La “Chula” obstáculo para la reforma educativa

07/04/2015
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elarticulista.com marlo escoto y manuel zelaya small
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Después del golpe de Estado, las políticas neoliberales se han posesionado con mayor fuerza en la economía y sociedad hondureña, desconociéndose por funcionarios del gobierno y academia las malas experiencias y los impactos negativos en el nivel de vida la población, institucionalidad democrática y derechos humanos tal como ocurrió en países del Cono Sur.

 

Al gobierno de la República, un grupo de ONGs y fundaciones privadas en el negocio de la educación, no le interesa conocer de estas malas experiencias, sino los beneficios que tuvo para los grupos y poder fácticos aliados al gran capital transnacional. El ascenso de una educación chárter en manos de empresas privadas, no solo debilitó la práctica de la educación pública y las competencias del Estado, sino también el pensamiento crítico ya que las propias universidades públicas se convirtieron en voceras de las políticas e ideología neoliberal, al grado de sustituir la enseñanza de la economía política clásica y marxista por la teoría económica marginalista.

 

El Chile de Pinochet es visto por funcionarios del gobierno del presidente Juan Orlando Hernández, como la referencia obligada para adoptar dicho modelo neoliberal y seguir aplicando políticas fracasadas, tal como es el caso de la reforma educativa impuesta en aquél país por un gobierno autoritario que penalizó el acceso a la educación para jóvenes de bajos recursos económicos, y volvió la educación superior de élite.

 

En Honduras, el Ministro de Educación Marlon Escoto, una especie de fanático del modelo educativo chileno, se presenta a los ojos de la sociedad hondureña y de las agencias de cooperación internacional, como el gran reformador. De acuerdo a él, en su gestión se han ejecutado tres reformas educativas cuyo mayor logro ha sido que los alumnos de escuelas y colegios públicos asistan a 200 días de clase al año y que los maestros trabajen más y cobren menos.

 

Su trabajo empezó por perseguir a los dirigentes de los colegios magisteriales, muchos de ellos activistas y dirigentes del partido LIBRE; acompañado de una política de represión generalizada por el Estado causante de violaciones de derechos humanos como el derecho a la participación, protesta pública y la huelga. Continuó con el asalto al Estatuto del Docente, los colegios magisteriales, el fuero sindical y el control de las aportaciones, acompañado del control por el gobierno de los fondos de previsión social y uso de los mismos para campañas políticas y corrupción.

 

Rápidamente alistó baterías para extender la jornada de trabajo del docente y regular la asistencia a clase o trabajo comunitario los días sábados. Desarrolló un nuevo sistema de control del trabajo del docente, registro de entradas y salidas, trabajos fuera de la escuela pública y control de las aportaciones de los padres de familia para garantizar el funcionamiento mínimo de los centros educativos, donde cerca del 70% de la infraestructura escolar está deteriorada.  Es más, avaló el programa guardianes de la patria que ejecutan las FFAA para formar jóvenes y niños con “valores” democráticos.

 

Lo más reciente es su empeño porque los maestros de las escuelas y colegios públicos cubran un horario de 45 minutos cada clase y no de 40 minutos, igual que no se tomen esos 5 minutos como compensación de salida para llegar temprano (marcar tarjeta) a la hora indicada en la otra escuela (mayormente privada) donde un número de ellos prestan también sus servicios. Aunque no tienen “vela en ese entierro”, esta medida afecta a los alumnos que se desplazan de colonias marginales y de la periferia de las ciudades a los centros educativos, por lo cual han realizado varias protestas pidiendo diálogo y comprensión para ellos y sus padres.

 

En vez de buscar el diálogo oportuno, el Señor Escoto denunció que detrás de las protestas callejeras de los estudiantes se encuentra la “Chula”, una especie de demonio que asusta a los niños sino se duermen o se portan mal con sus padres. Sin embargo, la “Chula” en Honduras tiene nombre: Manuel Zelaya Rosales y su partido LIBRE, que además de asustar a políticos y empresarios es también responsable de todo lo malo que sucede en Honduras, incluyendo la crisis económica, dengue hemorrágico, invasiones de tierra y del caos en el sector educativo nacional. Incluso, en este cuento de la “Chula” cayó también la rectora universitaria, cuando los estudiantes de secundaria decidieron protestar frente a la Universidad Nacional.

 

Al parecer, el Ministro Escoto se dio cuenta tarde que la solución al problema educativo en Honduras pasa por el diálogo franco entre los actores del sector, incluyendo a los padres de familia y los estudiantes. Decimos tarde porque ya murió una estudiante en impunidad, Soad Nicole Ham una niña de 13 años encontrada estrangulada frente al colegio donde estudiaba; y las alarmas que empezaron a sonar en casa de gobierno acerca de los resultados reales de la gestión de Escoto en educación y la lucha política que se avecina.

 

Manuel Zelaya Rosales denunció que detrás de estas ejecuciones están escuadrones de la muerte para sembrar miedo y terror en la población hondureña. La coalición de partidos políticos en oposición sigue a la espera del llamado al gran diálogo nacional propuesto por el presidente Hernández, siendo un tema de agenda la violencia y la impunidad; otro tema, una evaluación de las reformas educativas ideadas por Escoto y el modelo educativo que necesita Honduras en la coyuntura actual.

 

 

 

https://www.alainet.org/de/node/168741
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