Buenos puestos de trabajo

12/09/2012
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Mónica es antropóloga, y ha trabajado en los últimos años en sostenibilidad y ecología política para diferentes organizaciones internacionales. Su compañero Olivier, estudió ingeniería agraria y lleva en su mochila muchas experiencias en agricultura ecológica. Ambos han investigado y publicado sobre la especulación financiera con la alimentación, sobre agrocombustibles y otros temas geopolíticos de calado.
 
Dos ‘cracs’ que desde marzo de este año son arrendatarios de una finca agrícola, que les da derecho al uso de la vivienda y manejar un poco más de una hectárea de huerta. En estos meses que han pasado han hecho un duro trabajo y ya están cosechando decenas de kilos de diferentes variedades de tomates, calabazas, patatas, berenjenas, judías, pimientos y unos pocos melones. Cuando te muestran su campo orgullosos te dicen sin pestañear ─ ¡vamos a vivir de esta tierra!.
 
Desde su finca se divisa no muy lejos un complejo enorme de polígonos encabezados por el letrero enorme de una gran superficie, se ven pasar aviones y se oyen cerca el retumbo de los trenes. Están en El Prat del Llobregat, dentro del Parc Agrari del Baix Llobregat, unos terrenos que sabemos han sido históricamente muy disputados. En el pasado por el potencial que significaba disponer de tierras agrícolas muy cerca de una capital con un número importante de población como la de Barcelona; posteriormente por los intereses del desarrollo industrial en Catalunya; después por avaricias especulativas con el boom de la construcción o de alguna infraestructura de servicios y comunicaciones; y durante los últimos largos meses de este año 2012, por el anhelo de un magnate estadounidense de los casinos (y por una parte de nuestra clase política) que la soñaban cubiertas de maquinas tragaperras.
 
Los argumentos contra tal complejo han sido muy difundidos y claramente han tenido que ver con el desenlace de este ‘primer acto’ que indica la no construcción de Eurovegas en Catalunya. Pero, ¿cuánto tardarán en llegar nuevas especulaciones sobre las mejores tierras agrícolas de Barcelona? Por ello es momento de retomar y analizar lo que el Parc Agrari puede aportar a mayores o en un futuro inmediato.
 
Y la iniciativa de esta pareja de jóvenes es una muestra a tener en cuenta. La agricultura, el sector que aunque primario de la economía parece olvidado -y así van las cosas-  sigue siendo una muy buena opción para generar puestos de trabajo. Estamos hablando de medios de vida o puestos de trabajo dignos, con futuro, con el disfrute de estar en contacto con la naturaleza; y sí, un trabajo duro (como casi todos) pero que con nuevas y viejas tecnologías aplicadas, ya no tanto. Cultivar y producir alimentos significa potenciar una economía productiva real y necesaria, quizás no muy lucrativa, pero estable y segura que repercute positivamente también sobre sus usuarios, es decir, todas y todos nosotros. Contar con más personas dedicadas a la agricultura en nuestros territorios nos hará menos dependientes de terceros países (peligroso en muchos sentidos si pensamos en las crisis alimentarias por supuesta escasez de alimentos o por los vaivenes especulatorios que disparan los precios de los alimentos que se comercializan a esta escala global); mejora mucho el cuidado de los ecosistemas disminuyendo significativamente el riesgo de incendios que periódicamente nos asola; y, desde un punto de vista climático, se ayuda significativamente a reducir el calentamiento global del Planeta.
 
―Claro, me dirán, ―pero hoy es muy difícil vivir de la agricultura, seguro que Mónica y Olivier son unos idealistas. Y sí, lo son, por supuesto que sí, pero saben lo que hacen y lo hacen con responsabilidad y ética. Su hectárea, que es poco para la agricultura convencional del Parc Agrari, la están dedicando toda a la producción de alimentos ecológicos que venderán a población consumidora concienciada, a través de la venta directa o cooperativas de consumo. Sin pasar por Mercabarna o las grandes superficies que ahogan pagando con precios muy bajos, obtendrán lo justo por su tarea. La experiencia de otros y otras campesinas en diferentes puntos de todo el planeta demuestra que es posible.
 
A las administraciones les decimos, dejen de soñar con proyectos faraónicos y confíen en las economías locales y a pequeña escala, como la agricultura campesina.  Y tomen nota: con una inversión cien veces menor de las arcas públicas que la prevista en el caso del proyecto Eurovegas, dedicadas a mejorar algunas condiciones de riego e infraestructura del Parc Agrari y apoyando el acceso a la tierra de jóvenes, se podrían recuperar las parcelas hoy en desuso (precisamente por la marginación del sector primario y por la especulación sobre la tierra) que al estilo de Mónica y Olivier representaría proveer de más de quinientas unidades o fincas agrarias de las que podrían vivir más de quinientas familias, además de generar una cantidad importante de empleos indirectos. Para todo esto, solo necesitamos una pizca de voluntad política.
 
Del ‘aturem eurovegas’ pasemos al ‘más parcs agraris’, porque cultivar y producir alimentos significa cuidar la tierra, y es una apuesta por la vida misma.
 
- Gustavo Duch Guillot es  autor de Alimentos bajo sospecha y coordinador de la revista Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas. http://gustavoduch.wordpress.com/
https://www.alainet.org/de/node/160964?language=en

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