad. Un discurso o texto en producción que desconozca las condiciones de recepción termina siendo una frustración. Baste leer diarios digitales, blogs, páginas en internet donde se ataca fieramente al PP diciendo todo aquello que debió decirse desde la niñez y durante el gobierno del PSOE, dicho hoy resulta sorprendente. En el fondo resulta poco respetuoso para el lector.
En Chile los sectores dominantes desde la “independencia”, fueron hábilmente controlando el circuito simbólico. Un hijo sacerdote, otro abogado y el otro militar, de ese modo los panfletos y eslóganes contra la derecha no tienen cancha de aterrizaje. Salvo vender ciertos nombres que vuelan en el espacio mediático pero la vida viviéndose va por otro vector.
En una generalización estrictamente didáctica podríamos decir que hay dos modos generales de enfrentar la presencia de cualquiera comunidad de comunicación ( sindicatos, pueblos originarios, estudiantes, grupo de periodistas, docentes, colectivos femeninos, etc, etc.).
Uno sería el de la concepción tecnológica, que privilegia la tecnología de soporte sea ésta la radio, prensa escrita, tv o Internet. El otro modo lo designamos como la concepción de espacio de diálogo social asentado en el entendimiento. Aquí se privilegia la acción comunicativa sustentada en los espacios que la cultura actual define como espacios de opinión pública.
Al optar por el modo tecnológico nos ubicamos en el ámbito de poder dado los requerimientos financieros y de tecnologías de vanguardia normalmente dentro de modelos jurídicos convencionales.
En el segundo caso optamos por el ámbito de la comunicación comprendida ésta como una acción orientada a entendimiento. Aquí se valora los medios de comunicación como espacios de encuentro social. Internet ha despertado en nosotros la tentación de nuestro blog, nuestro portal, nuestro diario digital y se confunde acceso, con seudónimos muchas veces, con participación en igualdad de condiciones.
Se acepta la unidireccionalidad del medio, por lo tanto, para eliminar el simulacro debe estar el otro presente. Normalmente como discurso o como intérprete de un hecho que ofrece diversas lecturas y no solamente la del emisor formal. Se produce una búsqueda cooperativa de la verdad en el plano social como sistema articulador de las diferencias. Importa más la condición de recepción de un mensaje que las condiciones de producción (Nunca sabré lo que he dicho hasta escuchar la respuesta a lo que dije. Wiener )La respuesta debe producir cambios en el emisor como en el receptor de ese modo es posible producir cambios en la direccionalidad de la política en el parlamento y en el gobierno, y por supuesto en las interacciones sociales con su barniz de cultura de mercado. La famosa democracia de mercado que predican algunos escritores con mucha prensa.
La empresa comunicativa se predica de un paradigma comunicacional participativo y no deducida de la concepción de mercado que define la empresa comercial y mercantil.
El derecho a la información como un derecho de la totalidad social en el ámbito de los derechos sociales y no meramente individuales. Derecho delegado en el periodismo con responsabilidad social. Bajo el paradigma del entendimiento intersubjetivo habría suficiente espacio para la circulación legítima de discursos sociales desinflando el mal llamado derecho a réplica (derecho a rectificación o respuesta) que se constituye en la noción empresarial, mercantil, del periodismo que puede ignorar a sectores con competencia y capacidad de discurso pero que no tienen la tecnología necesaria para ello. El derecho a informar como delegación permitiría modificar el que muchos sectores se sientan mal interpretados o excluidos de la actualidad, pero también permitiría un cambio en el nivel ético del periodismo aceptando la opinión contraria ( por ejemplo, como dice Ramonet que los neo progresistas (¿?) van viento en popa en Suramérica) y divulgándola como símbolo de la libertad de expresión. La comunicación social se asentaría verdaderamente en la acción comunicativa orientada al entendimiento y no solamente en el dinero y el poder. Seguiremos el tema más adelante.
- Walter Dennis Muñoz es Periodista
https://www.alainet.org/de/node/155520?language=en
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