Balance después de Oslo: ruidos y desencantos, pero todo sigue adelante

28/10/2012
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Hubo mucha expectativa, quizá cargada de ilusiones en muchos, antes de la inauguración de los diálogos en Oslo, en cierta medida porque se malinterpretó los mensajes del Gobierno en el sentido que se trataba de un proceso diferente a los del pasado, eso se asimiló cómo que iba a ser un proceso de conversaciones fáciles, rápido y sin muchas dificultades; se olvidó, quizá, que no se trataba de un encuentro de amigos, sino de representantes de dos parte que han estado enfrentados en una confrontación armada de medio siglo. Se produjeron los actos  protocolarios que estaban previstos, una especie de presentación en sociedad del proceso de conversaciones entre el Gobierno nacional y las FARC, con todas las formalidades que la diplomacia noruega le da a estos procesos. Esto había generado en sectores de la opinión colombiana un optimismo inusitado, incluso una mirada un poco idílica del mismo.
 
En los discursos iniciales cada delegación presentó su punto de vista de cómo ve el proceso que se va a iniciar en Cuba en dos semanas –no olvidar que la sede de las conversaciones es la isla caribeña; en Oslo sólo se iba a realizar el acto protocolario de instalación del proceso-, es decir colocó sus cartas iniciales sobre la Mesa. Cada jefe de delegación le dio el tono que consideró apropiado a su intervención. El Gobierno reiteró que las conversaciones se deben restringir a los puntos de la agenda acordados entre las partes, enfatizó los aspectos procedimentales y que por lo tanto no habrá ni cese de operaciones militares, ni zonas de despeje, ni discusión del modelo económico, ni de la doctrina militar. Las FARC, por su lado, reiteraron sus posiciones históricas en relación con los problemas de la tierra pero puestas a los debates actuales, la relación indisoluble de la misma con el territorio y por supuesto con las explotaciones mineras de las multinacionales extranjeras que se producen allí, por lo tanto la relación con el modelo de desarrollo, su lectura sobre el conflicto armado, los golpes recibidos y dados, entre otras apreciaciones.
 
Las FARC, a través de Iván Márquez, buscaban darle a conocer a la comunidad internacional, pero también a su propia militancia y simpatizantes, las posiciones políticas que según ellos justifican su lucha y esto era esperable, sobre todo luego de casi un decenio sin una oportunidad de este tipo.
 
Algunos quizá esperaban, con un poco de irrealismo, pensando más con el deseo, que iban a ver una guerrilla dócil, arrepentida de su lucha y por supuesto eso es impensable y menos en el inicio de un proceso. Ellos están convencidos de sus tesis, siguen creyendo en sus discursos, más allá de si para la mayoría puedan sonar a fuera de realidad, pero además son una organización con posiciones compartidas por la mayoría de sus miembros; es decir ese discurso hubiera sido el mismo en boca de Iván Márquez o de cualquier otro miembro del Secretariado. Esto, sin embargo,  sirvió para ‘darle munición’ a los adversarios de la iniciativa de solución negociada, quienes con esto empezaron a decir, “ve, nosotros ya lo habíamos advertido”.
 
Por lo tanto dejaron claro que no habrá unas negociaciones fáciles: algunos parecen suponer que, como la versión del Estado colombiano es que las guerrillas han sido muy golpeadas militarmente y aisladas políticamente, estarían dispuestas a negociar su desmovilización rápidamente. Nada más lejos de la realidad y el discurso de Iván Márquez fue claro en esa dirección. Una cosa es que reconozcan que han sido golpeadas militarmente y otra muy distinta que hayan abandonado su ideario político  (de hecho una negociación de un conflicto armado no es para que abandonen su ideario, es simplemente para llegar a acuerdos y garantías que permitan que lo sigan defendiendo pero sin acudir a la violencia). Esto significa que llegar a acuerdos en relación con los puntos de la agenda no va a ser tarea fácil (los negociadores del Gobierno también tienen claro cuáles son los límites dentro de los que se pueden mover), sino que va a requerir toda la paciencia e imaginación de los negociadores para construir los consensos sobre cada uno de ellos.
 
Si bien, Humberto de la Calle como portavoz de la delegación gubernamental en la ‘rueda de prensa’ independiente de cada delegación, trató de responder a algunas de las afirmaciones de Iván Márquez en su discurso, sin embargo, es probable que el Presidente Santos haya considerado que no fue suficiente esa respuesta y por ello él directamente respondió diciendo que las FARC no gustaban de la Ley de víctimas y restitución de tierras, porque a través de ella el Gobierno le estaba quitando una de sus banderas históricas. Estaba de esta manera replicando políticamente al discurso de Iván Márquez.
 
A lo anterior se sumaron algunos ‘trinos’ considerados inusualmente radicales, de la cuenta de Timoleón Jiménez, máximo comandante de las FARC y ello llevó a algunos a hablar de un endurecimiento de las FARC o de una pretensión de desbordar los puntos de la agenda acordados en La Habana. Creo que no se trata ni de lo uno ni de lo otro, pues como lo reconoció el propio Humberto de la Calle, las FARC han cumplido y estoy convencido que lo seguirá haciendo.
 
Al respecto tiende a haber una ficción en algunos sectores al considerar que en organizaciones como las FARC hay unos sectores políticos y otros militares, lo cual derivaría en que hay algunos que son más ‘blandos’ y otros que son más ‘duros’; esto hay que dejarlo de lado, las FARC son una organización cohesionada, con posiciones uniformes en lo sustancial y por lo tanto sus negociadores van actuar en consecuencia. Igual sucede en el equipo del Gobierno, donde habrá unidad de pensamiento alrededor de las tesis que van a defender.
 
Me parece que hay dos aspectos que deben ser bastante claros: 1) no se puede pensar una negociación sin negociar nada; algunos sectores de la opinión nacional parecen suponer que se va a unas negociaciones con la guerrilla, pero que no se debe ceder en nada. Por supuesto eso no es realista. Si se busca conseguir acuerdos con las FARC, esto implica ceder en los distintos puntos de la agenda de lado y lado, lo otro no sería negociación, sino imposición o capitulación y no es esto lo que vamos a tener en La Habana. 2) Difícilmente la negociación va a ser corta; si bien el Gobierno ha venido hablando de una negociación de meses y los delegados de las FARC de que no se pueden colocar tiempos fatales, lo real es que no va a ser fácil que se puedan terminar las conversaciones en unos cuantos meses; por supuesto tampoco es viable una negociación con tiempos indefinidos, la opinión nacional difícilmente lo aceptaría. Es probable que el término de un año sea un plazo razonable para que haya avances sustanciales, ojala ya definitivos.
 
A pesar de todo lo anterior hay que mirar con optimismo el que ya estén conversando Gobierno y FARC y no olvidar que en la etapa de acercamientos previos fueron capaces de ponerse de acuerdo acerca de la agenda; eso es un buen antecedente para esperar que igualmente tengan la capacidad para llegar a los acuerdos de terminación del conflicto armado.
 
- Alejo Vargas Velásquez es Profesor titular Universidad Nacional, Coordinador Grupo de Investigación en Seguridad y Defensa
 
Semanario Virtual Caja de HerramientasN° 00326, Corporación Viva la Ciudadanía, Semana del 26 de Octubre al 1º de Noviembre de 2012, Bogotá D. C.. www.viva.org.co
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