Los deberes de los periodistas así sean pelucones
14/05/2012
- Opinión
Escuché esta mañana (mayo 11/2012) una “cadena radial” que exigía a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que devuelvan a la “civilización occidental y cristiana” vivo y salvo, al periodista francés Romeo Langlois (se pronuncia Langlua) Este caballero cayó prisionero de las FARC, en alguna de las muchas confrontaciones que se registran en las zonas selváticas colombianas. Decían que la red radial era mundial y que éste (don Romeo) tenía todo el derecho a ser reenviado a sus bases, sano y salvo.
De lo que los mismos diarios sipianos han publicado, estos días, el señor Romeo fue detenido vivo por las FARC colombianas, en un acto de armas con el ejército colombiano que, como todos saben, está financiado y refinanciado por el ejército norteamericano. El caso es que dicho periodista fue, con gran suerte, detenido vivo cuando vestía uniforme y casco de los soldados colombianos. Por lo tanto, era un “enemigo” que se acercaba y, con mucha suerte, solo fue aprehendido con una herida en un brazo. Días después, un joven oficial de las FARC declaró que el señor Romeo Langlois estaba vivo y curado en manos de las FARC. Proponía una suerte de cursillos especiales para periodistas, algo así como un cursillo de lo que antaño se llamaba el “corresponsal de guerra”.
Este episodio me recuerda otros. En los que igualmente han estado comprometidos periodistas en acción. Pregunto: ¿por ser periodista ya tiene una especie de inmunidad de vida, en un país en que, a ojos vistas, hay un problema muy grave entre un ejército armado hasta los dientes y una guerrilla que tiene 50 años de perdurabilidad? En este Ecuador, los únicos que son impermeables e inmunes a todo, son nuestros diputados.
Quien de buena fe (seguramente por estar de acuerdo con tal o cual tesis) se apresta a vivir una odisea y acepta vestir un uniforme, deberá siempre correr un riesgo. Más, si va en un carro blindado, con uniforme militar de campaña y casco. El riesgo es que la parte contraria, en este caso los hombres de las FARC, acaben con ese enemigo. El periodista señor Langlois (por más francés que sea) anduvo con mucha suerte. Solo cuando se rindió al enemigo, se identificó como periodista, se sacó el casco y el uniforme, y fue asistido en su brazo herido.
Este episodio me recuerda que hace años (2003) el gran imperio del norte invadía Irak con el pretexto de que Sadan tenía un par amas de destrucción masiva, que nuca se encontraron. Los periodistas (o quienes hacían sus veces) iban en los tanques de guerra (mejores y más impactantes que los panzer nazis) como si fueran parte de una acción de conquista. Claro que si Hussein hubiera desatado la guerra contra el invasor, los periodistas que iban en esos tanques, corrían el mismo peligro que sus compañeros de armas. Pero, no les pasó nada, porque Sadan Hussein y sus guerreros, que prometieron la madre de todas las batallas, prefirieron esconderse en un sótano; y esperar ahí que les ahorquen.
También recuerdo que en Irak fue asesinado a morterazos un periodista español, de apellido Couso, quien estaba en la terraza del hotel en el que se alojaba; y que todo el mundo (menos los gringos invasores) sabían que allí residían periodistas que cubrían la invasión de conquista. De lo que sé, hasta la fecha, el gobierno de los Estados Unidos se ha negado a enjuiciar al oficial y a los soldados, que dispararon contra el hotel en referencia. Pero todo fue en vano. El periodista Couso se quedó bien muerto; y eso que estaba en un hotel internacional, que se lo suponía (al hotel) una especie de tierra privilegiada, inclusive para los invasores.
Pregunto (ya que soy un preguntón contumaz) el periodista francés que iba en un pelotón armado de hombres de uniforme, a matar “terroristas” de las FARC (así los tratan) ¿acaso tenía como misión describir la vida en pobreza y miseria de los campesinos colombianos? ¿Iba a informar de los territorios que las AUC colombianas (habría que preguntarle al señor Álvaro Uribe, sobre el tema de las AUC, que en eso es experto) que les fueron arrebatadas a los pobres campesinos colombianos, muchos de los cuales fueron asesinados y sus pobres familias, obligadas a irse a cualquier parte (¿Ecuador, Venezuela, Panamá?) para salvar sus vidas? ¿El señor (me estoy refiriéndome al periodista francés) iba a describir cómo las guerrillas de las FARC se mantenían como contraparte uniformada, a pesar de los “logros” que el ejército colombiano aportaba cada año, a Colombia?
De parecida manera podemos hablar de los periodistas que, desde el otro lado, van a las confrontaciones a tiros con el ejército colombiano, armado hasta los dientes por los norteamericanos. ¿Van tal vez a relatar cómo van los soldados colombianos (dirigidos por los gringos) a las luchas con las FARC? ¿No es cierto que para eso hay periodistas como el señor francés que cayó prisionero de las FARC, con mucha suerte? Los periodistas colombianos o no que van con las FARC ¿quizá van a descubrir cómo les tratan en las cárceles colombianas, a sus hermanos de ideas que caen presos de semejantes congéneres? Y pregunto finalmente: ¿les reconocen por lo menos el derecho a que les curen sus heridas y sus enfermedades, en las cárceles colombianas a los guerrilleros (perdón “terroristas”) que caen en dichas prisiones?
Presupongo que un buen periodista (hombre o mujer) define sus puntos de vista cuando se lanza a una aventura junto a soldados armados hasta los dientes que van a matar “terroristas” que están en las selvas colombianas ¿Han hecho las radios sipianas programas mundiales en su favor, para que los liberen, sin ningún pago, solo por ser periodistas? Tal vez. Eso está por verse.
Y en esta parte de estos ensayos, pregunto ingenuamente ¿hemos escuchado redes radiales mundiales en favor de los palestinos que los israelitas de estos tiempos, les matan o les apresan en sus casas, pidiendo su liberación, antes de que mueran de hambre en esas prisiones judías en las que permanecen años, sin que un juez de hecho o de derecho les juzgue? ¿Hemos oído de redes radiales a favor de los morterazos que disparan contra seres indefensos de Siria, solo porque es un paso obligado para llegar a Irán? ¿Podrán los judíos de Israel declarar cuando les dé la gana la guerra contra Irán solo porque sospechan que allí se fabrican armas nucleares, cuando ellos si las tienen, en sus arsenales, proporcionadas por el ejército USA? ¿Hemos asistido a redes mundiales a favor de los periodistas que, todos los días, son asesinados en México, de preferencia en la frontera EE.UU. – México? ¿Hemos escuchado redes radiales por los 21 periodistas muertos en Honduras, después de que tomó el poder el señor Lobo?
Y ahora que estoy de preguntón, no resisto la tentación de preguntar algo referido a los asalariados del sector público y/o del sector privado. Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, asalariado es todo aquel que recibe un salario por el trabajo que desempeña. Para más detalles, los lingüistas dicen que salario viene de sal, que antaño (bien antaño) los patronos de siempre les pagaban a los obreros, según la cantidad de sal que necesitaba él y su familia, para subsistir. Actualmente ese salario se llama sueldo; y, en todos nuestros países, se habla de la gran diferencia que hay entre unos “sueldazos” y los que gana el común y corriente de los mortales.
Y, a propósito de sueldos y salarios, me ha llegado de autor desconocido una definición del término “grosería” El primer renglón de ese vocablo dice que grosería es que los asambleístas ganen alrededor de 7.000 dólares mensuales (con muertos y heridos) y un ciudadano cualquiera gane, con mucho esfuerzo, 290 dólares mensuales. Y dice que es una grosería porque entre lo que hace un asambleísta (si es de oposición, más) y un empleado o trabajador cualquiera, hay mucha diferencia. Y lo realmente increíble y hasta una grosería sin nombre es que los asambleístas de oposición ganen lo que ganan y protesten porque se han demorado 7 días en este pago.
Y como no podía ser de otra manera, en primera línea de este reclamo, estuvo el asambleísta Jiménez, el mismo que dijo que el 30-S los policías sublevados no cumplieron con una orden de su comandante en jefe: que le maten. Este y otros señores, por primera ocasión, cada mes, tienen en sus manos 7.000 dólares USA, una cifra que en un año no lo tenían antes. Y reclaman. Un pobre jubilado (da) de los tantos que hay, para ganar 7.000 dólares USA tiene que sumar tres o cuatro años; o sea 48 meses. Y no protestan.
Como siempre, se me ocurren “malos pensamientos”. Por ejemplo, que de los sueldazos que ganan los asambleístas se les descuenten, día a día, una cantidad equis, mientras no le den al pueblo ecuatoriano una Ley de Comunicación. De esta manera, por lo menos el Estado ecuatoriano habrá ganado algo de un mandato constitucional que los asambleístas de oposición (más otros) van para tres años que no le hacen caso; y un mandato plebiscitario del pueblo ecuatoriano, que ya cumplió un año.
Mayo 12/2012 (día de la madre)
Alberto Maldonado S.
Periodista – Ecuador
https://www.alainet.org/de/node/157930
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