Los pueblos originarios o indígenas y el capitalismo salvaje (II)

10/06/2015
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 2ª parte

 

El viernes tuve una charla intensa y por demás rica, con un grupo de 30 líderes indígenas latinoamericanos, que acudieron a universidades estadounidenses, becados por el gobierno de ese país, quienes se expresaron con precisión acerca de los graves problemas que viven sus respectivos países y pobladores indígenas. Varias reflexiones que hicimos juntos, coincidieron con la 1ª entrega de esta serie, y sus panoramas críticos que la Dra. Lupita Barradas se tomó la molestia de resumir, lo que servirá de base al inició de esta 2ª entrega.

 

Sin duda el crecimiento del capitalismo es un hecho, pero manteniendo el abuso y la opresión de los poderosos. Si la razón de ser del sistema es el dinero, ese es el “leitmotiv” de su dominio planetario. Lo fortalece la “complicidad silenciosa y cínica de los gobernantes” ante la destrucción del medio ambiente, que poco a poco y a veces a saltos mortales, nos cobra la barbarie humana, a través de fenómenos naturales, mismos que son cada vez “más intensos” y destructivos.

 

La invasión y destrucción-yuxtaposición de culturas, siempre fueron y serán justificadas con ideales políticos torcidos, basados en preceptos "religiosos". Esto recuerda a la visión de la pedagogía maldita. http://e-consulta.mx/opinion/2015-03-23/pedagogia-maldita-en-la-cultura-de-oriente

 

Sin duda: la mentira es la estrategia política, para la sobrevivencia de los líderes nefastos de esos pueblos. Utilizan el falso discurso de la repartición de la riqueza, como forma de abolir la miseria y la pobreza, enfocado más en lo económico, pero sin rescate de los mercados internos de los pueblos sojuzgados, sin que se toque el tema educativo de las personas que habitan las poblaciones indígenas, de tal manera que sean conscientes, críticas en la defensa de su entorno.

 

Los ideales de esos grupos, usurpadores del poder, miran hacia grupúsculos. Buscan acentuar la satisfacción individual de los menos, disfrazada de una egoísta por la colectividad. Al final de cuentas, esos grupos impulsan la destrucción de ellos mismos y de su medio ambiente, en aras de un confort insostenible a lo largo del tiempo; pero es tan fuerte su egoísmo, que aún a costa de su dignidad, de sus fortalezas y por supuesto, de su libertad consciente, se aferran a sostener ese confort irracional para privilegiados, sin pensar en las generaciones venideras, en que estarán, por razón lógica, sus descendientes.

 

Pero los pueblos indígenas y en general el campesinado de nuestros países, no se han cruzado de brazos. En Cumbres latinoamericanas o planetarias han dejado escuchar su voz. Sus cosmovisiones, en consonancia con sus pueblos indígenas, les llevan a buscar caminos nuevos, colaborativos, sin perder la relación con el pasado, pero buscando atraer un presente positivo a sus formas de vida.

 

Recordemos que se reconocen –desde la sociología- tres elementos claves en los procesos sociales: Dios –como quiera que se denomine-; Estado –en sus diversas connotaciones con predominio del republicanismo o la democracia- y el mercado –con sus recientes afanes protagónicos-. La evolución de las sociedades nos muestra como la creencia en un dios o grupo de seres sobrenaturales, fueron sustento de importantes sociedades en el pasado. La sociedad feudal, bajo el cristianismo, justificó al Estado y a sus reyes, sustentándoles en el “derecho divino” -el Estado y su rey, existían por la voluntad de Dios-. La Iglesia Católica –junto a muchos protestantes- estaba en el centro de la sociedad; para ella las personas eran solo hijos de Dios y de la Iglesia. Precisamente una bula papal, connotó a los indígenas como irracionales, dando paso a su explotación bestial como lo señalamos.

 

Mucho tuvo que pasar para que la revolución inglesa (Oliverio Cromwell- Huntingdon, Inglaterra, 25 de abril de 1599-Londres, 3 de septiembre de 1658); la filosofía política inglesa (Hobbes-5 de abril de 1588 - 4 de diciembre de 1679) y Locke-Wrington, Somerset, 29 de agosto de 1632 - Essex, 28 de octubre de 1704) quienes actuaron en la vanguardia; los filósofos franceses Rousseau- (28 de Junio de 1712 en Ginebra, Suiza -  2 de Julio de 1778), Montesquieu- (Château de la Brède, 18 de enero de 1689 - París, 10 de febrero de 1755)  y François Marie de Arouet (1694-1778) más conocido como Voltaire  y la revolución francesa (entre 1789 y 1799),  pasaran de un extremo a otro: del súbdito de Dios y el rey, al ciudadano con derechos. Estos se instituían a través de un sistema jurídico con garantía del Estado. Se pasó de creencias místicas y trascendentes a lo inmanente y razonado. Pero tampoco el sistema basado en la razón dio puertas a los indígenas para recobrar sus derechos, siguieron siendo explotados y sus territorio avasallados.

 

Aún más, el sistema tenía fallas para las nuevas formas del capitalismo, ahora salvaje y manejado desde las finanzas, que le llevó a conformar mecanismos que se dio en llamar neo-liberalismo. En el se va del derecho y el Estado, a la idea y normas para controlar la economía a través del mercado, destinado a sustituir al Estado. En la nomenclatura dejamos de ser ciudadanos, ahora somos clientes y consumidores. Eso conviene a la banca y financieros y así acentúan la explotación inmisericorde.

 

El mercado no es un sustituto ni de dios o dioses ni del Estado. La razón es simple, la relación creencias (sobrenaturales o no) con el Estado, son creadoras de sociedad. El mercado genera riqueza, aunque sea para unos cuantos, como esta tiene un tamaño determinado por la producción, se acumula en esos grupos que adquieren poder y determinación. Pero nunca ha sido ni será fuente de impulso para los procesos de cohesión social, con bienestar para todos, ni mucho menos para crear sociedades.

 

Sin producción económica interna, en manos de quienes son poseedores de la tierra, no hay sociedad. La producción es indispensable para que una sociedad pueda existir, pero la pura economía sin la política, la producción sola, menos aún el mercado, nunca han generado ni contienen la estructura para crear alguna sociedad. La economía es generadora de riquezas y no de sociedad. El mercado es un mecanismo para el intercambio de riquezas producidas; se caracteriza porque lo que se adquiere se paga. El vendedor y quien adquiere la mercancía, quedan cobijados con el pago en dinero u otros acuerdos financieros que hayan hecho; no se deben nada, por ello no se crea vínculo social alguno.

 

La evolución humana ha mostrado muchas formas de canje mercantil, dado por resultado muchos tipos de mercado. Los pueblos indígenas, cuando fueron grandes culturas o dependían de una, tenían sus formas de comercializar y su moneda propia. Actualmente muchos pueblos manejan el “tequio”, cuentan con “tianguis” u otro mercado local y usan monedas propias que se popularizan entre comunidades.

 

Los interesados en incrementar su ingreso y control de pueblos y comunidades, quieren o consideran al mercado como único y prepotente. Maurice Godelier- (28 de febrero de 1934), uno de los fundadores de la antropología económica francesa, crítico de la tesis “mecánica” marxista de que la economía es el fundamento de toda sociedad, equiparando su pensamiento con el de los neoliberales. Esto es sin duda un contrasentido, pues  éstos ponen acento en el mercado, como fundamento y fin de la economía e impulso de los procesos sociales; Marx-(Tréveris, Reino de Prusia, 5 de mayo de 1818 - Londres, Reino Unido, 14 de marzo de 1883), creador de la ciencia social moderna, fue quien crea una base científica al socialismo y a todo el movimiento obrero. El hace énfasis en las relaciones sociales de producción y en las fuerzas productivas, como motores de la economía y la vida social. http://es.wikipedia.org/wiki/Karl_Marx

 

Godelier, por su parte, después de estudiar a los Baruya de Nueva Guinea y del conocimiento de diversas sociedades actuales y pasadas, concluye que la explicación para crear una sociedad en el Planeta, son la religión y el Estado, aisladamente o coaligados. Dice que las creencias pueden ser sagradas o profanas. Las primeras cuando se cree en seres del más allá; profanas cuando se basan en hechos y se cree en un poder social que se le mira legítimo. “Estas creencias forman una comunidad de creyentes, de fieles que se identifican y se tratan como pertenecientes a un mismo grupo social: crean sociedad”. El Estado genera e impone un poder que sistematiza procesos sociales integrales; el estado es fuente de mitos y relatos que funcionan como creencias. La unión de ambos forma sociedad, forma naciones-estado. http://antropologia.urv.es/AEC/PDF/N6/Ressenyes/Produccion.pdf

 

Recordemos en nuestro caso -México- la religión católica fue la base del Estado hasta la época juarista. En ella nace el moderno Estado mexicano y se agrupan creencias (religión laica) que legitimaron al Estado. La revolución reafirma y reconduce la idea de Estado-nación. Hoy el último cambio a la Constitución, destruye lo poco que quedaba de ese Estado-nación y lo pretende sustituir por el mercado. Pero esto es materia para otro momento. (Continuará)

 

Villahermosa, Tab. 7 de junio de 2015

 

Correo electrónico: v_barce4lo@hotmail.com

 

 

 

https://www.alainet.org/de/node/170303?language=es
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