¿Por qué El Vaticano reúne a “los movimientos populares” del mundo?
28/10/2014
- Opinión
El Encuentro Mundial de Movimientos Populares con el Papa Francisco I, organizado por El Vaticano (mediante el Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz, en coordinación con la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales), en Roma, los días 27 al 29 de octubre del presente año, genera expectativas y celebraciones espontáneas en la parte occidental del planeta.
En su discurso de saludo, el Papa acogió a representantes de las diferentes organizaciones sociales, en los siguientes términos: “Este encuentro de Movimientos Populares es un signo, es un gran signo. Vinieron a poner en presencia de Dios, de la Iglesia (…), una realidad muchas veces silenciada”. Además, reiteró los tres temas centrales que motivan al Vaticano a reunirse con los movimientos populares: El acaparamiento inmoral de tierras por unos pocos, creciente población mundial sin techo, y la población (en especial juvenil) desempleada. “El mundo se ha olvidado de Dios que es Padre. Se ha vuelto huérfano, (….)”, concluyo su discurso el Papa ante un auditorio emotivo. Denunció la depredación del planeta, la explotación laboral y la especulación financiera.
El mensaje está por demás claro. En un sistema-mundo-occidental-cristiano en múltiples crisis simultáneas se debe intentar todo. La crisis de sentido genera un desbande caótico en el redil. Se fueron los obreros, luego las mujeres, nos salimos las y los indígenas en la medida que fuimos despertando, y finalmente el resto de los actuales movimientos sociales e indígenas. Así como las teologías de la liberación fueron distractivos para contener la estampida obrera campesina, así también lo fue la insipiente y disciplinada Teología India o Negra, para nosotros indígenas y negros.
Desde la perspectiva del Vaticano, dicho Encuentro Mundial es estratégico, no sólo para devolver “al redil a las ovejas descarriadas”, sino para intentar sensibilizar en la virtud de la obediencia al Padre y en la virtud de la mesura a los “descabritados” movimientos populares que casi ya le ponen en jaque al suicida sistema-mundo-occidental-cristiano en crisis. El capitalismo necesitó y subsistió gracias a sus agentes-misioneros cristianos. La primera, segunda y la tercera (actual) colonización del mundo requirió y requiere de doctrineros que amansaron la rebeldía de nuestros ancestros en defensa de sus bienes y territorios. Éstos agentes religiosos invadieron hasta la conciencia de nuestros ancestros, y los domesticaron. Sólo así pudieron vencernos, pero jamás nos derrotaron.
Francisco I denuncia el acaparamiento de tierras, la idolatrización del dinero, la destrucción del planeta, etc. La pregunta básica es: ¿Acaso no fue el Papa Alejandro VI, mediante la Bula Papal Inter Caetera (1493), quien dio origen al saqueo y al acaparamiento de las tierras en nuestra Abya Yala? ¿Acaso no es la Iglesia Católica, en la actualidad, una de las principales acaparadoras de predios rurales y urbanos? En Los Andes, hasta los santos/as tienen tierras agrícolas fértiles, bajo propiedad eclesial. Mientras indígenas y campesinos sobremorimos sin tierra. Está demás decir que los primeros misioneros llegaron casi desnudos a Abya Yala. Aquí, la Iglesia Católica se enriqueció con los bienes y el trabajo mortal de nuestros ancestros. Lo mínimo que esperamos en este Encuentro Mundial es que Francisco I devuelva las tierras y bienes que acapara la Iglesia Católica a sus legítimos dueños.
En estos y otros territorio, nosotros no conocíamos el dinero. Nuestros abuelos mediaban su felicidad con el intercambio de bienes y servicios. El dinero vino con el cristianismo. El dólar del cristiano Imperio norteamericano lleva inscrita la invocación de “Confiamos en Dios”. A los movimientos sociales e indígenas no nos tienen que predicar sobre esta u otra idolatría. Si Francisco y sus seguidores se quejan del Dólar (Dios), entonces, que cierren el corrupto banco del Vaticano (Instituto para las Obras de Religión), y que distribuyan ese dinero a sus históricos y postergados “prestadores”, los pueblos indígenas y campesinos.
Tampoco el Papa debería predicarnos sobre la crisis ecológica. Eso no lo generamos nosotros. El origen de la depredación y saqueo de la Madre Tierra tiene como una de sus causas filosóficas a la misma doctrina cristiana. “Multiplicaos y someted a la tierra (…)” nos dice el libro de Génesis, cap. 1. En otros lugares de la Biblia nos habla de: “Maldita la tierra…” Nos predicaron y predican que lo sagrado es el lejano cielo desconocido. Según ellos, el único Dios desconocido habita allá arriba. Nos fustigaron de idólatras, y nos persiguieron a muerte cuando con reverencia venerábamos a nuestra Madre Tierra. La modernidad ecosida tiene como a uno de sus raíces filosóficas al judeocristianismo. En el mundo occidental monoteísta, así como el hombre tiene que someterse al único Dios, así tiene que someterse la tierra al hombre (única imagen y semejanza de Dios).
El Papa nos predica denuncias discursivas en contra del perverso capitalismo. El capitalismo también tiene impronta cristiana. Allí está las actuales teologías de la prosperidad en boga que explica mucho de ello. Allí está la clásica obra de Max Weber, titulada: La ética protestante y el espíritu del capitalismo (1905). Es más, ayer y hoy, todos los agentes del sistema capitalista sufren crisis financiera, menos la Iglesia Católica (ni las otras iglesias), ni las principales corporaciones financieras. ¿Por qué será? Lo mejor que puede hacer la Jerarquía católica, si de verdad denuncia y renuncia al sistema capitalista, es volver a las auténticas enseñanzas del nómada nazareno crucificado. Dicen que ese compa tenía sólo una túnica, y predicaba con el ejemplo.
El Encuentro Mundial de los Movimientos Populares con Francisco I tiene su objetivo: Devolver al Padre a los hijos descarriados, y desmovilizar (domesticar) a los disgustados sujetos colectivos emergentes que desestabilizan al sistema-mundo-occidental-cristiano en crisis. Pero, la verdad es que hace más de 5 siglos atrás nos dijeron lo mismo. Nos bautizaron, “aceptamos” a su Dios, y nos quitaron todo.
Yo vivo en un país donde hay más iglesias que niños felices. Más biblias, sacerdotes y pastores que escuelas, textos escolares y profesores. Sin embargo, éste es uno de los países más violentos, desiguales y empobrecidos del Continente. Su gobernante actual es predicador de la Biblia, amigo de Francisco I, e íntimo del Cardenal Oscar Rodríguez. Pero, es uno de los gobernantes más corruptos e insensibles que conozco. Por esto, y por lo que le hicieron a mis ancestros y a mi pueblo, me resisto volver al redil.
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