Los frutos de la marcha climática de Nueva York
09/12/2014
- Opinión
El pasado 21 de septiembre, la ciudad de Nueva York fue escenario de la mayor marcha popular por el clima de la historia. Más de 400 mil personas se manifestaron en las calles, para hacer oír su voz frente al centenar de líderes mundiales que acudían a la Asamblea General de la ONU para abordar temas relacionados al calentamiento global.
En el marco de la Cumbre de los Pueblos frente al Cambio Climático, que se lleva a cabo en Lima, Perú, en paralelo a la COP20 (Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático), dos organizadores de la marcha de Nueva York nos comentaron los logros de este evento.
Estela Vázquez, dirigenta de un sindicato de trabajadores de hospitales y de la salud del Estado de Nueva York, considera que el impacto de la marcha “fue masivo, no solo a nivel de EEUU sino a nivel mundial”, y ello, tanto por su gran tamaño que rebasó todas las expectativas, como por su diversidad en la composición sectorial, generacional, étnica, lo cual “refleja el nivel de concientización que se está dando en torno al cambio climático, que ya no son solo los ambientalistas: son los obreros, las enfermeras, los desempleados, son los negros, los latinos, los asiáticos; se está creando una conciencia mucho más representativa y amplia sobre la problemática”, enfatizó. La líder sindical señaló también como un resultado muy significativo el reciente acuerdo entre EEUU y China para reducir sus emisiones de gases de invernadero, que constituyó “definitivamente una movida política en respuesta a una movilización de masas”.
Por su parte, Steve Hubbard, director del programa sindical de una organización ambiental estadounidense, recalcó que fue un oficial de la propia Casa Blanca quien ratificó esa versión: “dijo que el impacto de la marcha fue muy grande, haciendo posible tener un acuerdo más fuerte con China sobre el clima”, pues la marcha habría ayudado a desbloquear el impasse donde EEUU se negaba a pronunciarse mientras China no lo hacía. “Ahora, los dos países tienen un compromiso público de tener una agenda ambiciosa -si bien no es lo suficiente- para reducir sus emisiones de carbono. Ello fue posible por las 400 mil personas en la calle en septiembre”, comentó Hubbard.
Respecto a la fase de seguimiento a la marcha, preguntamos si fue un acto momentáneo, o si ha contribuido a reimpulsar la lucha contra el cambio climático. Hubbard insiste en que ha desatado un proceso, que va a continuar. En EEUU, “a nivel nacional, la existencia del blue-green alliance (alianza azul-verde, entre obreros/as y ambientalistas) fue una de las cosas que hizo posible la unidad, y esta historia de años de trabajo conjunto fue una de las razones del éxito de la marcha. Tengo mucho optimismo porque no fue algo de un día, sino el inicio de algo nuevo. Las organizaciones ya están hablando de las próximas etapas: qué asuntos, en cuáles lugares, y qué formas de organización conjunta. Pero nadie está cuestionando si debemos o no seguir adelante. Todos están de acuerdo en que sí. La discusión es sobre el qué y el cómo…”
Vázquez señala otro elemento significativo de la marcha: “Fue un esfuerzo transformador en términos de poner en evidencia que la alianza entre los ambientalistas, los sindicalistas, los sectores comunitarios, los sectores que luchan por justicia ambiental en nuestra comunidad, es una alianza que podemos realizar. Nos demostró a todos nosotros que otras formas de trabajo son posibles; y que si unimos toda nuestra fuerza, podemos impulsar los cambios que queremos, como sindicalistas, como ambientalistas, como mujeres, como todo lo que representó la marcha”. También recalcó en la presencia de la juventud: “fue masiva y significativa, y no solamente de jóvenes blancos, sino de jóvenes de todas las clases y de todos los grupos étnicos que viven en la ciudad Nueva York y en los Estados cercanos”.
En diversas partes del mundo han existido ciertas tensiones entre el movimiento verde y el azul, debido a que la defensa del derecho al empleo a veces implica defender industrias contaminantes. Preguntamos a nuestros entrevistados cómo perciben esta contradicción. Hubbard enfatiza en la importancia de defender el trabajo digno y justo, que ahora es una demanda sindical y que el movimiento ambientalista ha ido entendiendo mejor. Además, insistió en que “el proceso neoliberal de los últimos años, de trabajo informal y precaria en la economía nueva, tenemos que cambiarlo totalmente. Y creo que la economía de energía limpia presenta una oportunidad para cambiar el modelo económico, para luchar por un trabajo más justo. Pero tenemos mucho trabajo que hacer entre movimientos ambientalistas para mejorar el entendimiento de esta parte de la lucha”.
Hoy, 10 de diciembre se lleva a cabo una nueva marcha frente al clima, esta vez en Lima, en el marco de la Cumbre de los Pueblos, que se realiza en esta ciudad, del 8 al 11 de diciembre. No será tan grande, pero se inscribe también en las acciones hacia Paris 2015, donde los gobiernos deben concluir las negociaciones para un nuevo acuerdo climático que remplace el Tratado de Kioto, negociaciones que, por cierto, muestran pocos signos de lograr avances significativos en Lima.
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