Bloquear los caminos verdes

29/04/2012
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A
“No vemos las cosas como son
sino como somos”.
 
No estoy muy seguro que un “Comando anti-golpe” sea la respuesta que se espera para contener la deriva de la derecha histérica (un tal comando debe existir permanentemente en todas las instancias del Estado). Pero tiene tal vez la virtud de poner en primer plano del espacio público un asunto del cual no se habla con comodidad, en parte porque todo lo allí implicado es muy comprometedor, en parte también porque la mezcolanza de intereses de todas las derechas en este asunto es muy viscosa.
 
Peligros de aventuras militares los hay permanentemente en todos lados. Amenazas reales de este tipo de atajo es algo más circunscrito a condiciones socio-políticas especiales. Especulaciones mediáticas sobre golpes van y vienen con toda impunidad (mire usted recientemente los “fuertes rumores de golpe militar en China” con los que la prensa amarillista se divierte). Por ello se banaliza fácilmente cualquier denuncia o alerta que vaya en esa dirección.
 
Como se ha planteado reiteradamente, no hay que simplificar la estrategia de “golpe” al formato gorila que tanta tragedia ha causado en el mundo y, en particular, en América Latina. Sin descartar modalidades ni magnitud de las tragedias humanas involucradas, es importante ampliar el campo de visión para caracterizar las diversas estrategias y operaciones intermedias que pueden ser en la práctica sumamente desastrosas. No se trata sólo de grupos coherentes, organizaciones de ultra-derecha consolidadas o facciones con grandes estrategias diseñadas. Lo que he llamado en Venezuela la “derecha histérica” es algo muy primario y elemental. Puede actuar por cuenta propia o con algún grado de complicidad con la derecha “políticamente correcta”. No está en capacidad de orquestar un “golpe de Estado” en el sentido clásico, aunque se acomodaría muy fácilmente a este escenario.
 
Me parece que en la coyuntura venezolana actual hay que atender con seriedad todos los mapas de riesgo, sin paranoia política y sin ingenuidad. Allí aparecen amalgamadas tendencias e intereses de las derechas que se acercan o se distancian según lo que cada cual arriesga. Es justo aquí donde mejor se identifica el perfil de estos micro-grupos fascistoides que tienen poco que perder en jugadas macabras de cualquier tipo: no tienen que responder en el espacio público, no conocen el concepto de responsabilidad política, carecen de un mínimo de eticidad para controlar su furia disociada.
 
Lo que sostengo es que los sectores conservadores que legítimamente adversan al gobierno pueden contribuir a neutralizar políticamente este peligro: porque no les interesa realmente producir una ola de violencia gratuita, porque sí tienen que perder, porque cualquier apuesta política de futuro para la derecha democrática pasa por jugar con los límites (no hay política sin límites). Lo que ocurre es que este razonamiento es muy frágil cuando miramos por dentro las diversas derechas institucionales que hacen vida formal en la oposición venezolana. No es fácil predecir una conducta coherente de estas derechas frente a grupos fascistoides que andan por detrás de planes terroristas.
 
Como puede verse, una cosa es anticipar los planes golpistas que pudieran estar por allí en las cabezas de algunos poderosos y otra cosa es la deriva fascistoide de grupos enteramente anómicos que pueden hacer mucho daño (incluso contra su propia gente). Es verdad que en algún punto estas tendencias se encuentran. También es verdad que en un cuadro maquiavélico pueden repartirse el trabajo y todos salen librados. Eso no está en absoluto descartado. Lo que vengo planteando desde hace algún tiempo es que será preciso ocuparse directamente de los manejos y andanzas de la derecha histérica, independientemente de sus articulaciones y acuerdos con el resto de las derechas venezolanas.
 
Los cálculos electorales (los verdaderos que hacen los operadores puertas adentro) pueden disparar la desesperación y aventura. Ayudaría muchísimo que en cada camino verde aparezca este cartelito: “Vía cerrada”.
 
https://www.alainet.org/de/node/157541?language=en
America Latina en Movimiento - RSS abonnieren