La Grecia de Sócrates
25/06/2012
- Opinión
Cuando volví a visitar el Partenón, la segunda semana de junio, encontré cerca del teatro de Dionisios, pensativo, a mi amigo Sócrates.
-¿Cómo van las cosas por Grecia?, le pregunté.
-Perdimos la sabiduría, querido mío. Urge rencontrar la lámpara de Diógenes para proyectar luz al final del túnel. Por suerte en las elecciones del 17 de junio los partidos xenófobos no alcanzaron la mayoría. Y la izquierda quedó en segundo lugar, con buena representación en el parlamento.
-Como turista accidental vi que muchos griegos temían lo peor, le comenté. En la semana anterior a las elecciones había colas para sacar dinero de los bancos y muchas familias almacenaban alimentos.
-Nosotros mismos nos metidos en el apuro, observó el viejo filósofo. Somos una nación de once millones de habitantes. Según Pitágoras, que entiende de números, Grecia no debiera haber abandonado el dracma y adoptado el euro. El Reino Unido y la República Checa conservaron sus monedas y han sido menos vulnerables a la crisis. Ahora es tarde. Somos irremediablemente rehenes de los bancos. Tanto que al préstamo ahora se le llama rescate.
-¿Y a qué atribuye esta crisis estructural que asola a Europa?
-A la obsesión neoliberal por el consumismo. En los últimos veinte años disfrutamos de un patrón de vida ecológicamente nocivo y éticamente ofensivo para el resto del mundo.
-¿Cree usted que la crisis refuerza el neonazismo, representado por el partido Aurora Dorada?
-La gente prefiere seguridad a libertad, lamentó Sócrates. La xenofobia se extiende. Hoy tenemos 1 millón 400 mil inmigrantes, o sea más del 10% de nuestra población. Gente en busca de empleos que nos hacen falta a nosotros.
-Hipócrates me dijo que los neonazis amenazan con expulsar a los inmigrantes de los hospitales.
-Fíjese hasta qué punto hemos llegado, exclamó el filósofo. Nuestro sistema de salud colapsó. Faltan médicos, aparatos quirúrgicos, medicinas. El problema no son los inmigrantes, que ahora se juntan en bandas, por miedo a las agresiones. La causa de la crisis es más profunda. Si no se da un cambio de paradigma de desarrollo, Europa y el mundo no tendrán futuro.
-Según su parecer, ¿cuál sería la salida?
-Ayer hablé con Platón. Ya sabe cómo es, puesto que los idealistas se recubren de optimismo. Él cree que gracias a los préstamos garantizados por Alemania saldremos del agujero.
-¿Y Aristóteles está de acuerdo?
-Ari es más pragmático. Él hizo notar que el problema no es sólo griego. Es global. España, Italia, Portugal, Irlanda también van camino del agujero. Los EEUU están en recesión. Y la tabla de salvación lanzada por el neoliberalismo está más que agujereada: apretarse el cinturón. Incluso parece que las medidas de austeridad hubieran sido dictadas por Antístenes. En verdad lo que quieren salvar son los bancos, no las personas.
-Habría que seguir el ejemplo de Islandia -opiné-, afectada duramente por la crisis del 2008. Aflojó el cinturón sin pedirles a los bancos y así consiguió superar las dificultades sin endeudarse.
-O el ejemplo del Brasil, replicó Sócrates. Ustedes rompieron con el FMI y estimularon el consumo interno, aumentando el salario mínimo, facilitando el crédito y combatiendo la inflación.
-Es cierto. Sin embargo, como todavía somos una economía periférica, la espada de Damocles de la crisis sigue amenazándonos. Aún no hemos llevado a cabo reformas estructurales y mantenemos una economía muy dependiente de las exportaciones.
-Hoy el mundo depende de las finanzas. Ya no hay filosofía, comentó Sócrates. Las gentes ya no quieren un sentido para sus vidas, sino sólo ganancias. Aquí en Grecia hemos cambiado el Areópago por el Banco Central Europeo. La política es ahora rehén de la economía. Y no hay quien controle a la economía, excepto el interés egoísta de acumulación privada de la riqueza. Estoy a punto de tomar la cicuta de nuevo.
Me disponía a dejar el Areópago mientras Sócrates contemplaba el Partenón. Pero lo vi tan pensativo que dispuse regresar.
-Maestro, ¿qué es lo que le preocupa tanto?
-Miro esta maravilla, el Partenón, y algo me incomoda. Las pinturas que decoraban este monumento de valor universal se encuentran ahora en el Museo Británico. Y el marido de Isabel II, el príncipe Felipe, es griego, nacido en la isla de Corfú. Quizás él podría devolvernos lo que nos pertenece.
Frei Betto es escritor, autor de “La obra del Artista. Una visión holística del Universo”, entre otras obras. www.freibetto.org/ twitter:@freibetto.
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Traducción de J.L.Burguet
https://www.alainet.org/de/node/159040?language=es
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