Siria: la intervención militar rusa abre las puertas a negociaciones de paz
- Opinión
El pasado 19 de octubre, en el diario La República, Mirko Lauer publicó un editorial «Guerrillero de día, extractivista de noche», interrogándose sobre los objetivos de la intervención militar rusa en Siria, e insinuando que esta tendría, dentro de sus varios objetivos, el incrementar el clima de «río revuelto» que impera en la región. Sin embargo, ese mismo día, comenzaron a producirse distintos hechos que orientan la interpretación de los objetivos de la intervención rusa hacia otra dirección.
Veamos: la primera manifestación fue la declaración del recientemente electo primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, de que su gobierno pondrá fin a la intervención militar canadiense que, en el marco de la OTAN, realizaban en Siria. Seguidamente, el secretario de Estado de EEUU., John Kerry, hizo un llamado a los líderes de Rusia, Turquía, Arabia Saudita y Jordania para realizar una reunión de emergencia el pasado 23 de octubre para discutir cómo evitar «la destrucción total» de Siria. Posteriormente, el vocero del departamento de Estado, Mark Toner, precisaba que el presidente sirio Bashar al-Assad no tiene por qué dejar el poder inmediatamente y que podría participar en unas negociaciones de paz con la condición de no formar parte de un nuevo gobierno; retrocediendo así de la posición anterior, defendida por Washington, de que el presidente Assad debía dimitir de manera inmediata. Finalmente, el pasado 21, el diario turco Zaman anunciaba que los países de la Unión Europea, conjuntamente con los países del Golfo Pérsico y Estados Unidos, habrían acordado que el presidente Assad podría quedarse en el poder seis meses más y participar en las conversaciones hacia una salida negociada al conflicto interno.
Pero el acontecimiento más importante, ha sido el sorpresivo viaje del presidente Assad a Moscú, realizado furtivamente el pasado martes 20 en la noche. No solo es el primer viaje al exterior que realiza luego del inicio de la guerra interna siria hace cuatro años sino que, además, la recepción de alto nivel reservada al presidente sirio es un hecho que muy raramente se da en Moscú con un jefe de Estado. Como observa un agudo analista de la escena política moscovita, lo importante no es la foto del apretón de manos entre el presidente Putin y su homólogo sirio, sino la de la mesa de reunión de trabajo. Que estuvieran presentes el ministro de Relaciones Exteriores, Serguéi Lavrov, y el vicepresidente Dmitri Medvédev, es normal, pero que aparezca también el Ministro de Defensa Serguéi Shoigú, Mikhail Fradkov, jefe de los servicios exteriores de la inteligencia rusa y Nikolai Patrushev, jefe del Consejo Nacional de Seguridad, es algo inusual y sorprendente, y nos da una clara idea de la gravedad e importancia de los temas tratados. Inmediatamente después de la reunión, el presidente Putin se comunicó por teléfono con el primer ministro turco Recep Tayyip Erdoğan y el rey saudita Salmán bin Abdulaziz, con vistas a facilitar acuerdos en la primera cumbre de negociaciones sobre la situación siria que se llevó a cabo en Viena este viernes 23 pasado.
Aunque en esta primera reunión no se ha llegado a acuerdos concretos, todo parece indicar que, contrariamente a lo afirmado por Lauer, se ha iniciado un proceso de negociaciones que podrían culminar en un acuerdo político para poner fin a la guerra en Siria. El efecto de la campaña aérea, efectiva y altamente destructiva para el Estado Islámico y otros grupos rebeldes al gobierno de Damasco, parece haber convencido a los países que apoyaban un cambio de régimen en Siria de la necesidad de una rápida salida negociada del conflicto antes de verse confrontados con una humillante derrota. La determinación de la intervención rusa, que incluyó el lanzamiento de 26 misiles cruceros desde el Mar Caspio, una proeza tecnológica que se pensaba solo posible de ser realizada por la armada norteamericana, dejó desconcertados a los estrategas del Pentágono, quienes muy discretamente procedieron a retirar el portaviones Theodore Roosevelt del Golfo Pérsico. Es la primera vez en muchísimos años que no hay portaviones norteamericanos en esa estratégica región del mundo.
Todavía es demasiado pronto para dar como un hecho que el inicio de estas negociaciones en Viena concluirá en un acuerdo de paz. Queda abierta la posibilidad de que estas solo sean una maniobra dilatoria para preparar un contragolpe a la intervención militar rusa. Sin embargo, el tremendo impacto que ha tenido en Europa el masivo flujo de refugiados de la región, los problemas internos de Turquía con la minoría kurda y el empantanamiento de los saudíes con su intervención militar en Yemen, apuntalan la posibilidad de que este proceso de negociaciones consiga poner un fin a la sangrienta guerra interna en Siria. De ser así, la intervención militar rusa habrá sido el hecho decisivo para abrir las ventanas de la paz, un acto de alta significación regional e internacional que será necesario evaluar más profundamente.
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