La guerra desinformativa como parte de la guerra sucia
26/08/2012
- Opinión
Mentir, manipular, desinformar, especular maliciosamente, satanizar, prejuiciar: todo es parte de la subguerra desinformativa o guerra mediática, a su vez componente de un ataque sistémico en gran escala, la guerra sucia. El sostén principal de la guerra mediática es el control del poderoso conglomerado mundial de la información, devenido en soporte activo para condicionar a la opinión pública internacional hacia una matriz de opinión política específica, a una percepción distorsionada, cambiada, de la realidad. Cuba, Venezuela, Irak, Libia, Siria, Irán, y decenas de naciones, han padecido este tipo de guerra amoral impuesta por las grandes potencias, quienes detentan no solo el poder de las armas sino también el soporte tecnológico de la comunicación.
Estos son los tiempos en que ya no resulta tan efectivo un ataque militar o golpe preventivo para debilitar al enemigo, sino más bien se recurre a al golpe mediático, al flujo desmedido de una carga informativa debidamente estructurada, cuya finalidad es, primero que todo, cumplir tres pasos fundamentales: el secuestro de la verdad, la confusión en la opinión de los demás, dando paso posteriormente a la condena injusta, a la aceptación de la represalia contra el supuesto violador de la democracia y los derechos humanos, al fabricado genocida. Es en ese momento preciso en que toda acción se justifica, incluso el bloqueo, el apoyo a las fuerzas de dudoso origen devenidos en "rebeldes" o "luchadores por la libertad", hasta llegar a la abierta y descarada intervención militar.
El desarrollo tecnológico ha convertido a la internet, las ONGs y las redes sociales en complemento para distorsionar la realidad, facilitando el desarrollo de una creciente actividad quinta columnista que nutre de falacias a las grandes cadenas televisivas y a los monopolios de la información.
El poder económico, político y militar de las grandes potencias lo puede todo, incluso desarticular los medios y medidas de defensa activa mediática del país agredido. No fue sorprendente que Siria haya recibido el golpe mortal de perder el acceso satelital a sus canales televisivos, con la complacencia de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) y los gobiernos y monopolios dueños del acceso a los satelites. De la misma manera, en Internet, se agreden o bloquen aquellas webs que defienden la estabilidad constitucional de un país, favoreciendo, paradójicamente, a una guerrilla mediática en las redes sociales, sumamente agresiva y provocadora, encargada directa de distorsionar la realidad, realizar convocatorias subversivas y llamamientos antigubernamentales. Siria, actualmente, padece un férreo bloqueo informativo instrumentado por la Organización de Comunicación Satelital Árabe (Arabsat) y Nilesat, por mandato de la Liga Árabe, lo que impide que los países vecinos puedan acceder a la TV siria dejando abiertas la puertas, libremente, a la labor desinformativa de medios norteamericanos, europeos y árabes, donde se destacan Al Jazeera, CNN, Fox News y France 24. Igualmente, en Internet, Facebook bloqueó la cuenta de HispanTV, cuando la misma abrió un portal informativo sobre Siria.
Siria vive hoy esta experiencia que nada tiene de sui géneris y corre el serio peligro de ser invadida, como lo fueron un día Afganistán, Irak y Libia, gracias a informaciones falseadas, cuyos orígenes están lo mismo en supuestos videos o informes en forma de burdos montajes y cuyo origen es totalmente desconocido. Aquí se colocan imágenes manipuladas, videos de otros entornos, escenas dantescas alejadas de lo real, se diviniza a terroristas y criminales, matanzas perpetradas por los mercenarios para acusar al gobierno de Bashar Al Asad, así como se inventan deserciones y se sobredimensiona un ambiente de frustración entre las tropas leales al gobierno.
Las principales fuentes de las falacias son los Comités de Coordinación Local (CCL), la Sham, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, el Consejo Nacional Sirio y el Ejército Libre de Siria.
Prueba de ello son varios hechos.
La eliminación selectiva de periodistas nacionales y extranjeros que cubren el conflicto para evitar que la verdad trascienda al exterior.
Los ataques perpetrados contra la televisión siria, como fue el caso del canal Al-Ikhbariya, en junio pasado.
La provocadora y detractora "Al Arabiya", servidora de la reacción árabe, al igual que "Al Jaseera" informaron sobre el supuesto asesinato del jefe del Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea siria, general Jamil Hassan, a manos de unos de sus ayudantes quien participaba como agente activo Ejército Libre de Siria. Poco después este hecho fue negado por la televisión siria la que, como ya hemos dicho, solo opera dentro del país.
La propia "Al Arabiya" se encargó de propalar la noticia sobre la deserción del vicepresidente sirio, Farouk Al-Shara, lo que resultó una falacia más. Ha sido frecuente que los medios de prensa se refieran a deserciones frecuentes de militares sirios, inflando deliberadamente dichas cifras y, particularmente, su paso a las fuerzas que combaten contra Bashar Al Assad. En esta última dirección se destacó la supuesta deserción del general Mohammed Mussa al Chairat, comandante de la Séptima División del ejército sirio.
Por su parte, dentro del marco de la actividad informativa y de comprometer a los organismos internacionales en una acción militar contra Siria, el Consejo Nacional Sirio, llamó a la ONU y a la Liga Arabe para que intervinieran de inmediato en su país. Además de apoyarse en informaciones de los "rebeldes" sobre el detrimento de la situación humanitaria, el CNS acusó al gobierno de estar perpetrando matanzas de civiles, particularmente en la localidad de Darayya, donde se llegó al extremo de acusar al gobierno por la muerte de cientos de mujeres, cuyos cadáveres fueron encontrados, hacinados, en los sótanos de las viviendas. En realidad, esas muertes fueron provocadas por los rebeldes, en realidad cientos de mercenarios y miembros de fuerzas armadas saudíes, qatariés, turcas, jordanas y grupos como Al Qaeda. Se conoce, por ejemplo, que más de 100 slafistas jordanos, radicales fundamentalistas islámicos, participan en la guerra sucia contra Siria, luego de haber lanzado un edicto (fatwa) para iniciar una jihad contra el gobernante sirio.
Otras muertes cuantiosas han ocurrido en Hula y Tremseh, entre otras ciudades y poblados.
La actividad desinformativa contra Siria quedó demostrada al denunciarse que miembros de la oposición están inundando el internet con falsas noticias sobre lo que acontece en el país con un clon apócrifo de la agencia SANA, usando el email sana@sana.sy.
Dentro de las campañas antisirias se ha destado una muy particular, relacionada con una supuesta caería de brujas contra intelectuales y artistas, sobredimensionando las supuestas capturas del actor Mohammed Oso y de la cineasta Arwa Nayrabiya.
Sin embargo, el tema central de la manipulación mediática está relacionado con la posesión por parte del gobierno sirio de armas químicas y otras armas de destrucción masiva, así como la posibilidad de que Bashar Al Asad pueda emplearlas contra los rebeldes. Tal bulo tuvo sus inicios en julio pasado cuando un aliado de EE UU, Abdullah II, Rey de Jordania, alertó sobre el peligro de que dichas armas pudieran caer en manos de Al Qaeda, con lo que hizo reaccionar recelosa y airadamente a Obama, el candidato Mitt Romney y a Bibi Nethanyahu, así como a varios mandatarios árabes y europeos.
Lo cierto es que el Ejército Sirio ha ido liquidando los focos terroristas y desmembrando a las células de Al Qaeda y a los grupos militares de los países árabes infiltrados en su territorio, al extremo que los mismos solicitan más ayuda de las potencias occidentales y una acción inmediata de la mismas en la guerra sucia. El propio Abu Amar, jefe de unas de las facciones terroristas en Alepo amenazó con reclutar a más yihadistas y miembros de AlQaeda, ante la pasividad de la OTAN y los EE UU.
Hoy la guerra mediática cobra notable relevancia en el conflicto sirio pues es la encargada de lograr, al menos, una apuesta por una acción militar por encima de una salida diplomática. Esta forma de comportamiento es ya una forma pre establecida de actuar, que puede ser validada en otras naciones, por ejemplo, Cuba y Venezuela, atendiendo a las especificidades de cada nación. El hackeo a los varios sitios venezolanos es una alerta y no sería descabellado que la oposición planée afectar el flujo informativo del CNE durante el proceso electoral. ¡A ponerse las pilas!
https://www.alainet.org/de/node/160556?language=es
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